ESTADOS UNIDOS.- Las mujeres no solo van a entrar en puestos de primera línea de combate en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. También van a formar parte de las Fuerzas Especiales. Es decir, de unidades como los SEAL de la Marina, la Delta Force del Ejército de Tierra o los grupos de la Fuerza Aérea encargados de identificar blancos y de llevar a cabo misiones de rescate de pilotos derribados tras las líneas enemigas.
El cambio forma parte de la decisión, adoptada en enero pasado, de permitir a las mujeres participar en operaciones de combate. Es una medida que no hace más que dar carta de legalidad a algo que ya se llevaba aplicando por la vía de los hechos desde que estalló la Guerra de Afganistán en 2001, ya que, en un conflicto de guerrillas, es imposible distinguir de forma clara qué es frente de batalla y qué no.
En la última guerra contra una guerrilla en la que EEUU había participado antes, en Vietnam, las mujeres de podían formar parte de las Fuerzas Armadas. No obstante, en la invasión de Panamá, en 1991, hubo mujeres soldado que entraron en combate.
La cuestión, sin embargo, plantea problemas de convivencia entre los sexos. Y eso es algo especialmente importante en el caso de las Fuerzas Especiales, que forman pequeños equipos en los que la cohesión y el espíritu de grupo son fundamentalmente claves, y que además pueden pasar largos periodos de tiempo aislados de otras unidades.
A la llegada de mujeres se suma la de homosexuales, que fueron admitidos en las Fuerzas Armadas de EEUU hace un año. Y, si hay unidades que destaquen por tener una cultura particularmente machista son las e las fuerzas especiales.
Por esa razón, el Pentágono no va a empezar a admitir a mujeres en las Fuerzas Especiales hasta 2015. Y aún así, las primeras unidades en las que entrarán no serán las más sofisticadas. Aún no está claro cuando, por ejemplo, las mujeres podrán entrar en los Navy SEAL, el grupo que saltó a la fama hace dos años cuando mató a Oama Bin Laden.