NEW YORK.- La violencia contra las mujeres y las niñas por el solo hecho de serlo alcanza niveles de impunidad «escandalosos», por no aplicarse medidas que le pongan freno en varios países latinoamericanos, dijo la directora de ONU Mujeres para América Latina y el Caribe, Moni Pizani.
En una entrevista con la jefa regional de ONU Mujeres señaló que pese a que se ha avanzado mucho en la erradicación de la violencia contra las mujeres, se trata de «una de las violaciones más generalizadas de los derechos humanos».
«El hecho de que las autoridades no investiguen, enjuicien ni castiguen a los responsables de actos de violencia contra la mujer, contribuye a crear un clima de impunidad», afirmó.
Agregó que en la región se trabaja en un Modelo de Protocolo Latinoamericano de Investigación de las Muertes Violentas de Mujeres por Razones de Género, redactado por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y ONU Mujeres.
Un objetivo prioritario del protocolo es «precisamente» promover la incorporación de la perspectiva de género en la actuación de las instituciones a cargo de la investigación, sanción y reparación de los feminicidios.
Consideró importante que los Estados tipifiquen el feminicidio y promuevan cambios en el servicio público de justicia que garanticen el debido proceso y superen los modelos discriminatorios hacia las mujeres que prevalecen en la cultura de los administradores de justicia.
La semana pasada, ONU Mujeres reunió en Panamá a expertos de 15 países entre magistrados, jueces, policías, forenses, abogados y académicos, que hicieron recomendaciones para la investigación, enjuiciamiento y reparación por la muerte de mujeres con la idea de incorporarlas al protocolo y abordar el feminicidio.
Los expertos reconocieron la «importancia» y «pertinencia» del Modelo de Protocolo para combatir la impunidad en los casos de feminicidio en la región, y recomendaron capacitar a funcionarios del poder judicial.
El feminicidio es considerado como uno de los principales problemas que enfrentan las mujeres de América Latina, donde en 2011 hubo 1.139 homicidios de mujeres en ocho países de la región, según estudios de la ONU.
Para Pizani, el problema consiste en que la iniciativa de varios países de adoptar medidas y planes para frenar este tipo de crímenes enfrenta el «desafío» de la falta de implementación.
Esto, indicó, «ha traído como consecuencia niveles escandalosos de impunidad, que en algunos de nuestros países alcanzan el 98 % de los casos reportados».
Agregó que menos del 10 % de los casos de feminicidio llegan a sentencia en la región y en algunos países «solo el 1 %».
Otros estudios señalan que la extensión global del feminicidio está estimada en 66.000 víctimas al año, entre 2004 y 2009, lo que supone que el 17 % del total de víctimas de homicidios lo fueron por el hecho de ser mujeres.
Citó datos del Informe de Desarrollo Humano de Centroamérica 2009-2010, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que dan cuenta que 2 de cada 3 mujeres centroamericanas son asesinadas por el hecho de ser mujeres.
Mencionó también investigaciones que indican que 14 de los 25 países con mayor tasa de feminicidios son de las Américas, 4 en el Caribe (Jamaica, Región de las Antillas, Bahamas, República Dominicana); 4 en Centroamérica (El Salvador, Guatemala, Honduras y Belice) y 6 en América del Sur (Colombia, Bolivia, Venezuela, Brasil, Ecuador, Guayana).
Aun así, lamentó que los datos disponibles en la mayoría de los países son aún muy poco fiables o inexistentes y que muchas de las muertes de mujeres no están clasificadas como feminicidios.
Explicó que dependiendo del país se cuenta con indicadores diferentes para sistematizar los datos, y que incluso dentro de los propios países los sistemas de información son heterogéneos.
Pizani citó el Cuarto Informe Estado de la Región en Desarrollo Humano Sostenible» en Centroamérica, entre 2000 y 2007, que señala que los asesinatos de mujeres han ido creciendo en una tasa mucho mayor que la de los hombres.
«Hablamos de que si los homicidios de hombres aumentaron, según los países un 40 o 68 % el de las mujeres lo hicieron un 111, 141 o hasta un 166 %».
Pizani dijo que el asesinato de una mujer por el hecho de ser mujer representa la forma extrema de violencia de género y es «la punta del iceberg de un fenómeno de violencia general, que se acepta social y culturalmente, y que se ejerce contra las mujeres».
Opinó que un modelo de masculinidad rígido y estereotipado en que se interpreta determinadas conductas de la mujer como una «amenaza a su autoridad», hace que muchos hombres «consideren legítimo el uso de la fuerza para mantener el control de la situación y sobre su pareja».
«Esto explica los altos porcentajes de agresores que asesinan a su pareja cuando esta decide abandonar la relación», dijo.
Precisó que datos globales indican que 4 de cada 10 asesinatos de mujeres por sus parejas se dan cuando estas se encuentran en proceso de separación del agresor, exactamente el 40,46 %.