Por FRANK BURGOS
El gato es un animal domestico con características especiales, muy especiales. Felino al fin, de una hermosura que cautiva. Movimientos armónicos sin desperdicios, pero de una ferocidad certera, predador natural de roedores. Utiliza los mismos métodos para jugar que para atacar con sus armas, uñas y dientes. Cuando brinca o salta, siempre cae de pie, con una suavidad tal, que sus presas ni siquiera presienten que les viene encima la muerte, con unas guadañas especiales.
Cuando se siente acorralado, el minino por momentos decorativo, entonces de desdobla y aparece la fiera que es, y saca sus garras, enseña sus dientes afilados listos para apresar y desgarrar.
Una característica de la defensa del gato, es que protege su parte más vulnerable, con la inaccesibilidad del suelo generalmente, y solo deja, como elementos disuasivos, sus garras y sus dientes, frente a su oponente.
Vamos a ver el otro polo estas condiciones gatunas, y hagamos el símil de lo que está ocurriendo en la actualidad, con un pequeño segmento de la población política Dominicana.
Como los gatos, Leonel Fernández, y un grupo de acólitos que fueron durante los últimos 8 años de la vida republicana, los mininos decorativos, que recibieron toda clase de lisonjas, de caricias, que se comieron la carne preparada para todos los comensales, sin dejarle nada a nadie, como dice el pueblo, nos dejaban halando aire, entonces se tumbaban en el sofá a descansar y a dormir, con la barriga llena de lo que debía ser repartido entre todos, los que hemos aportado, para que la mesa se vea apetecible, y que cada uno ingiera parte del festín a partes iguales, o de acuerdo a su contribución.
Sin embargo, los comensales, advertidos por los jóvenes, nos dimos cuenta de que solo los gatos se comían, y buscamos una escoba para espantarlos, y evitar que siguieran arrasando con todo, sin pensar en los demás.
Pero que sucedió? Don gato y su banda, entraron subrepticiamente por el patio, y se quedaron en la casa.
Pero ahítos ya de los desmanes, los dueños de la casa, comenzamos a buscar la manera de salir de Don gato y su banda, y como conocemos sus malas mañas, pusimos a los muchachos, a que con creatividad, buscaran la manera de librarnos de esa banda de gatos, tan dañina como las ratas.
Comenzaron las velas, las protestas en juntaderas, mataron dos y fue como un tsunami que cubrió todo el país, las pancartas en los estadios y parques, camisetas y gorras, las canciones que gritan a los cuatro vientos; ¨LADRON LADRON LADRON…LADRON, LADRON LADRON¨, la juntadera frente a uno de los cuerpos del delito, sin importar las pedradas, ni la cera caliente en la cara, y continúa. Y ahi aparecieron los dolientes corajudos, que decidieron, mediante la constitución y las leyes que norman nuestra manera de convivencia institucional, cortarle las unas y los dientes a los gatos, para someterlos, amarrarlos y quitarle la carne que aún no se ha comido, para devolvérsela a los que si deben comerla porque son los que aportaron.
Y que está pasando? Don gato y su banda han comenzado a tocar el merengue más desafinado que oídos humanos puedan haber escuchado, completamente arrítmico, tratando de dar zarpazos y dentelladas a diestra y siniestra, sin orden ni concierto, pero con el objetivo claro de no dejarse cortar las garras, ni entregar lo que se cogieron, y han comenzado a ejecutar acciones como investigar a Guillermo Moreno, porque fue ayudante de fiscal del 86 al 88, a su esposa, porque está justamente pensionada como ex juez de la JCE, el otro, dice que a ese gato de Angora no lo toca nadie, que esos apartamentos, están bien repartidos, que no fui yo quien se robo esos cuartos, que antes eran 187 mil millones y ahora son mas, que los envidiosos no van a la gloria, que este es un pueblo de mal agradecidos, porque con la magnánima obra que hizo, deberíamos besarle los pies.
Se está defendiendo como gato boca arriba, pero le están cayendo encima los escombros del edificio que construyo sin zapata y sin varillas, para cogerse los cuartos, y como no puede salirse de debajo de la patana cargada de justicia popular, está asustado, aunque trata de no aparentarlo. El ¨clásico ladrón¨, tiene miedo, y aunque el miedo es libre, se le pone la carne de gallina, y se aferra al mismo tiempo que se defiende al fruto de su robo, no quiere soltar el botín, y el auxilio que buscó, curándose en salud en el exterior, se le ha negado, lo han dejado solo, es más le sacan en cara su robo, por lo tanto no puede salir de aquí, porque no va a encontrar una mano amiga que lo saque del hoyo, la tumba que el mismo cavó.
Por más que se defienda boca arriba, le quitaremos los pelos uno a uno, pa’que aprenda a respetar un pueblo, que nunca se ha doblado, ante gente como Don Gato y Su Banda, aunque se defiendan bocarriba, los palos en las costillas no se los despinta nadie, como hacen los músicos malos que destocan lo que ha tocado.