Por Miguel Cruz Tejada
NUEVA YORK._ «¡Hace falta Trujillo, co…!» Esa y otras parecidas, son parte de las expresiones cotidianas que se oyen entre muchos dominicanos radicados en Nueva York, cada vez que aquí, se escucha una noticia negativa desde la República Dominicana, ya sea de carácter político o criminal, especialmente cuando se trata de corrupción administrativa, atracos, asesinatos, secuestros y abusos de poder en referencia a la «mano dura» con la que gobernó Rafael Leonidas Trujillo, la República Dominicana por 31 años, imponiendo su poder, carácter y terror.
Pero, hoy 30 de mayo del 2014 y a 53 años del ajusticiamiento del sátrapa, las reacciones de la diáspora son encontradas y muy variadas.
Hay quienes como el activista Maquiavelo Rodríguez, fundador de un movimiento pro Trujillo, coleccionista de todo lo que se relaciona con la figura del dictador y quien aspira hasta a crear un museo para mantener vigente la memoria del sanguinario mano fuerte que gobernó la isla durante 31 años.
Recientemente, estuvo en el Alto Manhattan, el barrio más poblado por dominicanos en el mundo, el señor Luis Ramfis Domínguez Trujillo, hijo de Angelita Trujillo y nieto legítimo del dictador, promoviendo también lo «positivo» del régimen de manos duras, bajo el cual cayeron las hermanas Mirabal y una amplia pléyade de patriotas, revolucionarios y opositores a la satrapía, lo que generó una gran controversia en medios locales, donde él hizo apariciones.
Incluso, la Universidad de Columbia, le canceló una conferencia que tenía programada en ese recinto, en la que expondría el perfil de su abuelo y en esa alta casa de estudios, se alegó que una de las razones, fue el secuestro y asesinato del catedrático y escritor español Manuel de Jesús Galindez, quien era profesor de Columbia, en el momento de ser raptado en Nueva York y transportado clandestinamente a la República Dominicana, donde fue asesinado.
Manuel Volquez, un dominicano con más de 20 años radicado en Nueva York, sostiene que ante la impotencia del pueblo dominicano por la falta de autoridad y la corrupción de todos los gobiernos, «es necesario que vuelva un Trujillo» para que «enderece» el país.
Jairo T, Guerra, estudiante de Ciencias Políticas y Economía en Lehman College y con 26 años de edad, piensa diferente.
«A 53 años de ese acontecer histórico, en el que hubo un puñado de hombres, que tuvo la valentía de romper con más 30 años de una dictadura sin precedentes y sin ejemplos en nuestro país, el legado más grande que le dejó Trujillo a la República Dominicana, es el atraso en términos políticos, sociales, culturales y hasta económico», dijo Guerra.
Añadió que ese atraso, a 53 años del ajusticiamiento, se siente hoy en día en las estructuras de poder de la República Dominicana, donde en gran medida, el culto a la personalidad de funcionarios y dirigentes políticos de todas las administraciones gubernamentales, incluyendo todos los partidos, todavía siguen fortaleciendo ese tipo de culto.
«Esas son de las cosas, con las que hay que romper en ese país, porque allá, todavía muchas cosas del trujillismo se siguen practicando. Vivimos con una doble moral respecto a Trujillo», expuso el estudiante de Ciencias Políticas y Economía.
«Trujillo fue lo más bajo, pero sin embargo, existen sectores en las cúpulas de los partidos, que alaban esa figura y que en sus acciones, representan lo más bajo del régimen, en eso, estamos claros», concluyó diciendo Guerra.
Los neo trujillistas, que coexisten en el seno de la diáspora, encargan una misa cada año para recordar a Trujillo y sus «obras benefactoras», aunque por el amplio rechazo, casi siempre la convocan virtualmente de manera clandestina.
Otros, se dedican a organizar charlas y foros, sobre diferentes acontecimientos durante la era de Trujillo.
Pablo Ozuna, quien asegura estar «entre dos aguas» y sostiene que en vez de decir que hace falta un Trujillo, quiere que haga falta un Candelier, «para que acabe con los delincuentes», la figura de Trujillo «tuvo lo bueno y lo malo».
Y terminó parafraseando la controversial frase del bachatero Anthony Santos de «¡viva Trujillo, ese hijo de la gran p…!»