Mario Bonetti: El Faro a Colón en Manos de Porcicultores

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El Faro a Colón
El Faro a Colón

SANTO DOMINGO DE GUZMAN, RD.- El distinguido profesor universitario Mario Bonetti nos envía el siguiente artículo sobre El Faro a Colón, documento que en extenso reproducimos:

DENUNCIANDO AL MINISTRO DE CULTURA O EL FARO A COLÓN EN MANOS DE PORCICULTORES

Por Mario Bonetti

 I.

No todos tienen el conocimiento de que el Faro a Colón es un monumento de la identidad nacional de la misma manera como hay otros monumentos del Estado y eclesiásticos que conforman la identidad sociocultural de la nación dominicana.

El Faro a Colón es el quinto monumento histórico y cultural a la vez en la escala de importancia estatal, después de el Altar de la Patria, el Panteón Nacional, la Universidad de Santo Domingo (hoy autónoma), y la Catedral de Santo Domingo.

A continuación relataré brevemente lo que yo pude hacer en diez y ocho meses como Gobernador para devolverle al monumento el esplendor original a título de primera etapa de mi plan de restaurarlo y llevarlo más allá de cómo lo construyó Balaguer.

La tragedia del Faro comenzó en el año 2000 cuando el Gobierno dominicano perdió totalmente el interés por el monumento.

Las razones para abandonarlo hasta dejar que se convirtiera en una ruina de lo que él fue del año 1992 hasta el 2000 son cuatro.

a) El Faro es una obra de Joaquín Balaguer, encarnizado enemigo del PRD y de Peña Gómez.

b) El Faro contiene un elogio a la jerarquía católica vaticana y la jerarquía dominicana era enemiga de Peña Gómez y del PRD.

c) Cristóbal Colón habría sido un “asesino carnicero de los indios “y por tanto un enemigo y explotador de los pueblos aborígenes, mientras que el PRD es el amigo de los pueblos.

d) El Faro a Colón significaría un dispendio de recursos, construido contra la voluntad popular, incluyendo supuestamente el haber despojado de energía eléctrica a los barrios pobres para trasladarla a los reflectores del monumento.

Después del año 2004, igualito que como bajo el Gobierno de Hipólito Mejía, en los nuevos Gobiernos peledeístas se ha mantenido el abandono del monumento hasta el día de hoy.

En sólo 18 meses de Gobernación me fue posible únicamente a base de mi nombre y de mis relaciones sociales así como de mi personalidad obsesiva en el trabajo, y todo eso sin recursos financieros,

a) devolverle al Faro parcialmente la buena imagen pública que tuvo en los Gobiernos de Joaquín Balaguer entre los profesionales e informarle a la población de menor educación de algunas de sus características gloriosas que se habían olvidado.

b) Incrementar la visita de diplomáticos importantes que nunca habían visitado anteriormente el monumento, como los fueron: El Embajador ruso, el Embajador del Estado de Qatar, el coreano, el norteamericano, la alemana, el peruano, la agregada cultural del Japón, los representantes comerciales de la República Popular de China, una comisión de altos oficiales de los ejércitos latinoamericanos, una delegación de altos oficiales de la Armada Dominicana, etc.

c) Procedentes del plano nacional son tantas las instituciones , personalidades y grupos profesionales, que por invitación mía, y gracias al apoyo de los medios que estaban proyectando una buena imagen de mi trabajo, visitaron el Faro, pero cuyo alistamiento reventaría el margen de este informe y por eso sólo diré que durante mi gestión vino al Faro gente que nunca antes lo habían visitado, entre ellos intelectuales y artistas que reconocieron que por razones ideológicas no habían visitado el monumento desde su creación.

d) Se establecieron conexiones con los centros de estudios colombinistas en España, lo cual hizo posible que algunos de ellos vinieran a participar en la Semana Colombina de octubre 2014.

