Por NARCISO ISA CONDE
El presidente Danilo Medina, en su discurso de los cien días, optó por seguir prometiendo lo prometido, justificó el paquetazo y apoyó el borrón y la impunidad.
Danilo obvió los detonantes de la indignación acumulada, incluidos los graves problemas ambientales derivados de los planes de FALCONDO, Barrick Gold, Uni Gold, Gold Corp. y otras corporaciones mineras contra la vida del país.
No hay razones para no movilizarse. Es necesario darle nuevos impulsos a esta primavera dominicana, motorizada por una hermosa impronta juvenil.
Estamos obligados a continuar la marcha emprendida, a desplegar en múltiples formas el clamor de justicia, aun con las fiestas de Navidad y Año Nuevo por delante e incluso inmersos/as dentro de ellas.
La creatividad nos convoca a combinar la lucha y la alegría, a vincular el combate a las tradiciones:
-Con arbolitos navideños de los que cuelguen los políticos corruptos, los empresarios traficantes de influencia y los narco-generales.
-Con adornos y decoraciones reclamando sanciones para saqueadores y ladrones, y satirizando los impuestos empobrecedores.
-Con aguinaldos con canciones alusivas a la lucha contra impunidad, a los efectos del paquetazo, a los políticos corruptos, a la depredación ambiental de las megas-mineras…
-Con jenjibradas donde la indignación se torne alegre y concienzuda.
Las demandas y las rebeldías del pueblo y su juventud pueden y deben estar presentes en estas fiestas.
Esta Navidad y este Año Nuevo se ubican en un periodo especial de nuestra historia, como aquel periodo navideño del 1961, en el que primó la consigna “Navidad con libertad”.
Es especial el periodo porque el régimen político, la dictadura institucionalizada, está en serios aprietes, cuestionada en calles y plaza, en casas y colmadones, en ciudades y campos, en muchos rincones del país.
Sectores de las capas medias y una parte de la juventud, que antes se mostraban pasivas o en actitud favorable al PLD, cambian su humor y su actitud, apuntando ahora contra sus desafueros, exigiendo cárcel para Leonel Fernández y su cúpula corrompida.
El régimen, sus poderes, sus dirigentes, chorrean lodo por todas partes. Están detrás y delante de nosotros/as, y no hay manera de que las denuncias e indignaciones -convertidas en “piedras” por Danilo- no le caigan arriba a sus odiosos personeros.
El borrón ya es imposible. Las cuentas son viejas y nuevas, y la impunidad de las mismas tiene “jarta” a la sociedad, ahora agredida por un paquete tributario destinado a compensar los que unos pocos se robaron.
Estas fiestas tan preciadas, cargadas de restricciones lacerantes y peores augurios para el 2013, deben ser volcadas contra ellos, sin ninguna pena, con alegría.
Así habrá de suceder también con el próximo Carnaval si nos proponemos que las hermosas tradiciones se fundan con el sentir y los anhelos del pueblo, con su imponente creatividad.