SANTO DOMINGO DE GUZMAN, RD.- El caos que prevalece, en cualquier momento, en las principales vías vehicular de la capital dominicana exige una rápida y eficiente intervención de las autoridades nacionales.
Quienes tenemos la responsabilidad de conducir un vehículo de motor para tratar de cumplir puntualmente nuestras responsabilidades vivimos en un suplicio.
Somos unos verdaderos derrochadores de un combustible caro al tiempo que, dada la aparente falta de gerencia y planificación del organismo conocido como Autoridad Metropolitana de Transporte -AMET- desperdiciamos el tiempo productivo y la paciencia constantemente.
Basta desplazarnos en cualquier tipo de vehículo por la avenida 27 de Febrero, sus túneles y elevados.
Lo vivido en ese tramo vehicular es un verdadero y mayúsculo desorden y algo peor, no siempre aparece un agente de AMET para tratar de llamar al orden.
Los miembros del referido organismo lucen haber renunciados o simplemente, no están recibiendo o acatando las instrucciones necesarias para el cumplimiento de su deber.
Es una pena que una institución creada con tan nobles fines y que un principio proyectó una imagen tan ejemplarizante, guiada por un civil, en los últimos, bajo el mandato de supuestos militares y policías disciplinados, se mantenga ofertando un comportamiento tan cuestionable.
La más genuina expresión del salvajismo e irrespeto en el transito vehicular de Santo Domingo es posible observarla en el molote que cada tarde se produce en la cercanía del Palacio de los Deportes a consecuencia, fundamentalmente, de la manera poco respetuosa y abusiva en cómo se comportan los propietarios de un establecimiento de comercialización de bebidas alcohólicas , quienes si bien no son dueños de la vía en referencia, lucen, por sus cotidianas acciones, gozar de un extraordinario poder para hacer todo cuanto les venga en ganas para obstaculizar el transito.
Ahí, para sorpresa de todos, hemos visto a integrantes de AMET, más que llamar al orden y respeto a la Ley, servir de parqueadores privados de vehículos, dando la sensación de recibir algún tipo de gratificación en especies o monetaria.
Y qué decir del desplazamiento en los túneles..? Nada, lo mismo.
Agentes de la referida institución, al igual que de la Policía Nacional y el Ejército, exhibiendo sus armas de reglamento y deshonrando sus uniformes, corriendo a una velocidad imprudente, utilizando motocicletas sin placas, sin que nadie llame la atención.
Conforme a lo vivido, son los túneles los lugares preferidos por los enfermos mentales para hacer de las suyas, poniendo en peligro la vida y tambien la de los conductores.
Allí se pone constantemente en evidencia hasta dónde ha llegado nuestra miseria humana y carencia de autoridad.
Y todo parece indicar que tendremos que acostumbrarnos, sobretodo, teniendo en cuenta de que la filosofía de trabajo de AMET parece sustentarse en la represión, las multas y el miedo, más que en la educación, orientación y presencia efectiva en donde realmente debe hacer presencia, en el momento que corresponde.
Mientras la Ley de Tránsito aplicada por los referidos agentes sólo parezca tener como blanco a «los más chiquitos», fundamentalmente motoristas y conductores de plataneras, nuestro sistema de movilidad urbana seguirá un desorden mayúsculo, poniendo en evidencia, ademas de el cuestionable comportamiento de algunos conductores, la falta de gerencia en las instituciones públicas que están llamada a actuar de una manera más eficientes y respetuosas.
Por el momento, pausemos…
Esperemos pues…