Eso no se había hecho nunca antes.

e) Se firmaron acuerdos de cooperación con el Ministerio de las Fuerzas Armadas Dominicanas y el

Archivo General de la Nación, cosas estas que tampoco se habían hecho nunca antes y que el Sr. Ministro de Cultura y la Sra. Ana María Conde me tomaron muy a mal porque fueron medidas decididas por mí sin pedirle permiso a nadie y que ponían en evidencia todo lo que yo estaba comenzando a hacer en beneficio del Faro y no lo estaban haciendo ni José Antonio Rodríguez, aunque era el Ministro y también él lo pudo haber hecho si hubiera tenido conciencia de lo que significa el Faro a Colón, ni tampoco la Sra. Conde, aunque ella era la Directora de los Museos del Ministerio, bajo la cual estaba sometido el Monumento para su mal. Yo creo que mi labor en el y en beneficio del Faro era como una piedra en los zapatos de José Antonio Rodríguez y Ana María Conde porque , aunque me habían estrangulado financieramente, yo demostraba lo poco útil que son ambos en los cargos que detentan.

Un mal agradecido que sin escrúpulos ningunos plagia autores extranjeros para presentarse como autor original de las ideas plagiadas, y, a la vez, una especie de Yago (en el “Otelo”de Shakespeare), que trabajaba en las cercanías del Ministro, me espetó un día, traduciendo los sentimientos de su amo: “Tú te crees que eres el Ministro de Cultura” por la independencia con que yo hacía mi trabajo, y, claro, también por los éxitos cosechados hasta ese momento.

f) Se consiguió la apertura, por parte de la Embajada del Estado de Qatar, de una exposición de la historia antigua y moderna de ese país

g) Se le reconoció a Joaquín Balaguer su hazaña de haber construido el Faro a Colón en medio y a pesar de las protestas del PRD y de grupos de izquierda, colocando su busto en la explanada oeste, en la entrada principal del monumento. Por cierto, debo decir que el inculto José Antonio Rodríguez , jefe gubernamental de la cultura, quiso sabotear el acto de develamiento del busto no asistiendo a éste y haciéndole saber a los empleados del Ministerio que yo no contaba con sus simpatías, lo cual fue bastante para que aquellos fueron arropados por el temor a las represalias de un jefe represivo, y ninguno de ellos se dejó ver ni siquiera por el barrio de los Mameyes.

FARO 2EL FARO A COLÓN EN MANOS DE PORCICULTORES

II

1) En la entrega anterior estuve insinuando que mi trabajo en el Faro a Colón debió saberles a aceite ricino al Ministro de “Cultura” (!), el furibundo José Antonio Rodríguez y a la conflictiva Ana María Conde, enfermizamente celosa de mi trabajo; un trabajo que ella ni podía ni quería hacer por falta de conocimientos en la materia.

Estos dos funcionarios veían desde sus intocables parcelas de poder como yo me esforzaba por levantar el Faro con demostraciones visibles de que lo estaba logrando, mientras ellos me estrangulaban financieramente impidiendo que yo usara los dineros que genera el mismo monumento por la venta de boletas de entrada.

Incluso en algunas oficinas del Ministerio de Cultura un mes antes de mi cancelación, a mediados de agosto del 2014, ya me negaban visiblemente toda colaboración. En un principio yo no lo comprendí, cuando llegó la silente cancelación comprendí que desde antes de ésta ya algunos funcionarios importantes del Ministerio sabían que yo pronto sería purgado por el iracundo Ministro y me trataban como una persona a ignorar y a evitar.

Financieramente yo estaba limitado en la realidad, no en la teoría administrativa, al uso de una caja chica que no podía pasar de tres mil pesos, aunque el Faro generara mensualmente entre 400, 000 y 500, 000 pesos en las buenas temporadas, pero que en malos momentos las recaudaciones podían bajar a menos de trescientos mil.

(En otra ocasión denunciaré como Ana María Conde, la consentida del Ministro, valiéndose del poder que le confiere su parcela administrativa de Directora de Museos, quiso apropiarse ilegalmente de parte del dinero del Faro a Colón para asuntos personales y privados.)

En fin, yo fui durante 18 meses un Gobernador que quería pero no podía gobernar como me lo merecía y como hacía falta, por carencia de fondos de dinero, aunque la institución que yo dirigía producía esos valores.

Cuando el 17 de febrero de 2013 el Ministro de Cultura me juramentó como Gobernador en el mismo monumento, ni yo tenía idea de lo que él me estaba entregando ni él se imaginaba que yo sería capaz de rescatar de su herrumbre a ese monumento de la identidad nacional.

