El papa Francisco se moviliza en un viejo automóvil regalado

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Zocca le dijo que ese automóvil ya había hecho mucho por los pobres y que ahora tenía que ser del papa.
Zocca le dijo que ese automóvil ya había hecho mucho por los pobres y que ahora tenía que ser del papa.

ROMA. – Un párroco italiano le regaló al papa Francisco un viejo automóvil Renault de casi 30 años, con unos 300 mil kilómetros recorridos, en el cual el pontífice se puso al volante de inmediato.

Renzo Zocca, de 70 años, párroco de un pequeño pueblo de Verona, al norte de Italia, le escribió al papa para ofrecerle su automóvil y a principios de agosto, el pontífice lo llamó por teléfono para agradecerle el gesto y decirle que aceptaría su regalo gustoso.

Según publicó Vatican Insider, ambos hablaron por largo rato y durante la conversación el papa le preguntó al párroco: «¿De verdad estás seguro?, ¿de verdad quieres traérmelo?, ¿no es mejor que se lo des a los pobres?».

Zocca le dijo que ese automóvil ya había hecho mucho por los pobres y que ahora tenía que ser del papa.

El sábado pasado, Francisco encontró en la plaza de Santa Marta un grupo de 50 fieles de la diócesis de Verona, acompañados por Zocca, que le trajo como regalo Renault 4 de 1984, de color blanco.

El párroco le contó a la revista católica Familia Cristiana que el papa lo llamó al teléfono y le dijo: «Soy papa Francisco» y que éste aceptó el coche como regalo y ambos acordaron encontrarse el 7 de septiembre.

«Cuando nos encontramos, frente a Santa Marta, junto a ese Renault 4 blanco recién enlucido, por razones de seguridad sólo había 50 de mis parroquianos. El papa salió de Santa Marta y nos abrazamos con fuerza, durante un minuto interminable».

«Antes de la audiencia privada, que iba a tener lugar en un aula junto a la Sala Nervi, le confié que me sentía mal por esos otros 50 que se habían quedado fuera con la nariz pegada a la verja de San Pedro».

«El respondió: pues vamos. Subimos cuatro al coche: yo conducía, él a mi lado, detrás el mecánico Stefano y mi asistente Luigi. Stefano me dijo: ve despacio, ¡estamos en el Vaticano! El cuentakilómetros marcaba 30 por hora. No le digo la emoción de esos 50 feligreses que vieron llegar la R4 y bajar de ella al Santo Padre».

«Antes de despedirnos me dijo: escríbeme otra vez. Le di las llaves del coche y se puso al volante. Me dijo que él también había tenido un R4 y que su coche tampoco le había dejado tirado nunca. Le vi alejarse en ese coche, como si fuera la cosa más natural del mundo», concluyó.