Por Juan Cruz Triffolio
Sociólogo – Comunicador Dominicano
Al pronunciar las palabras centrales en el acto de inauguración de la Décima Conferencia Iberoamericana de Justicia Constitucional (CIJC), el magistrado presidente del Tribunal Constitucional (TC), doctor Milton Ray Guevara, hizo una aseveración donde la verdad brotó de manera estruendosa.
El destacado jurista, a poca distancia del honorable gobernante de la República, licenciado Danilo Medina Sánchez, quien presidía la apertura de la referida actividad, expuso que la gran tragedia de los pueblos iberoamericanos es que la Constitución es aplicada unas veces sí y otras no.
Con su acento y verbo impecable el magistrado Guevara puntualizó, a manera de evocación que “la Constitución no existe para ser aplicada unas veces sí y unas veces no” y esa “ha sido la gran tragedia iberoamericana: la diferencia entre lo escrito y lo real”.
No hay dudas, una verdad de Perogrullo..!!
Se trata de una atinada, correcta y responsable posición que pone de manifiesto el maniqueísmo politequero que generalmente ha sido empleado para aplicar los preceptos constitucionales en la llamada Iberoamérica, sin dejar de incluir, naturalmente, a la patria de Juan Pablo Duarte.
Es una valiosa observación que en boca de un funcionario de la connotación y la experiencia jurídica del doctor Milton Ray Guevara asume matices sumamente interesantes y preocupantes.
La argumentación en cuestión adquiere una mayor dimensión y validez cuando el reputado magistrado de origen samanense subraya que la Constitución es la norma suprema del ordenamiento, garantía de la seguridad jurídica, de la vida económica social y democrática de derecho en que la paz sea fruto de la justicia.
Siendo de esa manera, se infiere de las palabras del honorable presidente del Tribunal Constitucional (TC) que urge la necesidad de que la Carta Magna deje de ser un simple documento político y de una vez y para siempre, sus normas deben tener un real valor jurídico y eficacia práctica, al tiempo que sean aplicables de manera directa, como referentes obligatorios para determinar el mérito de los demás preceptos jurídicos y actos de los poderes públicos.
Mientras tal percepción no se convierta en realidad, sobretodo, en el caso de República Dominicana, lamentablemente, la “Ley de Leyes” de nuestro país, continuará siendo lo que en una ocasión afirmara el doctor Joaquín Balaguer: un pedazo de papel..!!
Y que conste, no se hablaba de un papel cualquiera..!!
Persistir en la objetable utilización de nuestras constituciones, tal si fueran un recurso valido para un trapeado como un buen lavado, sería reconocer la razón que tuvo el maquiavélico mandatario en referencia, al igual que tendríamos que aceptar como un axioma que no estamos dando el mejor ejemplo para garantizar la deseada paz social, la convivencia civilizada, el progreso y la libertad.
Quien quiera oír que oiga y quien desee ver, que mire..!!
Qué vaina, Balaguer tenía razón..?
Manos a la obra…