VENEZUELA.- Moriluz y Migdalia Morillo, hermanas de 59 y 60 años, votan desde hace años en el mismo colegio electoral en el que sufragaba el fallecido presidente Hugo Chávez, en el feudo chavista del 23 de enero, en el oeste de Caracas. «Lo vimos muchas veces, todo el mundo enloquecía. Hoy se siente un vacío», dicen.
Un gran mural que representa al libertador Simón Bolívar con sus dos maestros Simón Rodríguez y Andrés Bello adorna el patio interior del liceo bolivariano Manuel Palacio Fajardo, donde más de 3.700 electores están inscritos para votar en estas elecciones en las que se escogerá al sucesor de Hugo Chávez -fallecido el pasado 5 de marzo- entre su delfín Nicolás Maduro y el líder opositor Henrique Capriles.
«Nosotras veníamos a votar a la hora que venía el presidente, porque queríamos verlo. Me siento como si faltara algo, triste. Él nos ayudó mucho», explica la mayor de las hermanas, que no oculta sus lágrimas tras sus gafas de pasta roja.
«La última vez -en las elecciones en las que fue reelecto el 7 de octubre- votó allá, todos querían verlo», agrega señalando una de las aulas, de la que varios electores entran y salen. En las paredes de este liceo de tres plantas, al que asisten estudiantes de 11 a 17 años, no faltan afiches y fotografías del líder que gobernó Venezuela desde 1999, pero aun así se nota su ausencia.
«Él solía votar entre 11 y 12 de la mañana. La calma de hoy no tiene nada que ver con el alboroto de cuando se esperaba que viniera», comenta bajo anonimato un guardia que custodia una de las puertas del liceo, mientras señala la fila de no más de 15 personas que esperan registrarse con el captahuellas para iniciar el proceso de votación electrónico.
Se espera que durante la jornada acudan a votar las dos hijas mayores de Chávez así como su yerno y vicepresidente, Jorge Arreaza. Chávez, que ganaba por mayoría aplastante entre las clase más populares, tenía una relación muy especial con la parroquia 23 de enero, convertida en símbolo de su revolución bolivariana y donde cuajó su discurso radical que polarizó a los venezolanos.
A menos de un kilómetro, en lo alto de una colina poblada de humildes viviendas de ladrillos multicolores, se alza el «Cuartel de la Montaña» desde el que en 1992 Chávez urdió el fallido golpe de Estado contra el entonces presidente Carlos Andrés Pérez y en el que ahora reposan sus restos.
Entre los que acuden a votar, su nombre suena mucho más que el de Maduro, a quien antes de morir nombró su heredero político, y que el de Capriles, a quien casi nadie nombra.
«No hay duda que vamos a ganar, en su memoria. Es un hombre grande y como él no habrá más nunca ninguno. Tenemos todos que salir a votar por Maduro, como él dejó dicho. Si ganan los otros (la oposición) se olvidarán de los pobres», asegura Reyna Brizuela, una secretaria de la Universidad Central de Venezuela, vestida con camiseta blanca con el lema «I love Venezuela».