Por Daniel Salgar Antolínez
“Chávez fue hábil políticamente hasta para elegir cuándo morir”, decía una vendedora en un quiosco de periódicos en el centro de Caracas.
Catorce años, o veinte desde el fallido golpe de Estado de 1992, estuvo Venezuela estremecida por la figura del comandante Hugo Chávez, quien impulsó en su país la creación del llamado socialismo del siglo XXI. Mediante sus llamadas ‘Misiones sociales’, Chávez apadrinó a las clases de menos recursos. Durante los días siguientes a su fallecimiento, en las calles del Paseo de los Próceres de Caracas hubo llanto masivo. La oposición, resguardada en sus viviendas, daba tímidos cacerolazos en las noches en contra de las decisiones que tomaba el Tribunal Supremo de Justicia, que permitió a Nicolás Maduro ser presidente interino y candidato.
Un año después, buena parte de la oposición está desbordada en las calles. Sobre todo jóvenes de entre 18 y 23 años que, en general, manifiestan su inconformismo con la situación económica del país: inflación del 56%, escasez del 28%, una extrema devaluación del bolívar. La aparición de estos indicadores es una paradoja en una nación con abundantes recursos naturales y con las mayores reservas de petróleo del planeta.
La gestión de Maduro en materia económica, aunque también su papel en la represión de las recientes protestas, son hoy un foco de la crítica de la oposición venezolana y una buena parte de la comunidad internacional.
Nadie en Venezuela discute el carisma y liderazgo de Hugo Chávez. Tampoco su gestión para ofrecer de manera gratuita vivienda, salud, educación y una relativa estabilidad para los pobres. Según un documento de la embajada venezolana en Colombia, algunos logros significativos de la Revolución Bolivariana consisten en destinar el 64% de los ingresos obtenidos a la inversión social. El Gobierno Bolivariano también dice que la pobreza en el país pasó de 28,9% en 1999 a 19,6% en 2013, y que la pobreza extrema pasó de 10,8% en 1999 a 5,5% en la actualidad.
Otra de las banderas de Chávez fue su lucha contra el analfabetismo: la Revolución brinda educación gratuita y de calidad en sus tres niveles de enseñanza. Hoy, según el documento, 85% de los niños venezolanos asisten a la escuela.
Pero el modelo económico sobre el cual descansa la amplia oferta de esas Misiones ya se mostraba dislocado para el momento en que fue anunciada la muerte del Presidente, aquel 5 de marzo de 2013. Los bajos índices de producción se debían a la guerra contra el sector privado que impulsó Chávez, sobre todo desde 2002, cuando el mandatario apareció en cadena nacional y con un pitazo, como un árbitro de fútbol, dejó cesantes a cerca de 20 mil empleados de la empresa Petróleos de Venezuela (Pdvsa), por sumarse a una masiva huelga petrolera. Después de eso, el Presidente pudo colocar a la cabeza de la petrolera a funcionarios que le fueran fieles.
Al entregar petróleo a precios y créditos preferenciales a sus gobiernos aliados, el país dejó de recibir los ingresos que debería obtener por ese insumo en el mercado internacional. Los ingresos que recibió los invirtió en los programas sociales, y muy pocos critican la naturaleza de dichos programas, pero no destinó una parte para reinvertir en la industria nacional de los hidrocarburos, por lo que la producción y la renta petrolera cayeron. La producción petrolera en 1999 era de 3 millones y medio de barriles diarios (bpd) y PDVSA contaba con 40 mil empleados. Actualmente, produce 2 millones 300 mil bpd (32,27% menos) y cuenta con una nómina de 120 mil (un aumento de 300%).
Utilizar el petróleo como estrategia política le sirvió a Chávez para posesionarse como un líder regional. Sin embargo, las alianzas con varios gobiernos de la nueva izquierda latinoamericana no se lograron solo con los petrodólares, también el discurso chavista y su postura desafiante contra EE.UU. logró afinidad con otros líderes y lo consolidó como una autoridad en la política continental.
¡Chávez vive, la lucha sigue!, es la consigna que han gritado los partidarios del gobierno desde que el comandante murió, a pesar de que para su fallecimiento la escasez ya se planteaba como un problema estructural de la economía, generado por la escasez de divisas. La devaluación, el desempleo, la inseguridad, también eran indicadores alarmantes hace un año. Pero el carisma y ese poder hipnótico de Chávez podía más que cualquier carencia económica. Aún hoy en los canales estatales de televisión es común ver retransmisiones de sus extensas cadenas nacionales (algunas no especifican la fecha de la transmisión original), o escucharlo cantando el himno nacional. Su figura ha adquirido hasta poderes místicos: en las calles del centro de la capital venden rosarios con el rostro del exmandatario. La imagen de Chávez permanece muy viva, para bien y para mal, en la memoria de todos los venezolanos, pero el futuro de su proyecto revolucionario está en duda.
La Venezuela de Nicolás Maduro
Nicolás Maduro, excanciller venezolano, fue designado por Chávez antes de morir para continuar el proyecto de la revolución bolivariana. En medio de una polémica legal porque Maduro era al mismo tiempo Presidente interino y candidato, su campaña presidencial consistió en prometer lo mismo que prometía Chávez. Su imagen de la campaña era Chávez, su canción de campaña era una que cantaba Chávez. Sus discursos eran los del comandante y, en ocasiones, había un evidente empeño por imitarlo.
El 14 de abril de 2013 Maduro resultó elegido presidente por apenas una diferencia del 1,5% frente al opositor Henrique Capriles. En las elecciones anteriores, Chávez había derrotado al mismo candidato opositor con una diferencia de más de un millón de votos.
Los indicadores del último año no son un buen augurio para la gestión de Maduro, que debería ir hasta 2019. En el 2013 la inflación cerró en el 56,6 %, la más alta de América Latina y una de las cinco más elevadas del mundo. El índice de escasez llegó hasta el 28%, lo cual significa que en 28 de cada 100 comercios no hay pollo, leche, azúcar, harina de maíz o de trigo, mantequilla, carne, aceite o productos de higiene, como el papel de baño. La escasez es evidente en los supermercados de la capital venezolana y afecta a ciudadanos de todas las clases sociales.
En noviembre del año pasado, Maduro recibió poderes especiales de la Asamblea Nacional. Le fue otorgada la Ley Habilitante que le permitirá gobernar por decreto durante un año sin control Parlamentario. Chávez, en los 14 años de mandato, gobernó bajo esta Ley en cuatro ocasiones y sancionó más de 200 leyes.
Una de las primeras acciones del presidente fue decretar las Ley de Precios y Costos Justos para controlar las ganancias y los precios de las empresas privadas. La iniciativa buscaba profundizar el control de precios iniciado por Chávez en 2003. La medida fue impulsada por el presidente Maduro para reestablecer el equilibrio económico del modelo socialista, que según él está amenazado por un sector privado que “ha llevado los márgenes de ganancia en ciertos productos importados por encima del 1.000%”. Hasta ahora, sin embargo, solo ha logrado espantar más a los empresarios y seguir paralizando el aparato productivo nacional.
La crisis económica genera de nuevo hoy malestar social y el gobierno chavista tilda de golpista a una oposición que protesta en las calles. El principal dirigente opositor, Leopoldo López, siguiendo la línea de Chávez en 1992, optó por entregarse a la justicia para responder por supuestos delitos de los que lo acusa el gobierno. En las calles de Caracas muchos se preguntan si los acontecimientos muestran la historia que vuelve sobre sí misma: ¿será que este nuevo mártir de la oposición va a pasar de conspirador a Presidente?