WASHINGTON.- Algunos miembros del servicio de operaciones especiales y veteranos no están contentos con que uno de los suyos haya reconocido públicamente que fue el autor del disparo que terminó con la vida de Osama bin Laden.
Otros dicen que se han acostumbrado a la idea de que uno de sus compañeros pudiese romper el código de silencio y sacar partido de su trabajo.
El debate internacional cobró fuerza esta semana cuando el ex integrante de las fuerzas especiales SEAL de la Armada estadounidense Robert O’Neill reconoció que fue él quien disparó dos veces en la frente del líder de al-Qaida en 2011, durante una redada en su escondite secreto en Pakistán. O’Neill dijo que cada vez más personas conocían su implicación y que su nombre iba a hacerse público de todos modos.
En febrero de 2013, O’Neill había contado su versión de la operación para dar con bin Laden a la revista Esquire, que lo identificó solo como «el tirador».
En una noticia publicada el jueves, el periódico The Washington Post lo mencionó por su nombre cuando describía la incursión contra el líder del grupo terrorista que estuvo detrás de los ataques del 11 de septiembre de 2001.
Un miembro actual y un ex integrante del grupo de fuerzas especiales confirmaron a The Associated Press que desde hace tiempo se sabe que O’Neill realizó los disparos que cobraron la vida de bin Laden.
El Departamento de Defensa confirmó que O’Neill formó parte del Team Six del SEAL y que participó en la operación, pero añadió que no podía confirmar quién había realizado el disparo mortal, destacando que otros agentes en la misión también habían abierto fuego.
Si O’Neill desvela información clasificada durante las entrevistas podría ser objeto de una investigación o de acciones por parte del Departamento de Justicia, apuntaron funcionarios de Defensa que hablaron bajo condición de anonimato porque no estaban autorizados a discutir el asunto.
O’Neill dijo al Post que otros dos integrantes de los SEAL también abrieron fuego, entre ellos Matt Bissonnette, quien describe el operativo en forma un tanto distinta en el libro «No Easy Day».
Su abogado dice que Bissonnette se encuentra bajo una investigación penal federal sobre si reveló información secreta en el libro, del cual no solicitó el visto bueno de las fuerzas armadas. En el reporte de Esquire, O’Neill no menciona que Bissonnette disparase a bin Laden.
Mucho antes de la entrevista del Post, O’Neill discutió su papel en la operación durante un encuentro privado con familiares de las víctimas de ataque del 11-S al World Trade Center de Nueva York antes de la reciente inauguración del Museo Nacional Sept. 11 Memorial. Donó la camisa que llevaba durante la redada, que ahora está expuesta allí.
La semana próxima, O’Neill tiene programado participar en segmentos amplios en el noticiero Fox News. Le dijo al Post que decidió dar a conocer su papel en la misión porque temía que su identidad fuera a ser filtrada por otras personas. De hecho, su nombre fue publicado el lunes por SOFREP, un cibersitio manejado por ex integrantes de fuerzas especiales.
Las acciones de O’Neill y de Bissonnette han generado desdén de algunos colegas suyos. En una carta abierta publicada el 31 de octubre, el contraalmirante Brian Losey, a cargo del Grupo Naval de Guerras Especiales, y Michael Magaraci, otro oficial de la fuerza, exhortaron a los SEAL a que mantengan discreción. En general, sus comentarios fueron percibidos como dirigidos a O’Neill y Bissonnette.
«En el núcleo del (Grupo) Naval de Guerras Especiales está la escala de valores de los SEAL», afirma la misiva. «Un punto crucial de esos valores es ‘Yo no anuncio la naturaleza de mi trabajo, ni busco reconocimiento por mis acciones»’.
Debra Burlingame, cuyo hermano Charles Burlingame pilotaba el avión secuestrado que se estrelló contra el Pentágono, asistió a la ceremonia del museo del 11. Dijo que O’Neill, cuyo nombre no se dio a conocer en el acto, ofreció a las familias claridad sobre la información contradictoria que habían recibido sobre la redada.
«Sean cuales sean sus valores (del SEAL), es entre los SEAL», dijo. «Las familias del 11-S son las beneficiarias de cualquier regla que pudiese haber roto o de cualquier línea que cruzó».
Rick Woolard, un ex comandante de un equipo de operaciones especiales que antes había instado a sus compañeros a evitar discutir operaciones recientes, dijo que SEAL en activo están «bastante decepcionados e incluso podría decir que enfadados con los chicos que han utilizado su trabajo y el de sus compañeros para beneficio personal».
Un oficial del SEAL en activo, que declinó ser citado por su nombre porque no tenía permiso para hablar en público, dijo que algunos SEAL se habían acostumbrado a que varios de sus compañeros buscasen beneficiarse de sus conexiones con el grupo de élite antes de retirarse.