En efecto, yo tampoco me podía imaginar que me estaban entregando algo ingobernable en tanto fuera una dependencia del Ministerio de Cultura, y prácticamente en estado de ruinas.

En efecto, de los tres niveles que tiene el Faro por dentro como espacios de exposición, tanto en el flanco norte como en el flanco sur, los dos últimos niveles estaban cerrados para el público. Razón: no había dinero para cambiar las bombillas quemadas, y al no haber bombillas estaba oscuro y, por tanto, no se les podían mostrar a los turistas espacios oscuros sin los vigilantes que usualmente tienen las salas de exposición.

Y así estuvo ocurriendo durante casi ocho años antes de yo llegar a la Gobernación.

Esa es la prueba más contundente de la indiferencia del Ministerio de Cultura frente a la decadencia del Faro a Colón.

Yo ordené de inmediato abrir todas las salas de los pisos superiores, e incluso yo mismo me convertí en guía turístico y llevaba a los turistas por las escaleras al techo del Faro para que contemplaran la vista más hermosa de la ciudad de Santo Domingo desde ese lugar.

Pero las salas no se podían mantener abiertas, aunque yo lo quisiera, porque el Ministerio, tampoco el Ministerio de José Antonio Rodríguez y de Ana María Conde, se interesó en abrirlas nombrando nuevo personal de servicio para atenderlas y llevar a los visitantes a disfrutar de los tesoros que hay ocultos en dichos espacios. A saber: en el flanco norte las exhibiciones de la historia arquitectónica de Santo Domingo; la historia de la cultura africana en la América Latina, de la cultura hispánica en los EE UU; las exhibiciones de la moda y el vestuario propio de la nobleza en la corte de María de Toledo del siglo XVI, teniendo al Alcázar de Colón como punto de referencia.

Y ahora viene un tabaco fuerte:

Por culpa de la dejadez de los Gobernadores del Faro, y en nuestros días por culpa de la incuria de la innecesaria Ana María Conde, que no se ocuparon de la limpieza interior del monumento ( tampoco lo hace la Sra. Conde, quien no se siente obligada a velar por el Faro , salvo para hacerme la vida imposible ) del año 2000 en adelante, en el interior del Faro hay salas vacías, hay también salas convertidas en basurero   hasta el día de hoy. Ese basurero ya tiene más de diez años existiendo como tal y allí se arrojaron papeles viejos, archivos usados, documentos inservibles de las pasadas administraciones, trozos de madera de muebles rotos, baños inservibles y rotos en varias partes, lámparas rotas que cuelgan desde el techo hasta el piso, etc., todo eso creando hongos y bacterias patógenas por la acumulación de años. Y yo no tenía ni los recursos financieros para pagar la limpieza ni tenía apoyo político para solicitarle a la Marina de Guerra que me prestara un camión con guardias para limpiar esos lugares, y tal vez por eso cuando le pedí esa ayuda al Jefe de Estado Mayor de la MdG , Edwin Rosario Dominici, ni siquiera me respondió, como tampoco me respondería en otros casos de solicitud de ayuda, una ayuda que la Marina podía concederme fácilmente, como me lo hizo saber un oficial de comunicaciones cuando llevé las varias cartas solicitando cooperación. Tampoco el sucesor de Rosario Dominici me prestó atención.

¿Quién influyó para que ni en la Marina, ni el Ayuntamiento Santo Domingo este, ni tampoco en la CAASD me prestaran ayuda?

Pero en el flanco norte hay todavía una sala más llamada burlonamente “Sala de Arte” donde están colgando en un lugar oscuro y sucio cuadros de conocidos pintores dominicanos como Marianela Jiménez, Juan Francisco Pelletier, Rosa Elena Báez, Carmen Pool, Elpidio Ortega, Rosa Tavarez, Juan Medina, Dionisio Pichardo, Carlos Antonio Mayol, y un pintor que firmaba solamente “Chapman” desconocido por mí.

Lo último es – pero no menos increíble – que el Ministro de Cultura ordenó en marzo de 2013 el cierre de la Sala de España que contiene copias de los libros que leía y consultaba Colón, y a los cuales les hacía glosas al margen. Al mismo tiempo ordenó por igual el cierre de media sala japonesa, el país extranjero que junto con España y Taiwán más invirtió en sus exhibiciones.

