Inseguridad

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nelson-encarnacion-xPor Nelson Encarnación
 
La noche del pasado viernes dos maleantes armados asaltaron mi hijo menor Rafael Emilio, de 19 años, cuando salía de la Universidad Apec tras tomar la última clase del día. Es un trance traumático para cualquier persona, máxime cuando se trata de un muchacho de esa edad.
 
Los delincuentes le mandaron guardar silencio mientras le colocaban sendas pistolas en ambos costados. Eso ocurrió al lado del recinto principal de la Dirección Nacional de Control Drogas en una céntrica intersección como la formada por las avenidas Máximo Gómez y México. Por demás, es la ruta del presidente Danilo Medina cuando termina sus labores en el Palacio Nacional.
 
Según el relato de mi hijo, los atracadores, luego de despojarle de algunas pertenencias, caminaron tranquilamente a abordar una motocicleta que habían estacionado a pocos metros. Esa tranquilidad me lleva al convencimiento de que eran se trató de miembros de la Policía Nacional. 
 
Lo digo porque es el modo de operar de los delincuentes que tienen a la PN como guarida, quienes en caso de ser sorprendidos alegan que andan en servicio. Y fin de la historia. Todo eso mientras las autoridades han perdido la vergüenza y todos los días le hablan al pueblo cualquier cantidad de mentiras sobre los planes de seguridad y otras sandeces.
 
Muchas veces, y debido a los niveles de compromisos políticos, a uno le cuesta trabajo admitir que la delincuencia ya le ganó la guerra al Gobierno. Pero cuando te han tiroteado  tu casa y asaltado a tus dos hijos sin recibir respuesta de las autoridades, los compromisos se pueden ir al carajo.
 
El Gobierno debe reconocer que esta situación solo la lograría revertir si se pone la lucha contra el crimen y el delito en manos de los policías profesionales que están sentados por cuestiones de rebatiñas grupales en el cuerpo policial.
 
Investigadores y planificadores de seguridad ciudadana formados en reputadas academias policiales del exterior han sido arrinconados por no pertenecer a determinados clanes de los que con frecuencia se forman en la PN, mientras los delincuentes mantienen en zozobra a la población.
 
El presidente Medina tiene que saber que uno de los puntos oscuros de su administración lo pinta la delincuencia y que no basta con solo anunciar planes. El asunto es de mayor calado.