Competencia entre taxis irrumpe en La Habana

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"Hay más competencia, así que hay que 'guapear' y correr para recoger gente, eso hace más peligroso el trabajo", dijo Pupy, un taxista de 52 años que maneja un "Chrysler 1957".
«Hay más competencia, así que hay que ‘guapear’ y correr para recoger gente, eso hace más peligroso el trabajo», dijo Pupy, un taxista de 52 años que maneja un «Chrysler 1957».

LA HABANA.- Los taxis de La Habana, en su mayoría vetustos carros norteamericanos que brindan servicio compartido, se enfrentan por primera vez en décadas al inusual escenario de tener que competir por los pasajeros, tras un boom de licencias para transportistas privados.

En una ciudad donde los problemas del transporte público son crónicos es extraño ver vehículos buscando viajeros y no al revés, pero la irrupción de cientos de nuevos taxis en los últimos dos años ha cambiado las cosas.

Las licencias a taxistas privados ha permitido reforzar algunas rutas tradicionales e incluso abrir nuevos itinerarios, pero los taxistas más antiguos en el negocio se quejan de que hay «mucha presión».

«Hay más competencia, así que hay que ‘guapear’ y correr para recoger gente, eso hace más peligroso el trabajo», dijo Pupy, un taxista de 52 años que maneja un «Chrysler 1957».

Aunque fue en 2009 cuando el Gobierno de Raúl Castro retomó la concesión de licencias de transporte tras nueve años de suspensión, la remontada del sector llegó en 2010 con las nuevas aperturas para el empleo autónomo y el permiso para contratar trabajadores.

Hasta entonces, las licencias para taxistas privados estaban restringidas a un vehículo y su propietario tenía prohibido incluso ceder su coche a un familiar o amigo para realizar ese trabajo. De las casi 400.000 licencias a privados reportadas en el país hasta diciembre pasado, un 11 por ciento pertenecen al área transportista y una buena parte se concentra en La Habana.

«Hay demasiados carros y de cualquier provincia de Cuba trabajando aquí, y La Habana no está preparada para esto, no hay calles ni infraestructura», se quejó Héctor, otro taxista con 15 años de experiencia.

Los más veteranos dicen que muchos conductores jóvenes carecen de «cortesía vial», y que precisamente ellos son mayoría dentro del nuevo grupo de «contratados», quienes en cada jornada tienen que buscar sus ganancias más las que exige el dueño del taxi.

En general, los privados trabajan con coches de cinco plazas, siguen rutas ya establecidas y tienen tarifas fijas de 10 ó 20 pesos cubanos (unos 0,40 y 0,80 centavos de dólar, respectivamente) según la distancia que recorra el pasajero.
En general, los privados trabajan con coches de cinco plazas, siguen rutas ya establecidas y tienen tarifas fijas de 10 ó 20 pesos cubanos (unos 0,40 y 0,80 centavos de dólar, respectivamente) según la distancia que recorra el pasajero.

Hace un año la prensa cubana calificaba de «significativo» el aumento de los chóferes contratados por los propietarios de los vehículos, pues entre 2010 y 2012 la cifra subió de unos 2.000 a más de 9.000.

En general, los privados trabajan con coches de cinco plazas, siguen rutas ya establecidas y tienen tarifas fijas de 10 ó 20 pesos cubanos (unos 0,40 y 0,80 centavos de dólar, respectivamente) según la distancia que recorra el pasajero.

En las avenidas donde convergen taxis con diferentes rutas, los habitantes de la ciudad usan un establecido sistema de señas con las manos para anunciar a los taxistas qué itinerario buscan.

Es un mundo complejo: hay modernos taxis estatales de servicio personal y tarifas exclusivas en pesos convertibles en divisas (CUC, moneda fuerte), y otros también estatales pero «arrendados» por chóferes que lo mismo admiten viajes compartidos que personales y cobran en cualquiera de las dos monedas que existen en Cuba.

Están, además, los taxistas sin licencia que hacen señales con las luces para ser identificados por pasajeros potenciales y los taxis privados que operan en «piqueras» (centrales) en diferentes puntos de la ciudad, adonde hay que ir a buscarlos, y se les puede contratar para cualquier destino.

Estos últimos generalmente son coches modernos o procedentes del antiguo bloque socialista, pero la mayoría de los taxistas privados conducen autos estadounidenses de fabricación anterior a 1959. Son los populares «almendrones», el icono de los taxis en La Habana y uno de los mayores atractivos turísticos de la ciudad, pero que para mantenerse rodando muchos de ellos han sufrido con el tiempo una «metamorfosis» mecánica.

Por ejemplo, el «Desoto 1947» con el que trabaja Héctor es un híbrido con dirección de la marca «Volga», un volante de «Moscovitch», una caja de cambios coreana y asientos de «Yaris» y «Audi».

Pupy explicó que al aumentar el número de taxis, las autoridades tienen más exigencias con el estado de esos viejos carros y «aunque no lo parezca» muchos cuentan con nuevos sistemas de frenos y direcciones reforzadas y «están bien preparados para el trabajo».

Como norma, casi todos han sustituido los motores originales que eran de gasolina por otros de petróleo (diésel) para ahorrar en combustible. Algunos han ido más lejos y han adaptado artesanalmente al vehículo bombonas de gas licuado como combustible, una práctica ilegal que las autoridades han empezado a denunciar en los medios de comunicación por su peligrosidad.

Taxistas consultados creen que el uso de gas como combustible es cosa del pasado, «cuando la cosa estaba más mala». Pero otros afirman que algunos de esos coches, aunque pocos, salen en horarios «tranquilos» para no llamar mucho la atención y están en manos de gente que quiere «ahorrar y ganar rápido» en el negocio.