Por GERARD VALDEZ
ARGENTINA.- Después de firmados los tratados de paz de Westfalia entre mayo y octubre de 1648 se inicia un nuevo orden en la Europa central basado en el concepto de soberanía nacional que otorgaba el principio de integridad territorial.
De ahí que historiadores entiendan que fue el inicio de las llamadas Relaciones Internacionales que al día de hoy, a pesar de considerarse una rama de la Ciencias Políticas es también tratada como ciencia, cuyo objeto de estudio es la diplomacia, vista como manejo profesional de las relaciones entre estados y organismos internacionales.
Otros autores citan que el nacimiento de esta disciplina está relacionado con la catedra de Woodrow Wilson en Alemania. Este presidente estadounidense había fomentado la Sociedad de Naciones que luego termino siendo la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Otros la citan en la post segunda guerra mundial donde los Estados Unidos se convierten en protagonistas del sistema internacional, logrando esto, con la táctica aprovechada de la debilidad europea y la formación dentro de sus universidades de capital humano que era integrado a labores de estado.
Las Relaciones Internacionales se convierten en una herramienta de desarrollo y avance entre las naciones pues sus puntos de trabajos van desde un intercambio o un tratado comercial, hasta el manejo de conflictos bélicos.
Es decir y se sobre entiende, que las naciones soberanas que puedan manejar bien y con un buen plan sus Relaciones Internacionales pueden muy bien convertirse en beneficiarias del actual mercado de riquezas en el sistema mundial.
Los Estados Unidos es un ejemplo de ello, pues mediante el manejo de las mismas han logrado imponer sus intereses, defenderlos y aumentarlos, estemos de acuerdo o no con el método. Otras naciones han logrado con ello el crecimiento sustancia de sus economías mediante mecanismos de rejuego internacional de economía y capital.
Las naciones se hacen representar ante las demás mediante un embajador en cuyos hombros recae la responsabilidad de índole política, económica, turística y cultural que son a su vez intereses de la nación que representa.
También está el consulado que es una representación que debe velar por la integridad y seguridad de los ciudadanos de su país.
Estos cargos son de tanta importancia que necesariamente debemos citar el caso estadounidense donde el Secretario de Estado es quizás el cargo más importante dentro de la administración del Poder Ejecutivo después del presidente y vicepresidente de esa nación.
Con este ejemplo podemos ver la importancia que posee tal herramienta internacional en una política de estado.
Buenas relaciones pero poco aprovechadas
La Republica Dominicana posee Relaciones Internacionales amigables con una cantidad considerable de países, esto no quiere decir que los que falten no tengan amistades buenas, pero son menos cercanas que las demás.
En el hemisferio el país goza de buenas relaciones con todas las naciones y logra una buena acogida internacional en los foros, cumbres y encuentros sectoriales. Sin embargo la nación nacida en el siglo rompe cadenas coloniales como lo fue el XIX, no ha logrado beneficiarse a plenitud de las bondades de las Relaciones Internacionales.
Regularmente sus destinatarios solo logran cumplir el primer y segundo nivel de sus labores que consisten en representar y fomentar alguno que otro escaso tratado… por fuerza de ley natural del cargo, resuelven alguno que otro problema de los ciudadanos que representan.
Esto ha sido así desde que en 1844 se independizara la nación y empezara a recibir reconocimiento de otras naciones ya establecidas.
La poca política internacional de la Republica Dominicana le ha generado pérdidas incalculables en áreas políticas, económicas, culturales y turísticas.
Tomando nota de esto anterior debo hacer público lo que me comunicara un profesor durante una conferencia en Buenos Aires: “la Republica Dominicana solo ha vendido parte o muy poco de lo que es en realidad… el detalle es que no se sabe vender”.
Esta frase no la entendí como un entreguismo o un atentado nacionalista, era claramente entendible entre lo lógico y lo económico, no nos hemos sabido vender como producto país solo hemos arañado la idea y solo haciendo estos arañazos hemos logrado lo que hasta hoy vemos.
Una promesa de campaña
Para el 2011 en medio de la campana electoral el entonces candidato oficial Danilo Medina entendía que las representaciones diplomáticas dominicanas debían ser herramientas para vender el producto país.
Para ello se crearían las condiciones, no solo reduciendo al personal sino también calificando al que iba a quedar, orientándoles en lo que debería ser una eficaz política internacional, que no vaya únicamente a representar el país y a lograr viajes placenteros, sino que también hagan la magia de levantar la moral económica, política y cultural de la república.
