Del Procurador, el Plan Nacional de Seguridad Ciudadana y sus Resultados

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Continuar con el concepto y la línea seguida, todo indica que, además ser una olímpica manera de perder el tiempo y cuantiosos recursos humanos y materiales, o lo que es lo mismo, seguir tropezando con la misma piedra.
Continuar con el concepto y la línea seguida, todo indica que, además ser una olímpica manera de perder el tiempo y cuantiosos recursos humanos y materiales, o lo que es lo mismo, seguir tropezando con la misma piedra.

Por Juan Cruz Triffolio
Sociólogo – Comunicador Dominicano
[email protected]

Irradia la sinceridad cuando el licenciado Francisco Domínguez Brito, en su condición de Procurador General de la República, públicamente, admite que la cantidad de atracos y robos que se producen en el país obliga a seguir replanteando y fortaleciendo el Plan Nacional de Seguridad Ciudadana.

Su espontaneidad al hablar nos deja anonadados en vista de que no es frecuente oír a un funcionario de su nivel, expresarse de manera tan responsable y dolorosa, al tiempo que termina reconociendo, ante la sociedad dominicana, que la mayoría de los delitos registrados son cometidos por jóvenes entre 17 y 21 años «con el interés de comprarse zapatos ropas, bebidas alcohólicas y drogas».

Es una realidad que, además de avergonzarnos como nación, ha de lacerar la consciencia colectiva en una sociedad llamada a trajinar por senderos diferentes.

Los dignos y laboriosos pobladores de esta media isla, tal como lo ha expuesto el referido funcionario judicial, no merecen continuar siendo agredidos con el golpe de los robos y los atracos.

Y es que a pesar de la atención prestada por el honorable presidente, licenciado Danilo Medina Sánchez, la inversión económica y tecnológica realizada, las estrategias y los esfuerzos realizados en el denominado Plan Nacional de Seguridad Ciudadana, en función de los resultados percibidos, lamentablemente, ha concluido ser rotundo y olímpico fracaso.

Las reales estadísticas, las que amargamente vivimos en el cotidiano subsistir, crudas y lacerantes, se perciben, no sólo en nuestros barrios marginales de las grandes ciudades.

El flagelo del crimen, el robo y los atracos, también son expresiones constantes y deplorables en los confortables y resplandecientes residenciales donde se dice residen “los dominicanos de cuellos blancos”, protegidos por vigilantes privados.

Sin hiperbolizar y sólo pretendiendo ser consecuentes con lo observado a diario en la realidad dominicana, sin importar hora y espacio, lo cual reconfirma la decepción que actualmente engendra el cacareado Plan Nacional de Seguridad Ciudadana, es posible afirmar que en la geografía nacional, urbana o rural, está al margen de en cualquier momento convertirse en escenario de un horrendo asesinato, un extraño robo o un atraco a manos armadas que deja huellas indelebles en su víctima.

Y que para controlar el comportamiento de los rateros y criminales de poco parece haber servido la conformación de patrullas mixtas, el encendido de incontables centellas en modernos vehículos abordados por militares y policías, fuertemente armados.

Todo luce que la fiebre no está en esa sábana..!!

La dirección de la proa urge se otra.

En función de los insuficientes resultados alcanzados, todo indica que la respuesta idónea para enfrentar la delincuencia, la violencia y la criminalidad en sociedades como la nuestra ha de existir otro tipo de accionar.

Siendo de esa manera, es evidente que, al margen de lo que algunos podrían considerar, es apremiante, sin en verdad deseamos alcanzar un nivel de seguridad nacional ciudadana, un replanteamiento en los diseños de las estrategias, los planes y la ejecución de las acciones hasta el momento desarrolladas.

Continuar con el concepto y la línea seguida, todo indica que, además ser una olímpica manera de perder el tiempo y cuantiosos recursos humanos y materiales, o lo que es lo mismo, seguir tropezando con la misma piedra.

Cambiemos e innovemos pues… Manos a la obra..!!