Por CÁNDIDA FIGUEREO
Es una lástima que personas de gran nobleza por la sencillez y el amor que prodigan al prójimo no se puedan clonar para que existan por siempre haciendo el bien colaborando por un mundo mejor y por seres humanos más humildes.
Al decir lo anterior lo inmediato que aflora a la imaginación es el arzobispo emérito Juan Antonio Flores Santana, quien se ausentó de este espacio terrenal el pasado 9 de noviembre a los 87 años edad; y el «vecino» Jorge Mario Bergoglio, por la rapidez en la forma de viajar de un pueblo a otro.
Ambos, a su modo, han contribuido al fortalecimiento de la fe para que el mundo se sacuda y se incline a la reflexión en procura de una mejor convivencia sin pensar tanto en el lucro a como de lugar.
El testamento del arzobispo Flores Santana es una radiografía del hombre que privilegió a este país con su existencia arropada de decoro por dentro y por fuera. Su riqueza era él mismo. Todo el dinero o el oro del mundo eran migajas en comparación con su nobleza.
El testamento de Flores Santana sacudió a no pocos que no le conocían en persona al leer: » Desde la niñez sentí que el Señor me daba la gracia de la vocación sacerdotal, y la de vivir los consejos evangélicos de obediencia, pobreza y castidad, no en una Orden o Congregación religiosa, sino como sacerdote diocesano.
No tengo tierras, ni casas, ni cuentas en el banco, ni automóvil a mi nombre; por eso no
dejo ninguna herencia material a familiares, ni a nadie. Lo que me ha entrado en vida, fuera de los gastos indispensables, lo he dado a las obras de la Iglesia y a los pobres. Los objetos personales son pocos y carecen de valor. Mis libros los he ido distribuyendo en los seminarios. He admirado al papa san Pío X, que al morir pudo decir: “Nací pobre, viví pobre y muero pobre”. La única herencia que dejo a los familiares y al pueblo de Dios es espiritual».
La nobleza de este gran hombre que fue Flores Santana causó admiración en no pocas personas, lo que viene a colación a propósito del llamado de Bergoglio, conocido mundialmente como el papa Francisco tras su elección en marzo del 2013, para que se viva en humildad como lo hizo Flores Santana, desprendido de lo terrenal.
El Papa subraya la importancia de que los sacerdotes dedicados al pastoreo muestren una actitud de «ternura» y » amor,» para evitar convertirse en «mercenarios»
Francisco fue específico en recordar que «la redención de Dios es gratuita». Además que el pueblo perdona a «sus sacerdotes cuando tienen una debilidad, resbalan sobre un pecado… Pero hay dos cosas que el pueblo de Dios no puede perdonar: a un sacerdote apegado al dinero y a un sacerdote que maltrata a la gente.»
En estos tiempos de «infelices» y «cocotuces», al margen del ropaje, la actitud de ternura y amor que alude el Pontífice debe ser asumida con humildad por algunos que a veces se distraen. A esos que a veces le llaman «chusma» a los empobrecidos que, quiérase o no, son parte del legado positivo que mantiene en pie a su país.
¡Ay Francisco! seguid orando para que sigas diciendo lo que «nunca» se había dicho a fin de que se mantenga la fe gracias figuras como la suya, la del bien recordado Fores Santana y otros tantos que sin alharacas iluminan el camino.