La Cuaresma y Semana Santa

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Quedémonos con Jesús junto a la cruz, para que resucitemos con El a la vida que no tiene fin.
Quedémonos con Jesús junto a la cruz, para que resucitemos con El a la vida que no tiene fin.

Por el Padre Luis Rosario

Coordinador de la Pastoral Juvenil

Hay varias cosas importantes a tener en cuenta para la Cuaresma y la Semana Santa.

Durante cuarenta días hacemos un camino cuaresmal de preparación para la Pascua, es necesario estar conscientes de este camino y del contenido esencial de la Semana Santa y, por tanto, de la Pascua.

Para que sea más práctico y comprensible voy a señalar por números ciertos aspectos que hay que tener en cuenta durante la Cuaresma y la Semana Santa.

1- ¿Por qué es santa esa semana? Esa semana es santa fundamentalmente porque el Señor la santifica a través del misterio de su muerte y resurrección. Estamos conscientes de que se han vaciado de contenido esos días, pero aun así podemos llamarlos santos, por ser el Señor el que los santifica. De manera que debe quedar claro que esa semana es santa, no porque nosotros la santificamos, sino porque el Señor mismo la hace santa.

2- Más todavía, hay que saber que no son los días de la Cuaresma o la semana la que es santa; es el Señor el que es santo y santifica también a quienes se convierten a El de corazón durante la Cuaresma y se llenan de su amor. De manera que lo importante es que nosotros(as) seamos santos(as), porque el Señor es santo.

3- No hay que olvidar que la humanidad conmemora el hecho histórico de la muerte y resurrección de Jesús en esos días, con el mismo derecho, y con más derecho todavía, con el que se recuerdan los acontemientos trascendentales de los personajes importantes de la historia. Jesús está por encima de todos esos personajes y merece la mejor de las atenciones y respeto.

4- Para la Iglesia la Cuaresma no prepara sólo a un recuerdo histórico de la muerte y resurrección del Señor. Con estas celebraciones se quiere más bien actualizar en la propia vida y en la vida de la Iglesia ese hecho de salvación en que Jesucristo nos manifestó su amor hasta entregar su vida para dar vida eterna a los seres humanos por su Resurrección.

5- Por consecuencia, vivir los acontecimientos del misterio pascual en la propia vida implica adoptar una actitud consciente y una conducta apropiada en Cuaresma y en la Semana Santa. Esta actitud se manifiesta sobre todo a través del recogimiento espiritual y la disposición para la oración. Sólo en el silencio y la paz interior tiene lugar el encuentro con Dios. Hay que alejarse un poco del bullicio del mundo y entrar en el santuario del corazón donde tiene lugar el encuentro con Dios.

6- No vale la pena perder el tiempo quejándote de quienes utilizan la Cuaresma y la Semana Santa para irse a la playa o tal vez a actividades que rayan en el desorden social, moral y espiritual. Las quejas no resuelven el problema. Yo no me canso de decirles a los/as jóvenes que las quejas son una prostitución del carácter. Hay que rezar más bien por esas personas que no le dan el verdadero significado a estos días y orientar a quienes se pueda, ofreciéndoles también el hermoso regalo del testimonio cristiano.

7- Es importante participar con la comunidad en las celebraciones litúrgicas que organiza la parroquia más cercana para la Cuaresma y la Semana Santa; es la forma de vivir comunitariamente el misterio que celebramos. De esa manera es posible fortalecerse en la fe y de esa manera la participación en los acontecimientos de la muerte y resurrección del Señor dejarán en la propia vida huellas de santidad, para dar testimonio siempre de esperanza y amor. La Pascua Juvenil es una forma excelente de integrarse a las celebraciones de la Iglesia.

8- Como lo enseña la Iglesia, no está de más acercarse al Sacramento de la Reconciliación, para confesar los propios pecados ante la comunidad y ante Dios. Se trata de barrer un poco la casa de la propia vida, para hacerla habitable por la gracia de Dios. La Cuaresma y la Semana Santa es un tiempo de reconciliación, pues en ella participamos del sacrificio de Jesús en la cruz y de su resurrección, por el que nos reconcilió con Dios Padre.

9- Así como el Señor nos perdonó, perdonemos también nosotros/as a quienes nos han ofendido. Cuando uno perdona se libera, mientras que cuando guarda rencor u odio, se encuentra encadenado. Quien sufre de verdad es la persona que no perdona y que maquina en su corazón cosas malas para quien le ofendió. La Cuaresma y la Semana Santa es un tiempo de perdón y de reconciliación. Hay que liberarse de los odios y rencores, ofreciendo el perdón a los demás. Cuando te ofendan, hagamos lo que Jesús recomienda a sus discípulos: orar por quienes nos hacen daño y hacer el bien sin mirar a quien.

Quien no es capaz de arrodillarse para pedir perdón o perdonar a su prójimo, es incapaz de arrodillarse ante Dios para pedirle perdón con sinceridad de corazón.

10- Finalmente, recordemos que la Cuaresma y Semana Santa, más aún, la PASCUA, no es más que el derroche de amor del Señor hacia la humanidad. Tanto amó al mundo que se entregó a la muerte en la cruz y resucitó para darnos vida en abundancia.Lo más importante, entonces, es corresponder a ese amor de Jesús, siguiéndolo hasta la cruz y resucitando con El a una vida nueva. Es preciso realizar en la propia vida una conversión espiritual desde lo más profundo y optar por vivir en clave de amor la propia existencia, aportando en esfuerzo y trabajo a llevar el evangelio a toda criatura, como discípulo misionero(a), para que nuestro pueblo tenga vida en abundancia.

A ejemplo de María, quedémonos con Jesús junto a la cruz, para que resucitemos con El a la vida que no tiene fin.