Sin embargo y como en casos anteriores, la costumbre se ha impuesto y las palabras del hoy presidente nos hacen recordar que el candidato es el candidato, el presidente es el presidente, el candidato promete y promete y el presidente cumple lo que puede o le dejan poder.
Esto lo decimos por el hecho de la palabra empeñada, la cual nos ayudaría a resolver el dilema de si tenemos una demagogia más en la basta cartera histórica de la política dominicana.
Hemos revisado una y otra vez las alocuciones del presidente Medina y notamos en su discurso del 16 de agosto del 2012 donde menciono con lujos los cambios en nuestras representaciones diplomáticas y la política que llevaría a que el país se beneficiara claramente de esta herramienta.
Sería bueno si el presidente vuelve a leer esas notas y será seguro que vera en esos papeles, ya amarillos, lo lejos que esta de esos planteos.
Mientras tanto el país pierde los beneficios de una eficaz política internacional dentro de las bondades que otorgan los mercados. Mientras tanto los logros diplomáticos se limitan a no tener países enemigos.
Mientras tanto la torpeza diplomatico-finaciera nos hace perder millones de dólares con los turistas, los inversionistas y la colocación de nuestros productos. Mientras tanto los ciudadanos dominicanos en otras naciones se sienten huérfanos pues sus representantes solo son gente de fotográficas con sus familiares en puntos de mejor vista.
Mientras tanto la moral de un pueblo en el exterior es débil y solo simpática, no productiva. Mientras tanto el país pierde en la inversión de mantener un número aún no claro de representantes en el exterior sin que esto represente un beneficio real y sustancial. Mientras tanto los Ministerios de Relaciones Exteriores (Cancillería) y el de Turismo solo son planes vagos o simples ensayos de lo que deberían ser ante la comunidad internacional.
Estudio en la argentina y por ende resido temporalmente en esta nación ubicada en lo más austral de América, a diario conozco casos donde veo como perdemos importantes beneficios económicos y turísticos.
Veo a diario la forma de como levantar la moral de un país, mi país, la cual anda en desbandada sin que a las autoridades que nos representan les dé mucho frio o calor, pues solo se dedican a la representación de vez en cuando y de mal humor, se abocan a la tramitación de un documento o pasaporte.
No existe la defensa de la integridad del ciudadano, no existe la verdadera promoción turística, no existe el proyecto de nación dominicana que alcance sus ciudadanos donde estén y en la condición que se encuentren.
Dominicano en Argentina es decir “prostitución, droga, trata de blancas y bailarines mal educados” eso en referencia a los ciudadanos en cuanto al país se refieren en forma colectiva “que lindas playas” como si solo eso tenemos en la tierra colocada en el mismo trayecto del sol.
Situación que se torna más grabe cuando nuestras delegaciones no conocen ni siquiera la cantidad de dominicanos que están establecidos en esta nación del llamado MERCOSUR.
Seguiremos esperando ver florecer la idea de sembrar una verdadera maquinaria de aprovechamiento de las Relaciones Internacionales de la Republica Dominicana. Seguiremos esperando ver derrumbarse toda la estructura ineficiente, torpe y poco capaz de la diplomacia que solo cumple el requisito de estar presentes, en ciertos casos solo se hace el primer día de presentación de cartas credenciales.
Seguiremos esperando la transformación de la política exterior. Seguiremos esperando que las oficinas de promoción turísticas dejen de ser un feudo de quienes la dirigen y aborten la idea de hacer viajes placenteros y se aboquen a hacer su trabajo realmente promocional.
Esperamos la palabra cumplida del antes candidato y hoy presidente. Si seguimos contando con un presidente de palabra, 9 millones de dominicanos le estaremos apoyando frente al resto que solo quiere beneficiarse del caos y el desorden.
En mi condición de estudiante con financiamiento propio siento en carne propia lo que vive un compatriota con ánimos de llevar a su país de origen conocimientos y bondades.
Triste se torna el caso cuando vemos el dispendio y el derroche a manos llenas sin parar de nuestros representantes diplomáticos, mientras nosotros no hablamos con nadie en las calles ni en el transporte público, no por miedo a que se nos cuarte la libertad de expresión sino porque a veces nos falta dinero hasta para comprar pasta de dientes.