COREA DEL SUR.- Más de 1.000 millones de seres humanos viven sin electricidad y 3.000 millones usan combustibles peligrosos para la salud, un serio obstáculo al desarrollo que requiere una solución urgente, según expertos del sector reunidos en Corea del Sur.
El acceso a la energía fue el tema que cerró el jueves el Congreso mundial de energía (WEC, por sus siglas en inglés), que se celebró esta semana en la Daegu, en Corea del Sur.
«El statu quo no es aceptable. Hay que dejar de negar la realidad, es algo que debe inquietar a todo el planeta, es una cuestión de paz social» explicó Marie-José Nadeau, una canadiense que sucede al francés Pierre Gadonneix a la cabeza del WEC.
«Es un problema económico, un problema educativo, sin luz no se puede estudiar por la noche y sin corriente no se puede tener internet. También es un problema de pobreza y de salud», aseguró la directora general de la Agencia Internacional de Energía (AIE).
«Muchos países han hecho grandes progresos, como México, Tailandia, China o India, pero cuando se sabe que en Indonesia el 30% de la población no tiene acceso a la electricidad, nos damos cuenta de que hay mucho por hacer», asegura.
Según la AIE, casi 1.500 millones de personas no tienen acceso a la electricidad, y 2.800 millones cocinan con combustibles muy contaminantes (maderas, diversos desechos, queroseno, carbón), cuyo humo respiran, con graves consecuencias para su salud.
«La contaminación del aire interior debido a la falta de acceso a la energía provoca cuatro millones de muertes prematuras cada año», sobre todo niños y mujeres, recordó Daegu Kandeh Yumkella, que dirige el programa «Energía duradera para todos» lanzado el año pasado por la ONU.
«Para combatir la pobreza, hay que resolver ante todo el acceso a la energía» , añade.
Para ello, según los expertos, todas las tecnologías necesarias han de ser utilizadas para electrificar las zonas rurales o aisladas.
Vijay Iyer, responsable del Banco Mundial, cita los ejemplos de Vietnam y Túnez, que han llevado a cabo con éxito programas de electrificación.
El acceso a la energía «es algo posible, pero requiere un esfuerzo masivo» y concertado a todos los niveles, desde los gobierno a los ciudadanos, pasando por las empresas e instituciones internacionales.
El WEC llamó a todos los gobiernos a llevar a cabo esta tarea. Según sus cálculos, al ritmo en que van las cosas, «entre 730 y 880 millones de personas seguirán privadas de acceso a la electricidad en 2030, principalmente en Africa subsahariana». Y en 2050, serán entre 319 y 530 millones en esa situación.
No se trata de hacer caridad, afirma Yumkella, que alienta a las multinacionales de la energía a aprovechar las «oportunidades económicas y de inversión en la creación de nuevos mercados y empleos».
Ello pasa por una movilización en el terreno, subraya Bunker Roy, fundador de Barefoot College, una ONG india que forma a «abuelas africanas iletradas» para convertirlas en «ingenieros solares», capaces de instalar paneles fotovoltaicos en sus pueblos.