Por Ramón Mercedes
Comunicador, activista comunitario y dirigente político residente en NY
Nueva York.- Se entiende por funcionario público todo aquel que da su mejor y mayor esfuerzo, aguardando como recompensa la satisfacción del deber cumplido, ya que por eso es que el Estado le paga con los impuestos del ciudadano.
En el desarrollo de este artículo, vamos a enumerar tres actitudes de un funcionario público en esta ciudad que estarán basados en el pretexto biblico de Juan 8:32 “conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.
Un funcionario fatuo es aquel que actúa y se siente engreído, habla o se comporta convencido de su superioridad con respecto a los demás.
Es Eróstrato cuando está ávido de fama a cualquier precio, en tener un afán desmedido de ser famoso, porque se centra únicamente en conseguir que se hable de él.
Y es megalómano en tener un delirio de grandeza, es decir se aplica a la persona que se cree más importante de lo que es.
Lo de fatuo porque lo ha demostrado al irrespetar la solemnidad de su investidura, al ofender y maltratar públicamente a la actual secretaria general del Colegio Dominicano de Periodistas (CDP), frente a una multitud de personas cuando asistían a la inauguración de la Feria Internacional de Libro en NY, y todo porque la filial periodística haber denunciado el atraso de una asignación económica de 350 dólares mensual durante los últimos 7 meses, según confecciones de la dama periodista.
Lo de Eróstrato porque recientemente dejó inaugurado un de la institución gubernamental donde aparecen 37 fotos suyas y sólo una del presidente Danilo Medina, además los esfuerzos de sus relaciones públicas reseñan y destacan la mas mínima acción laboral, recibiendo o entregando pergamino, placas o reconocimientos donde algunos empresarios, políticos y comunitarios le valoran ese tipo de trabajo como positive.
Lo de megalómano porque lo deja entrever en sus conversaciones y actuaciones, se alardea de las propias cualidades de las que probablemente carece.
Ser funcionario público es ser eficiente, transparente y no ser reacio al escuchar opiniones críticas y que sea la comunidad la que diagnostique su desempeño y no enviar emisarios asalariados a convencer empresarios, políticos y comunitarios para que valoren su gestión y luego destacar en los medios como logros personales.
Rómulo Betancourt, uno de los líderes democráticos más importantes de América Latina, por el tiempo que le tocó vivir, y las circunstancias que debió afrontar, escribió “he vivido lo suficiente para haber aprendido que los elogios a hombres públicos tienen deleznables cimientos y que las rachas nada benévolas de la historia terminan para siempre por desmantelarlos”.
¡Trabajo!, ¡trabajo! y ¡trabajo! que se sienta y refleje en la comunidad y no mandar a decir en los medios de comunicación que la comunidad dominicana “valora en su justa dimensión» las obras que realiza.
Abraham Lincoln, expresó “se puede engañar a una parte del pueblo, todo el tiempo; se puede engañar a todo el pueblo, una parte del tiempo; lo que no puede hacerse es engañar a todo el pueblo, todo el tiempo”.