Por JUAN CRUZ TRIFFOLIO
SANTO DOMINGO ESTE, RD.- La niñez tiene sus encantos como expresión de ser flor de la vida.
En su sonrisa se envuelve la candidez e ingenuidad que habla de su hermosura.
Ser niño es un privilegio que exhibe la majestuosidad de la obra del Divino Creador.
En sus movimientos se manifiesta la cadencia del diario vivir.
Sus imprevisibles y repentinas preguntas envuelven sus ilimitadas ilusiones y quimeras.
En sus carreras y saltos luce reproducirse el modelo de subsistencia que llama superar cuantos escollos procuran limitar alcanzar la meta.
Y es que en estos locos bajitos, fuentes de alegría y amor, la vida proyecta sus múltiples matices de esperanza.
Encarnan trascendentales razones de la existencia humana y del amor inagotable.
Son hermosos y genuinos regalos del Todopoderoso para la vida tener sentido.
Ah, los niños… cuánta sabiduría en sus diminutos cuerpo..!!
Nos enseñan la grandeza que encarna la pequeñez..!!
Quererlos y protegerlos es nuestro deber ineludible….
Amarlos es educarlos..!!
