Donald Trump, amado y odiado por hispanos

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Donald Trump, precandidato presidencial republicano, habla con reporteros durante una gira de campaña en Laredo, Texas, en la frontera entre Estados Unidos y México.
Donald Trump, precandidato presidencial republicano, habla con reporteros durante una gira de campaña en Laredo, Texas, en la frontera entre Estados Unidos y México.

LAREDO, Texas.- La multitud reunida quedó boquiabierta cuando el jet 757 de Donald Trump despegó de la pista.

“¡Ay, Dios mío”, exclamó Gina Gil, de 48 años. “Pienso que es un momento histórico, señora. En verdad, realmente lo creo”.

Gil se estaba refiriendo a la visita del jueves de Trump a Laredo, Texas, una ciudad pequeña en la frontera entre Estados Unidos y México donde el precandidato presidencial republicano pasó menos de una hora, alardeando ante los reporteros sobre el peligro que enfrentaba, proclamando que los hispanos lo amaban, y deteniendo el tráfico con una caravana motorizada de tamaño presidencial.

No obstante, más allá del espectáculo que parece crear en cualquier lugar al que va, la visita del empresario multimillonario expuso evidencia de una comunidad dividida cuya población mayoritariamente hispana tachó a Trump de racista, pero también ovacionó sus recalcitrantes puntos de vista sobre inmigración.

Entrevistas realizadas a habitantes de la localidad durante y después de la relampagueante visita pusieron de relieve el peligro que representa Trump para la relación del Partido Republicano con votantes hispanos y su atractivo para un segmento extrovertido de votantes frustrados, muchos de ellos hispanos, que ven un problema manifiesto en la frontera sur de la nación que requiere atención.

Jessica Gonzalez, de 79 años, un ama de casa jubilada que nació y creció en Laredo, dijo que ha observado cómo ha cambiado la ciudad, donde los restaurantes han sido reemplazados por establecimientos de comida mexicana, y con la llegada de gente nueva.

“Pienso que él tiene razón”, comentó en el estacionamiento de una farmacia CVS. “Todo lo que tenemos es gente de países extranjeros. (…) no es cómo solía ser”.

Gonzalez —una demócrata— y su esposo acostumbraban cruzar la frontera frecuentemente para realizar compras y por entretenimiento, pero ahora tienen miedo de hacerlo debido a la violencia generada por los cárteles de droga.

“Quiero ir y decir: Donald Trump, ¡usted está que arde en Laredo, porque todos sienten lo que usted piensa!”, comentó.

Afuera del Obregon’s Mexican Restaurant, Enrique Harrington Ramon, de 75 años, dijo que el sentía que los inmigrantes de habla hispana “se aprovechan de nosotros” en Laredo, y que la gente está respondiendo a lo que dice Trump “porque es la verdad”.

“Estoy harto de entrar a una tienda y escuchar (en español): ‘¿en qué le puedo ayudar?’. ¿En qué país estamos?”, enfatizó.

Otros en esta ciudad de aproximadamente 250.000 habitantes, donde 95,6% de la población se identificaba en 2010 como hispano o latino, atacaron verbalmente a Trump, quien dijo el mes pasado en su discurso de lanzamiento de campaña que algunos mexicanos inmigrantes que se encuentran el país sin permiso son “violadores” y “criminales”. Trump no ha ofrecido disculpas por sus palabras.

“Me gustaría que no hubiera venido aquí”, dijo Raul Gonzalez, de 65 años, un mecánico de tractocamiones jubilado que nació y creció en Laredo. “Él es muy irrespetuoso con los latinos”.

Tony Flores, de 82 años y nacido en Laredo, quien tenía puesta una gorra que lo identificaba como un veterano de la Guerra de Corea, dijo respecto a Trump: “Es ponzoñoso; es despreciable”.

Aunque los votantes hispanos a lo largo de la frontera de Texas tienen una perspectiva única, la vasta mayoría de la creciente demografía apoya políticas de inmigración más clementes que permitan naturalizar o legalizar la residencia de inmigrantes que se encuentran en el país sin permiso, según encuestas recientes.

Trump, mientras tanto, es visto favorablemente por sólo 28% de los estadounidenses y desfavorablemente por 58%, según una encuesta de Associated Press-GfK realizada a inicios de este mes. Aproximadamente una tercera parte de los blancos no hispanos, tienen un punto de vista favorable sobre Trump, pero sólo 16% de hispanos y 10% de negros.

En el aeropuerto, Patti Magnon, de 43 años, quien trabaja para un despacho de abogados, dijo que trajo a su hija de 6 años para que viera aterrizar el avión de Trump, adornado con su nombre en grandes letras doradas, y después regresaron para verlo despegar.

“Él no está equivocado del todo. Soy de Laredo y veo los problemas que tenemos”, comentó. Señaló que antes los trabajadores mexicanos acostumbraban cruzar la frontera para trabajar y regresaban a su casa después de hacerlo, pero ahora no se quieren ir.

“Ellos obtienen todas las prestaciones que yo no puedo conseguir. Yo tengo que pagar impuestos”, se quejó.

Un residente de Laredo intentó no prestar la más mínima atención a Trump.

“No pienso en él. No es la persona correcta para ser presidente”, dijo Joe Rodriguez, de 50 años, añejo residente de Laredo nacido en Dallas. Rodriguez dijo que fue invitado a participar en una protesta contra la visita de Trump, pero decidió que no valía la pena.

“Dije: ‘¿Por qué? No protesten. No le presten atención’’.