Bastones, muletas y muletillas

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POR ALBERTO AJON LEON*

La pobreza léxica de algunos hablantes se hace evidente con el abuso de las muletillas, que no se limitan a las muy reconocibles “eeeh”, “este”, “bueno”, “vaya”…

Muletillas hay que son frases a veces ofensivas, expresiones recurrentes que sirven al hablante para introducir una pausa en el discurso o dar un giro al tema de que viene hablando.

Así, por ejemplo, la redundante exhortación que hace el que habla cuando le dice repetidamente al interlocutor: “¡piensa y analiza!”, como si analizar y pensar fueran actos inconexos, sin lógica vinculación ni naturaleza común.

Otra de esas muletillas es aquella que nada añade al discurso, cuando el que las dice, sin venir a cuento, nos espeta esta frase vacía de significación y casi siempre sin relación con lo que se viene diciendo: “Por tanto y demás”.

 Hacerse entender

Las muletillas imprimen monotonía a la exposición, agobian al oyente y hasta pueden resultar insultantes aunque no sea esa la intención del que habla.

Hay quien reitera una pregunta con la cual pone en duda la capacidad de comprensión del que escucha o su propia facultad para comunicarse: “¿Tú me entiendes?”, demanda el hablante una y otra vez, “¿Tú me entiendes?”, y el que escucha siente agredida su inteligencia cada vez que le dicen: “¿Tú me entiendes?”

Es preferible hacer silencio al llegar a un punto de la conversación en que no se sabe cómo continuar o qué añadir.

Mejor que los otros supongan que no tenemos toda la información sobre un tema a que confirmen que no sabemos cómo comunicarlo… ¿Tú me entiendes?

*Tomado de Radio Reloj – Cuba