Un muerto y tres heridos en las masivas protestas de indignados de Brasil

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Una mujer se asusta ante las acciones de los antidisturbios en Niteroi.
Una mujer se asusta ante las acciones de los antidisturbios en Niteroi.

BRASIL.- Habían advertido los manifestantes que sus manifestaciones no eran sólo por la rebaja de 20 céntimos en el precio del billete de autobús, aunque este era el lema inicial de las marchas. Y lo demostraron batiendo la pasada tarde todos los registros de participación después de que la mayoría de capitales ya hubiera reculado y retornado el valor del viaje en autobús (así como otros transportes públicos) a su valor inicial.

Cuanto más multitudinarias (y con más presencia policial) sean las protestas, más posibilidades de enfrentamientos existen. No en vano, tras más de diez días de protestas. esta noche se han registrado la primera víctima mortal. Un joven de 18 años ha muerto y al menos tres han resultado heridos en Ribeirao Preto, a 313 kilómetros de Brasil.

Según las primeras informaciones ofrecidas por la TV Globo, durante la protesta, el conductor de un vehículo, impedido de circular libremente a raíz de la movilización, atropelló adrede a los manifestantes que marchaban por las calles de un barrio de clase media alta de la ciudad.

En Rio de Janeiro, se registraron incidentes violentos ya desde las seis de la tarde (once de la noche en España). Hasta 300.000 personas se reunieron en el centro de la ciudad, algunos de ellos incluso enfrentándose entre ellos. Los más pacíficos pedían calma a los agitadores y así se encendieron las primeras peleas, que pronto se trasladaron a mayores enfrentamientos con los agentes policiales, con pequeñas hogueras urbanas y con intento de invasión en el Ayuntamiento. La policía había repartido 30.000 panfletos pidiendo que la marcha se desarrollara en paz, pero no fue útil para todos.

En São Paulo se respiró en inicio un ambiente más festivo y pacífico. Quienes pidieron orden y protestas pacíficas se impusieron a los agitadores, así como los apartidarios exigieron a miembros de grupos políticos que no mostraran sus banderas. Horas antes, el gobernante PT manifestó su apoyo a las protestas y pidió a sus militantes que las siguieren, incurriendo en la contradicción de que gran parte de las reivindicaciones son en contra de su propia gestión. Dilma, por su parte, canceló su viaje oficial a Japón (con quien está cerrando un acuerdo de cooperación nuclear) por las protestas.

En Fortaleza, la destrucción de mobiliario urbana fue aplacada por la policía cuando los manifestantes intentaron acercarse al estadio Fonte Nova, poco antes de que se celebrara el encuentro Nigeria-Uruguay, correspondiente a la Copa Confederaciones. El gasto en megaeventos deportivos en vez de en sanidad y educación es una de las reivindicaciones más recurrentes entre los manifestantes.

Dilma Roussef, custodiada por el ejército

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, trabaja en su oficina del Palacio del Planalto, en Brasilia, protegida por un escudo humano formado por hombres del Ejército y la Policía. La seguridad de la sede presidencial está a cargo de unos 200 hombres de las Fuerzas Armadas y de la Policía, que impiden la invasión de manifestantes.

Además, la presidenta brasileña ha convocado para este viernes una reunión de emergencia de su gabinete para tratar la situación generada por la oleada de protestas en el país, que esta madrugada han llegado a su mayor alcance. Alrededor de un millón de personas se han congregado en las calles de diferentes ciudades brasileñas.

En Brasilia, la policía ocupó el techo del Congreso Nacional, que el pasado lunes fue ocupado por manifestantes, y sofocó a algunos manifestantes con gas pimienta, después de que estos superaran una primera barrera para llegar al césped de la Plaza de los Tres Poderes. En la capital se vivieron momentos de gran tensión y confusión entre los manifestantes y los efectivos policiales a cuenta de varias hogueras en la calle.

También en la capital administrativa se ha producido un ataque al Ministerio de Asuntos Exteriores. Un reducido grupo de los indignados consiguió romper el cristal de una de las puertas de acceso al edificio pero fueron rápidamente reprimidos por los agentes de la policía.