Debo explicar que la media sala japonesa cerrada por el Sr. Rodríguez duró más de un año en ese estado. Aunque sea por respeto o por gratitud para con España y el Japón, el Sr. Rodríguez debió empeñarse en reparar las losas quebradas o levantadas, que fue la causa del cierre, cuanto antes y reabrir las salas de inmediato. Por si el lector no ha comprendido bien mi denuncia, la voy a repetir sucintamente:

La sala dedicada al hombre que le dio nombre al monumento está cerrada desde hace exactamente dos años.

Lo peor del caso es que cuando el Sr. Rodríguez me sacó de la Gobernación, ya los estantes de madera y los libros de Colón tenían carcoma y se notaba el rápido deterioro de la colección.

El Sr. Rodríguez no hizo nada para buscarle una rápida solución a ese problema, pero tampoco permitió que yo lo resolviera con los recursos que genera el mismo Faro.

Si la situación de la sala de España no ha cambiado, ello constituye otro elocuente testimonio de la ineptitud de los Srs. Rodríguez y Ana María Conde para gobernar por control remoto el monumento Faro a Colón.

Y si eso es malo, muy malo es también que no hay legislación vigente en estos momentos (hasta donde yo sepa) para acusarlos de ser autores indirectos por omisión de daños severos causados al patrimonio cultural tangible del Estado dominicano.

Para los estudiosos de la historia de España y América, y para los colombinistas, es muy doloroso que la sala dedicada a España y a Colón, por cierto, el primer jefe de Estado de esta isla, no despierte el interés del actual Ministro de Cultura de la República Dominicana en la medida en que debería interesarle por sus obligaciones como ministro. Un ministro que ha gastado tanto dinero en arte popular y artesanía y que no haya podido ahorrar algunos centavos para reparar las salas de España, y la mitad de la sala del Japón, como se dijo, duró más de un año cerrada. Y si se arguyera para defender a José Antonio Rodríguez que el Ministerio de Cultura propició un festival de teatro y otro de danza clásica, yo le respondería que ninguno de ambos espectáculos provino por iniciativa y por amor del Sr. Rodríguez a la música clásica o al teatro, sino que ambas iniciativas provinieron del interés de otras personas por el ballet o por la ópera “la Bohemia”, y que el Festival de Teatro existe desde mucho antes de que el Sr. Rodríguez se bajara de la patana electoral para hacerse cargo del Ministerio, con lo que se le pagaron esos servicios de campaña.

José Antonio Rodríguez se interesa por las prácticas de baja calidad artística o intelectual. Yo soy un apasionado de la música clásica, las ciencias en general, la filosofía y la poesía.

3)  La mancuerna de José Antonio Rodríguez y Ana María Conde tiene los medios y recursos para adecentar a ese monumento de la identidad nacional convertido en una ruina de lo que fue antes. Pero ellos nunca se interesaron por el monumento ni en mis días como funcionario ni tampoco después que me sacaron de allá.

Para ellos dos es más importante mantener sin grietas el sentimiento de poder de sus respectivos cargos que permitir que yo les restara protagonismo con mi trabajo creador, a pesar del estrangulamiento y los obstáculos administrativos que me ponían.

La saña que con que redactaron el texto de mi cancelación traduce el rencor acumulado en los pechos de ambos.

“Sr. Mario Bonetti

Gobernador del Faro a Colón

“Esta dirección ha tomado la medida de destituirlo apegándonos a la ley 41-08 de Función Pública en su artículo 84, numerales 2,4, y 20 respectivamente”

Celsa Contreras

Directora de Recursos Humanos”

La acusación que se me hizo de violar esos numerales de la Ley de Función Pública es equivalente a traición a la Patria, atentados contra el Estado, etc. veamos como rezan esos numerales:

“numeral 2: realizar, encubrir, excusar o permitir, en cualquier forma actos que atenten gravemente contra los intereses del Estado o causen, intencionalmente o por negligencia manifiesta, grave perjuicio material al patrimonio del Estado.

