Marchena: Artículo en New York Times contra RD, ni es editorial ni tampoco reportaje

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El gobierno dominicano explicó este lunes a través de su vocero Roberto Rodríguez Marchena, que la autora del artículo del New York Times no es periodista, es la abogada Roxanna Altholz, del Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL) y profesora de la Clínica de Derechos Humanos de Berkeley, ambas instituciones demandantes de la República Dominicana (el CEJIL específicamente representado por ella) ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos en San José, Costa Rica, por el caso Yean y Bosico, en esa primera vez que sientan al país en el banquillo de los acusados.
El gobierno dominicano explicó este lunes a través de su vocero Roberto Rodríguez Marchena, que la autora del artículo del New York Times no es periodista, es la abogada Roxanna Altholz, del Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL) y profesora de la Clínica de Derechos Humanos de Berkeley, ambas instituciones demandantes de la República Dominicana (el CEJIL específicamente representado por ella) ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos en San José, Costa Rica, por el caso Yean y Bosico, en esa primera vez que sientan al país en el banquillo de los acusados.

SANTO DOMINGO DE GUZMAN, RD.- El artículo publicado en el periódico estadounidense The New York Times, que sugiere una intervención en República Dominicana por cumplir su legislación migratoria, no es un editorial ni un reportaje elaborado por un periodista de dicho medio, sino un artículo de opinión de un tercero.

El gobierno dominicano explicó este lunes a través de su vocero Roberto Rodríguez Marchena, que la autora del artículo del New York Times no es periodista, es la abogada Roxanna Altholz, del Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL) y profesora de la Clínica de Derechos Humanos de Berkeley, ambas instituciones demandantes de la República Dominicana (el CEJIL específicamente representado por ella) ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos en San José, Costa Rica, por el caso Yean y Bosico, en esa primera vez que sientan al país en el banquillo de los acusados.

Posteriormente, en el 2008, la señora Altholz, en representación del CEJIL, inició un caso de petición de protección ante la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos por presuntas amenazas desde el Estado hacia personas de ascendencia haitiana, lo que luego fue demostrado infundado.

Incluso en la biografía oficial de la señora Altholz se indica que actualmente tiene “casos abiertos” contra República Dominicana.

Todo lo anterior evidencia que el artículo del New York Times no fue un artículo periodístico ni escrito por un comentarista imparcial, sino por una abogada que específicamente frente a la República Dominicana constituye parte interesada.

Altholz’s article in NYT, it’s neither an editorial, nor a report

SANTO DOMINGO, Dominican Republic.- The article published in the american newspaper The New York Times, that proposes an intervention in the Dominican Republic, is neither an editorial nor a report made by a journalist of that newspaper; it’s an Op-Ed by a third party.

The author of the aforementioned article published in The New York Times is not a journalist; Roxanne Altholz is a lawyer for the Center for Justice and International Law (CEJIL) and a teacher of the Human Rights Clinic of Berkeley. Both institutions were plaintiffs in a lawsuit against the Dominican Republic (specifically, CEJIL is represented by Altholz) before the Inter-American Court on Human Rights in San Jose, Costa Rica, in the case Yean and Bosico, when the Dominican Republic was accused for the first time.

Later, in 2008 Mrs. Altholz, representing CEJIL, requested the Inter-American Commission on Human Rights precautionary measures for alleged threats made by the dominican government to people of haitian descent. This was later proved to be groundless.

Even in Mrs. Altholz’s official biography, it’s stated that she currently has “open legal actions” against the Dominican Republic.

All of the above shows that the article of The New York Times was not a journalistic piece, nor was it written by a non biased commentator, but by a lawyer currently representing interests engaged in litigation with the Dominican Republic.