BUENOS AIRES.- La presidenta argentina, Cristina Fernández, introdujo importantes cambios en su Gobierno, con el relevo del jefe de Gabinete y el ministro de Economía, entre otros, en su primera jornada de actividad tras 40 días de reposo por una neurocirugía.
Fernández apareció por primera vez desde la intervención, el pasado 8 de octubre, en un video grabado por su hija Florencia en su residencia oficial de Olivos, en el que se la vio distendida, con buen semblante y sin el luto riguroso que guardaba desde la muerte de su esposo, el expresidente Néstor Kirchner, en 2010, y en el que no hizo mención algún a temas políticos ni se refirió en ningún momento a posibles cambios en su equipo.
Sin embargo, apenas un par de horas más tarde, y en una comparecencia que no estaba anunciada, el portavoz presidencial, Alfredo Scoccimarro, informó de los cambios en el Ejecutivo en una breve declaración que no admitió preguntas.
La presidenta nombró al gobernador de Chaco, Jorge Capitanich, nuevo jefe de Gabinete, en reemplazo de Juan Manuel Abal Medina, y al viceministro Axel Kicillof nuevo ministro de Economía en reemplazo de Hernán Lorenzino.
Lorenzino, que se hizo popular por interrumpir una entrevista para una cadena de televisión con un insistente «me quiero ir, me quiero ir» cuando se le preguntó por la inflación de Argentina, será propuesto como nuevo embajador argentino ante la Unión Europea y comandará una unidad ejecutiva de reestructuración de deuda, que se creará en el ámbito del Ministerio de Economía.
Además, Fernández relevó a Norberto Yauhar al frente del Ministerio de Agricultura, que ahora será liderado por Carlos Casamiquela, actual presidente del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Argentina.
Asimismo, la mandataria nombró a Carlos Fábrega, actual presidente del estatal Banco de la Nación Argentina, como nuevo titular del Banco Central argentino, en sustitución de Mercedes Marcó del Pont.
Según el portavoz presidencial, los funcionarios designados prestarán juramento el próximo miércoles, lo que implica que Cristina Fernández volverá entonces a la Casa Rosada, la sede del Gobierno, para encabezar un acto oficial.
Durante su primera jornada de actividad, la mandataria se reunió en la residencia presidencial de Olivos con el propio Abal Medina, con el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, y el vicepresidente del país, Amado Boudou.
La presidenta quiso dar por terminado su periodo de reposo médico con la emisión de un video grabado por su hija Florencia en el que agradeció las atenciones y las muestras de cariño recibidas y presentó a su nuevo perro «chavista»,
«Hola, después de tantos días estamos de vuelta en contacto», dijo Fernández en el video, distendida, de buen ánimo, con una camisa blanca y un saco tejido y un pantalón negros, primera vez que no observa luto estricto desde la muerte en octubre de 2010 de Kirchner.
La mandataria, que aparece sentada en un sofá en Olivos, agradeció a los médicos y a los «miles» de argentinos y extranjeros que le enviaron mensajes y rezaron por su salud y reveló que tuvo un «momento difícil» cuando fue a hacerse un examen cardiológico de rutina le dijeron que se tenía que «operar de la cabeza» por un hematoma craneal.
«Fue un momento difícil, pero acá estamos, trabajando, al frente, poniendo toda nuestra voluntad», afirmó Fernández.
La mandataria habló de las cartas y regalos que recibió durante su convalecencia, pero mostró especialmente un pingüino de peluche gigante, animal que representa a los kirchneristas, y un cachorro blanco que hace unos días le trajo Adán, hermano del fallecido presidente venezolano Hugo Chávez.
«Espero que no me haga pis encima porque me muero. Este perro es el perro que Hugo Chávez me había prometido que me iba a regalar. Es el perro nacional de Venezuela desde 1964 y acompañó al libertador Simón Bolívar», relató Fernández, que bautizó a su nueva mascota como «Simón».
Según sondeos privados difundidos en los últimos días, Fernández, que se encuentra en el ecuador de su segundo mandato, ha logrado mejorar su imagen tras la operación y ha logrado un nivel de aceptación de su gestión del 39,4 por ciento, 7 puntos porcentuales por encima de la medición de hace dos meses, según una encuesta de los consultores Federico González y Cecilia Valladares.