POR LUISA REBECA VALENTÍN
SANTIAGO DE LOS CABALLEROS, RD.- Observar a la gente a la salida de la Feria Internacional del Libro arroja información. Me senté en un costado del Teatro Nacional Eduardo Brito y, desde esa tribuna observé. ¿Qué lleva la gente en las manos cuando sale de la feria?
Nada. Muchos no llevan nada… Después del recorrido, unos solo llevan una caja de pizza en sus manos, hay niños que llevan globos, unos un dibujo en la cara, otros unos gigantescos lápices que venden dentro. Otros cargan con una pulsera plástica o artesanal, un vaso de refrescos o un mata tiempo. En casos muy excepcionales llevan un libro.
Otros traen la impresión de haber visto cómo han avanzado las instituciones del Estado que exhiben sus impresionantes módulos que nada tienen que ver con el libro, pero que sí muestran cómo ha evolucionado y progresado cada una de las dependencias oficiales.
¿Qué lleva la gente que sale de la feria del libro? Ningún libro, quizás una revista de modas o un sticker de su artista favorito. Lleva sí el estómago lleno de pizza y refresco. Un paseo por el Metro de Santo Domingo. No lleva un libro, no lleva una buena experiencia, lleva esa sensación de vacío… No lleva nada.
A la salida, una mujer me narra una historia desagradable. Pasó por el Boulevar del Haikú y se encontró con tres groseros que deberían estar en un corral. Esos tres nada tienen que ver con la cultura y dañan la gestión del ministro Rodríguez. ¿Qué lleva la gente que sale de la feria? Nada.
Tomado del Periódico Voz Diaria – lro de Mayo, 2013.