Numeral 4: Incurrir en la falta de probidad, vías de hecho, injuria, difamación o conducta inmoral en el trabajo, o realizar algún acto lesivo al buen nombre del Estado o algunos de sus órganos o entidades.

Numeral 20. Cometer cualesquiera otras faltas similares a la anteriores por su naturaleza o gravedad”

De esos crímenes me acusó la mancuerna José Antonio Rodríguez y Ana María Conde.

Entonces hágase la pregunta que le interesa a la sociedad y que debería interesarle al Estado dominicanos, a saber: ¿si la única cultura que tiene algún valor para el Gobierno es la agricultura?

NO solamente la bachata y los conciertos en compañía del verdadero cantautor con calidad artística, Silvio Rodríguez, con altoparlantes rompetímpanos arrojan ganancias. También los monumentos nacionales bien cuidados aportan dinero al fisco.

Y ahora viene otra pregunta más que hay que hacerse:

¿Quiénes son los culpables del descalabro del Faro a Colón: Mario Bonetti o la mancuerna de José Antonio Rodríguez y Ana María Conde?

¿Porqué sería un escándalo mayúsculo si la Orquesta Sinfónica Nacional y los museos artísticos del Estado estuvieran dirigidos por porcicultores, o sea, por criadores de cerdos?

¿Y entonces porqué se tolera en el Gobierno sin que nadie se escandalice allí que el quinto monumento nacional de importancia histórica y cultural a la vez que tiene el Estado dominicano, después del Altar de la Patria, del Panteón Nacional, de la Catedral y la Universidad de Santo Domingo, hoy autónoma, pueda ser dirigido por porcicultores en sentido figurado?

Me explico: Ni el Ministro de Cultura ni la innecesaria Ana María Conde , que son los funcionarios que por prescripción administrativa controlan desde el Ministerio al Faro a Colón, una institución que jamás debió pasar de su condición de autónomo a ser “un museo más” de la Secretaría o del hoy Ministerio de Cultura, poseen conciencia de lo que tienen entre manos.

4) Eso de que el Faro “es un museo más del Ministerio“ me lo arrojaron a la cara en la misma oficina de Ana María Conde cuando en cierto momento de conflicto me quejé del trato que se le estaba dando al monumento.

Ni el furibundo José Antonio Rodríguez ni Ana María Conde, quienes me sacaron de la Gobernación en sigilo cauteloso para tratar de que pasara desapercibido, tienen la más mínima idea de lo que significa para la identidad histórica tanto de la población como del Estado el Faro a Colón (v. Emilio Brea García: El Último Monumento ; Santo Domingo 2013; Colección del Banco Central de la República)

A ellos dos comenzó a interesarles el Faro a Colón a partir del impacto social de mi trabajo como Gobernador y de la repercusión que tuvo en los medios, un apoyo mediático que a ellos les gustaría tener pero que no tienen, salvo que lo compren, cuanto más que ese apoyo mediático no se consiguió sobornando periodistas ni con botellas ministeriales, ni con dádivas, ni tampoco con conversaciones amistosas con los dueños de los medios y una expresión facial preparada para la prensa.

Yo me merezco la Gobernación del Faro a Colón porque soy un intelectual colombinista, vale decir, estudioso de la vida y obra de Cristóbal Colón y porque fui profesor universitario aquí y en Europa con un total de treinta años de docencia en ambos continentes.

Y aclaro aquí que no me gané la condición de profesor universitario como remuneración por haberme subido a la patana de algún candidato a la Presidencia de la República durante una campaña electoral.

Lo repito: Ni José Antonio Rodríguez ni la Sra. Conde tienen la preparación cultural, histórica y sociológica necesarias para sentir amor por el Faro a Colón y, derivado de ahí, para poner en agenda su rescate como obra prioritaria de sus trabajos y devolverlo a su antigua gloria, pero también para llevarlo más allá de ahí, como me propuse hacerlo yo, tal cual como lo delinié en mi informe “Ideas para la Puesta en Valor del Faro a Colón”, un plan de restauración del Faro que yo le puse al Ministro en las manos en agosto del 2013.

¡Quiera el dios que no lo haya usado como papel blanco en rollo!

Por eso se puede exclamar que en sentido figurado el Faro a Colón está en manos de porcicultores.