Debemos seguir deteniendo la corrupción para bien de nuestra sociedad

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Por Roberto Veras*

El robo en la administración Pública representa una amenaza muy grave para la economía de un país. No importa cuán económicamente poderoso sea, la corrupción debilita el crecimiento económico.  

Los funcionarios de una sociedad corrupta administran mal la economía, saquean las arcas públicas y permiten que la malversación y la inflación se hagan cargo. Los contratos, que están destinados a servicios públicos, se desvían para atender los bolsillos privados de familiares de funcionarios. 

 ¿Qué significa esto para las masas y el crecimiento económico de la nación? Significa que las masas pobres no tienen nada de qué disfrutar y la economía permanece estancada. 

¿Cómo puede desarrollarse una sociedad en una tierra contaminada por la corrupción?

Toda sociedad que esté dispuesta a desarrollarse, a emprender prácticas prudentes y una administración transparente debe evitar la corrupción. Pero las sociedades corruptas tienen dificultades para evitar el saqueo de las tesorerías públicas y, por lo tanto, su desarrollo es casi imposible. 

En los países como el nuestro, donde la corrupción es más desenfrenada, se viola el estado de derecho como consecuencia de un grave abuso de poder, lo que hace que los controles y equilibrios sean casi imposibles. Esto es muy grave frente a la administración pública. 

La corrupción es una amenaza letal para cualquier sociedad, pues mata el desarrollo económico de una nación, debilita la cultura política y desestabiliza el crecimiento y el desarrollo, cabe destacar que en los países como la República Dominicana, donde la corrupción está muy extendida, los pobres son los que más sufren.  

A menos que se garantice la rendición de cuentas y el castigo, las autoridades seguirán siendo corruptas y la sociedad seguirá débil y enferma. Estos son tiempos desafiantes, no es momento para pelear entre nosotros, es hora de que nos unamos, dominemos a los corruptos y hagamos un cambio radical para bien de nuestra sociedad.

  • El autor es comunicador, residente en Santo Domingo Este.-