Cómo vencer a la influenza

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Por Kate Murphy

Existe una probabilidad grande de que tú o alguien que conoces haya padecido, o padezca en algún momento, la agonía de la cepa de influenza de este año: H3N2.

Los hospitales de todo Estados Unidos informaron que sus salas de urgencias están saturadas y las farmacias han experimentado escasez de medicamentos para la influenza tanto de los que requieren receta como los de venta libre. Y apenas estamos al inicio de la temporada de influenza, que terminará hasta mayo.

Los pacientes vulnerables con sistemas inmunitarios debilitados deben consultar a sus médicos, así como cualquiera que comience a tener dificultades para respirar o se sienta mareado. Sin embargo, para los pacientes saludables, la mejor estrategia es entender cómo es que la influenza ataca al cuerpo y realizar prácticas de autocuidado como respuesta.

La influenza se transmite predominantemente a través de gotitas en el aire. Así que si te encuentras de uno a dos metros de alguien que está enfermo, es probable que respires sus exhalaciones llenas de microbios. Entonces, el virus se adhiere a las membranas mucosas que cubren la parte trasera de tu nariz, tu garganta y tus bronquios. Después, los invasores se apropian de las células epiteliales que conforman las membranas mucosas, controlan su maquinaria metabólica, para replicarla y crear muchos más virus, que a su vez infectan a las células adyacentes.

Esta fase inicial toma de uno a cuatro días. “Mientras más inhalas, menor es el periodo de incubación”, dijo William Schaffner, especialista de enfermedades infecciosas en la Escuela de Medicina de la Universidad Vanderbilt en Nashville. “Al principio, no te sientes mal. Ni siquiera sabes que ahí está”.

Conforme el virus coloniza tus vías respiratorias, tu cuerpo comienza a darse cuenta de que algo no va bien y manda a sus tropas inmunitarias que crean una respuesta inflamatoria, al tiempo que libera proteínas llamadas interferones, porque interfieren con los invasores extraños. Los interferones viajan por tu torrente sanguíneo y se instalan en tu mucosa, ocasionando que más proteínas llamadas citocinas se unan a la batalla. Estos soldados proteínicos circulan por todo tu cuerpo, listos para pelear.

“Paradójicamente, son nuestros propios soldados hechos para la pelea los que nos causan los síntomas”, dijo Schaffner.

“La guerra crea desperfectos, así que te da fiebre y dolor de cabeza, dolor muscular y malestar general”, que experimentas como el bombardeo abierto e intenso de la influenza. Estos primeros síntomas son normalmente los que distinguen a la influenza del resfriado común.

El dolor y la fiebre son señales de que necesitas comenzar a beber muchos líquidos. La batalla campal que se está llevando a cabo dentro de tu cuerpo te va a deshidratar más de lo que crees. Quizá notes que tu orina se volverá más oscura y que tendrás que ir con menos frecuencia al baño. Los expertos dicen que debes asegurarte de beber una taza o más de agua o de algún otro líquido cada hora, evita las bebidas alcohólicas y las que contengan cafeína.

Beber fluidos disminuirá el dolor de cabeza y también aumentará tu respuesta inmunitaria porque tus soldados proteínicos se trasportan a través de los fluidos corporales. La deshidratación obstaculiza su movimiento. Es una de las razones por las que la gente suele querer sopa cuando está enferma y quizá tenga antojo de frutas jugosas, como los cítricos y el melón.

Aunque te sientas terrible en general, la verdadera batalla se está peleando en tus vías respiratorias, donde se localiza el virus. Cuando la guerra esté terminando, ya no te sentirás adolorido ni con fiebre, pero aún tendrás inflamación en la garganta, los senos paranasales y los bronquios. Todas esas células que cubren tus membranas mucosas han sido dañadas y son como llagas supurantes, dice Schaffner. Es por eso que tu nariz fluye y comienzas a estornudar y toser para sacar los residuos.

