Visiones de la existencia: De aquellas misas de nueve a esta época del vacío

0
258
Iglesia San Juan Evangelista,
Salcedo, RD

Por PEDRO CAMILO

Apreciados amigos:

En esta mañana dominical recuerdo la misa de nueve en mi pueblo, actividad religiosa que era un punto de encuentro de la juventud de entonces.

Luego de la misa, los muchachos iban al Almendro Bar, que quedaba enfrente, y ahí se ponían a escuchar boleros, algunos, y otros a bailar. Era la época de Felipe Pirela, Tito Rodríguez, Roberto Yanés, Leonardo Favio y Marco Antonio Muñiz; era también el tiempo de Félix del Rosario y sus Magos del Ritmo y de Johnny Ventura y su Combo Show.

Cuando el reloj público daba las doce campanadas, como por arte de magia, todos regresaban a sus hogares para almorzar en familia, posiblemente un arroz con pollo que era el plato deluxe de los domingos. En la tarde iban al cine Ritz para ver un drama que siempre era una vaquerada y la interminable serie de Don Wilson y la Armada.

Y así la vida pasaba sin ningún sobresalto, apoyada en valores que le daban a la existencia un rumbo más o menos determinado, que para las muchachas era alcanzar un matrimonio feliz, y para los muchachos realizar un estudio universitario para conseguir una profesión, ganar dinero, ahorrar y vivir en paz con la conciencia.

Por supuesto, las cosas han cambiado.

Sin uno darse cuenta llegó la modernidad y con ella las instituciones se debilitaron, el torrente de informaciones saturó a todo el mundo y la reacción ha sido la apatía, y con la indiferencia los ideales y los valores sociales y morales han declinado; surge, por consiguiente, un individualismo que convierte al cuerpo en un objeto de culto, con todas sus implicaciones de angustia por el envejecimiento y la culminación del envejecimiento: la muerte.

Y fue Gilles Lipovetsky quien nos abrió los ojos al decirnos todo esto en su libro “La era del vacío” y nosotros reparamos en que desde aquellas misas de nueve a esta época del vacío han transcurrido muchos años, un tiempo que siempre es presente y que el espíritu trata de manejar con sabiduría: evade el vacío existencial del presente y busca la trascendencia cristalizada del pasado.

Ahora bien, esta evasión y esta búsqueda sólo serían útiles en tanto sirvan para convertirnos en actores y en espectadores que comprendamos las situaciones políticas y socioeconómicas del país y del mundo; y partiendo de esa comprensión, podamos tener conciencia de la historia para emprender acciones individuales y acciones colectivas que se apoyen en el peso del amor como fuerza que gravita en la voluntad.

Ponerles «quienes» y «palabras» a esas acciones es el reto de todos.

Abrazos de Pedro.