SANTO DOMINGO DE GUZMAN, R.- Las iglesias católicas y protestantes no escapan a la ola de violencia y criminalidad que sacude a la sociedad dominicana.
Los delincuentes mantienen en zozobra a los feligreses que, en las inmediaciones de los templos, constantemente son víctimas de atracos y robos de carteras, prendas y vehículos.
Puertas y ventanas son violentadas para robar equipos de sonidos, muebles y otras pertenencias de valor.
Al salir de un culto religioso, muchos son sorprendidos por la noticia de que sus vehículos fueron abiertos o robados.
La situación afecta por igual a los cristianos de los barrios marginados y de las zonas residenciales de la capital.
La mayoría de los templos las casas de los sacerdotes y sus oficinas parecen cárceles, por la cantidad de rejas que resguardan sus pertenencias.
Sacerdotes y pastores consultados sobre el problema confesaron que reciben con insistencia las peticiones de la feligresía de que sean movidas a horarios menos peligrosos las misas, los cultos y demás actos religiosos, principalmente las misas de 6:00 y 6:30 de la mañana, horas en que las calles están más desoladas y propicias para el crimen.
Su respuesta fue pedir a la Policía aumentar la vigilancia alrededor de los templos.
Atribuyeron el problema al tráfico y consumo de drogas, la crisis económica nacional, al deterioro de la familia, la pobreza, el crecimiento demográfico desordenado y a las deportaciones anuales de miles de personas que cumplieron condena en Estados Unidos por diferentes delitos.
“No hay semana en que no abran un vehículo para robar lo que hay en su interior”, afirma el sacerdote Néstor Pazos, párroco de la iglesia Don Bosco, ubicada a pocas cuadras del Palacio de Gobierno, a donde asisten personas de clase media.
“Necesitamos una mayor vigilancia policial en el entorno de la iglesia”, afirmó el religioso.
Aunque sienten temor, los cristianos siguen asistiendo con la misma asiduidad a las celebraciones religiosas, en los horarios establecidos.
En la Ciudad Colonial
Cinco personas que participaron en la misa de celebración del Día de las Madres en la iglesia Las Mercedes, de la Ciudad Colonial, encontraron sus vehículos con las cerraduras, puertas y cristales violentados.
La frecuencia de los robos y los atracos a los fieles de Las Mercedes es tan alta que el párroco Fray Kelvin Acevedo se apresta a solicitarle al jefe de la Policía, mayor general Manuel Castro Castillo, una mayor vigilancia policial en la zona.
Francisco Cordero, sacerdote de la parroquia Cristo Rey, dijo que una unidad de la Policía se instala todos los días, de 6:00 a 11:00 de la mañana en las proximidades del templo para proteger a los fieles que asisten a la misa de las 6:30 y a otros actos religiosos.
Cordero asegura que, en Cristo Rey, la delincuencia tiene menor repercusión debido a la labor de concienciación que realiza la Iglesia católica entre los jóvenes del lugar.
“Nuestra labor ha sido un freno a la delincuencia y las cosas malas en el sector de Cristo Rey”, dijo al tiempo de criticar que los medios de comunicación no resaltan la gran cantidad de cosas buenas que hacen sus jóvenes, que están integrados a las actividades religiosas, los deportes y la cultura.
Objetos costosos
Recientemente, los fieles de la iglesia evangélica Atrios de Fe, ubicada en la avenida República de Colombia, reaccionaron consternados por el robo de un equipo de sonido valorado en más de RD$300,000.
El pastor de esa comunidad religiosa, Jesús María de León, contó que los ladrones rompieron puertas y ventanas para cometer el hecho.
Los delincuentes robaron otro costoso equipo de sonido en la iglesia Roca de Santidad, en el sector Los Mameyes, del municipio Santo Domingo Este.
“Los ladrones y los atracadores traspasaron los límites de las iglesias. Ya no respetan nada ni a nadie”, dijo alarmado el pastor De León.
Sin sorpresas
“Eso está pasando en todo sitio. Lo normal sería decir que no están robando”, manifestó el sacerdote Yorkis de León, párroco de la iglesia Santa Bárbara, en la Ciudad Colonial, quien ha sido víctima de varios intentos de atraco.
El religioso contó que los delincuentes que merodean la iglesia han subido a la azotea con la intención de robar y no descarta que eso suceda en cualquier momento, porque viven al acecho de cualquier oportunidad”.
En febrero recién pasado, en ocasión del Carnaval de Santo Domingo, fue necesario suspender las misas en ese templo, porque los ladrones se disfrazan para atacar a los fieles.
El sacerdote Aurelio Laso, de la parroquia Espíritu Santo, en Villa Consuelo, afirmó que llegó de España en 1990 y nunca había visto en el país tanta delincuencia, inseguridad ciudadana e impunidad.
Atribuye los hechos delictivos que ocurren en ese y otros sectores de la capital a la gran cantidad de dominicanos que deporta cada año el gobierno estadounidense, que cumplieron condena por la comisión de delitos de narcotráfico, asesinato, violaciones sexuales, falsificación de documentos, fraudes estatales, secuestros e incendios intencionales.
Informaciones periodísticas indican, en los últimos 5 años, Estados Unidos ha deportado más de 20 mil dominicanos.
Violencia sin control
El padre Luis Rosario, coordinador de la pastoral juvenil de la Iglesia católica, responsabiliza del crecimiento de la criminalidad al Estado y a la sociedad, que no han cumplido con la responsabilidad de formar, inculcando valores y principios a las nuevas generaciones.
“Los jóvenes son víctimas y victimarios. porque crecen desorientados”, manifestó el sacerdote.
“Hemos dejado acumular una situación caótica y descontrolada”, dijo refiriéndose a ese mal que provoca víctimas en todos los sectores de la sociedad dominicana.
“Pienso que debemos fortalecer el matrimonio y la familia”, explicó tras señalar que en esa tarea deben trabajar el Estado, los medios de comunicación, las iglesias y demás sectores sociales.
Salvador Romeo, párroco de la iglesia Corazón de Jesús, en Villa Juana, resaltó el apoyo de la Policía, hecho que ha impedido que tenga que variar los horarios de las actividades religiosas.
Rechazó la fama negativa que tienen los jóvenes de los barrios marginados.
En Villa Juana, aseguró, los jóvenes responden favorablemente a los esfuerzos de la parroquia por alejarnos del crimen.