Por Danilo Cruz Pichardo
Risible resulta la tesis de ciertos dirigentes del PRD que se resisten a salir de esa entidad política y, contrariamente, plantean que “el pleito hay que echarlo adentro”. Pero ¿adentro de dónde? Es que ni siquiera muchos de ellos están adentro de la organización, pues no se les invita a participar en ninguna de las clandestinas actividades que dirige Miguel Vargas, en las que está prohibido disentir de su posición.
Además, todos los intentos unitarios, inclusive con la mediación de figuras nacionales e internacionales, han fracasado. El presidente del partido, cuyo período concluyó hace tiempo, está cerrado en que sólo hay unidad si se le concede la candidatura presidencial para el 2016, la mitad de los puestos dirigenciales y la mayoría de las candidaturas a cargos legislativos y municipales.
Se trata de condiciones inaceptables por las siguientes razones: 1) Se violentan los estatutos, en el sentido de que todos los dirigentes tienen derecho a elegir y a ser elegidos. 2) El señor Vargas está en minoría respecto a los demás aspirantes presidenciales, conforme a las encuestas. Y 3) Traicionó a su partido en mayo de 2012 y mantiene alianza con el PLD.
Darle la candidatura a Vargas Maldonado es premiar inconductas, aparte de que con él no se gana elecciones, producto de su pobre imagen pública. Y en el hipotético caso de que gane podría ser lo peor que le pase al país, partiendo del comportamiento dictatorial exhibido en la dirección del PRD.
La situación del PRD es insalvable, aunque algunos románticos, que muestran apego a la sigla, no lo conciban así y sigan insistiendo en que el “pleito hay que echarlo adentro”. Se han ido dos años echando el pleito y hasta fecha no se vislumbra ninguna salida. ¿Qué se puede hacer?
Lo más saludable para la democracia dominicana es la división del PRD. Como no hay forma de quitarle el partido a Vargas, por su alianza con el oficialismo, que controla todas las cortes, la opción es crear un frente que aglutine a todos los dominicanos convencidos de la necesidad imperiosa de desalojar al PLD del poder.
