Por Ramón Mercedes
Nueva York.- «Aquellos que no recuerdan el pasado, están condenados a repetirlo», escribió el poeta y filósofo español Jorge Santaya, y esto es para todas ONG’s que para garantizar el dinero que reciben desde el extranjero, han desatado una «campaña internacional descomunal» distorsionando la sentencia 168-13 (definir la nacionalidad a los hijos de extranjeros) emitida por el Tribunal Constitucional (TC).
No somos tratadistas para enjuiciar dicha sentencia, que viene a recuperar la soberanía en materia de nacionalidad, pero sí podemos sacar nuestras propias conclusiones, debido a la abundante lectura sobre el caso.
Los haitianos para Haití y los dominicanos para Dominicana, porque cada país tiene todo el derecho de regular dentro de sus fronteras lo relativo a la nacionalidad (Convención de La Haya, 1930), asimismo se han expresado la mayoría de los dominicanos.
Ahora el gobierno haitiano falsea la realidad, junto a un grupito de malos dominicanos, al acusarnos como país que estamos mandando a la apátrida a miles de ciudadanos de su nación, haciéndose ellos el olvidadizo con el artículo 11 de su Constitución, que dice “los hijos de madre o padre haitianos, son haitianos donde quiera que nazcan y vivan”, por tanto Haití es su patria.
Ha quedado demostrado que Haití sigue siendo nuestro enemigo y su plan sigue latente de que la ¨isla es única e indivisible¨, con el apoyo de varias potencias extranjeras, pero con esta sentencia del TC se ha parado en seco la trama de fusionar los dos países.
Los dominicanos debemos defender, como sea, nuestra República Dominica no permitiendo una nueva invasión, aunque sea pacífica, como tampoco permitir que nos roben nuestra identidad nacional, por la que se ha luchado tanto.
Los dominicanos no podemos perder de memoria los hechos que a los largo de nuestra historia han forjado nuestra nacionalidad; por lo tanto, RD y Haití son dos naciones con culturas, religión, costumbres, leyes y lengua diferentes, y una historia mutua de innumerables hechos sangrientos, que dan por sentado la imposibilidad de una fusión entre ambos.
Los acontecimientos históricos son pruebas fehacientes de cómo los dominicanos hemos padecido todo tipo de oprobios de mano de los haitianos, y no se podrá borrar de nuestra historia que RD se independizó de Haití tras 22 años de ocupación y opresión.
Para 1838, cuando se funda La Trinitaria, el ejército haitiano tenía 30,000 hombres bajo las armas y había derrotado al ejército de Napoleón, pero 12 hombres jóvenes se organizaron, y no tenían armas, ni ejército y lo dieron todo a cambio de nada.
Juan Pablo Duarte, con 25 años, convocó a sus amigos Francisco del Rosario Sánchez, con 21; Ramón Matías Mella, con 22; Benito González, con 27; Félix María Ruiz, con 23; Jacinto de la Concha, con 19; Juan Isidro Pérez, con 27; Juan Nepomuceno Ravelo, con 23; Pedro Alejandrino Pina, con 18; María Trinidad Sánchez, con 39; Concepción Bona, con 16, y Rosa Duarte, con 18, y en 1844 nos independizaron de los mal agradecidos y traicioneros haitianos.
Recordemos que Dominicana no nació de la nada, nació a sangre y fuego, y no olvidamos, aunque lo quieran esas ONG’s pagadas, las bestialidades cometidas por los haitianos en el territorio quisqueyano.
Tiraban los niños hacia arriba y lo aparaban con la punta de las bayonetas, cientos y cientos de dominicanos indefensos, encerrados a la fuerza en la Iglesia de Moca para luego ser quemados vivos con todo el templo.
La población de Santiago de los Caballeros fue arrastrada y humillada sin distingos hasta Puerto Príncipe, como manada de animales, dejando en el camino miles de dominicanos que iban fusilando salvajemente.
La reconocida catedrática universitaria, historiadora, antropóloga e investigadora, Luz Brito, ha venido alertando y ofreciendo al pueblo dominicano, a través de sus conferencias, los escalofriantes datos sobre el plan ¨El Teclado de Guerra¨, el cual presento a través de este link. http://www.santiagodigital.net/index.php/entrada-noticias-usermenu-27/86952-revlan-planos-de-haitianos-para-matar-masivamente-a-dominicanos.html