Por estas razones, los medicamentos que se venden sin receta que eliminan la tos y secan los senos paranasales quizá no sean la mejor idea.

“Realmente existe la noción de que no queremos eliminar una tos por completo ni secar los orificios nasales porque queremos eliminar la infección”, dijo Tara Vijayan, profesora asistente clínica en la División de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de California, en Los Ángeles, en la Escuela de Medicina David Geffen. “Por supuesto que hay un equilibrio. No creo que debas sufrir sin necesidad, pero necesitas sopesar los beneficios reales”.

A pesar de que necesitas descansar, estar acostado todo el tiempo puede ser un problema porque hace que tus pulmones se colapsen y no puedas toser eficientemente, lo que atrapa las bacterias en tu vías respiratorias. Si el virus destruye suficientes células en tus bronquios crea huecos para que las bacterias entren a tus pulmones, lo que puede ocasionar neumonía, una complicación potencialmente mortal de la influenza.

Cuando tus pulmones están en posición vertical en lugar de horizontal, “eres capaz de respirar libre y profundamente y puedes sacar con la tos cualquier material inadvertido, incluso bacterias microscópicas, que pueden bajar hasta los bronquios”, explicó Schaffner.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, CDC (por su sigla en inglés), recomiendan que la gente que esté hospitalizada o en alto riesgo de complicaciones por la influenza, como los ancianos, las embarazadas y quienes tengan el sistema inmunitario debilitado, tomen el medicamento antiviral oseltamivir, que se vende con el nombre comercial de Tamiflu, porque los datos observados indican que podría reducir la posibilidad de fallecimiento.

Otros investigadores, incluso aquellos en el Cochrane Collaboration, no están de acuerdo, pues argumentan que no hay suficiente evidencia que respalde la ingesta de oseltamivir o de su primo zanamivir (cuyo nombre comercial es Relenza). Ponen en entredicho la pertinencia de gastar miles de millones de dólares en comprar reservas de medicamentos como varios países, entre ellos Estados Unidos, hicieron desde el susto de la influenza porcina a mitad de la década de los años 2000. De hecho, el año pasado la Organización Mundial de la Salud bajó de categoría al oseltamivir en su lista de medicamentos básicos. Puede ayudar o no, según el estudio que tengas como referencia.

Para la gente saludable que se enferma de influenza, la mayoría de los investigadores están de acuerdo en que los datos indican que la toma del oseltamivir durante las primeras 48 horas del inicio de la enfermedad puede reducir la duración de la misma por casi un día. Sin embargo, el costo de 154 dólares por un tratamiento completo puede no valer la pena, además de que los efectos secundarios incluyen náusea y vómito.

“Nos encantaría tener mejores medicinas para eliminar la influenza”, dijo Angela Campbell, una funcionaria médica en la división dedicada a la influenza de los CDC. Sin embargo, dijo que “lo que tenemos ahora” es el oseltamivir, y para pacientes no hospitalizados “en realidad, la decisión la toma el médico junto con el paciente con base en varios factores”, como el costo y la efectividad, para saber si se la receta o no.

Los CDC también recomiendan vacunarse contra la influenza estacional, a pesar de su dudoso valor profiláctico, porque podría reducir la severidad de la influenza en caso de que la padezcas. En años pasados, las vacunas contra otras cepas distintas al H3N2 tuvieron una efectividad del 40 al 60 por ciento.

A pesar de todo esto, el descanso, los fluidos, no quedarse acostado todo el día y quizá también dejar que entre aire fresco y luz solar son las mejores medidas que puedes tomar. Para evitar que tus amigos, familiares y colegas se enfermen, mantente recluido hasta 48 horas después de que la fiebre se haya ido y te estés sintiendo mejor.

Schaffener dijo que, aunque podrías continuar tosiendo por semanas, probablemente ya no eres un foco de infección. Solo eres molesto.