ASUNCION, PARAGUAY.- Tres días después de la visita del papa Francisco a Paraguay, los empobrecidos indígenas de la etnia mbya guaraní regresaron a Asunción para mendigar en las calles y pedir ayuda económica al gobierno.
El pontífice, que dejó Paraguay el domingo, pidió en varios mensajes a los fieles católicos y al gobierno que les presten atención especial a los pobres e indígenas.
Tomás Domínguez, cacique de la comunidad mbya de Arroyo Guasú, en el departamento de Caaguazú, a 280 kilómetros al este, dijo a The Associated Press que «llegó el invierno y no tenemos nada para comer. Tampoco tenemos un techo en buenas condiciones. Vinimos unas 15 familias a instalarnos enfrente de la oficina de asistencia al indígena esperando ayuda del gobierno».
Los aborígenes se ubicaron en la acera, donde se cubrieron con plásticos y recibieron ayuda de los vecinos para cocinar en precarias ollas mientras los niños y adolescentes deambulan por el centro de Asunción, donde mendigan monedas.
Jorge Servín, presidente de la agencia estatal Instituto Nacional de Indigenismo, explicó a la AP que «Domínguez vino a pedirme dinero en efectivo, supuestamente para cubrir sus gastos de gestiones administrativas, pero no se lo dimos».
«Hace unos pocos meses llevó materiales para construir o mejorar viviendas de los miembros de su asentamiento. No sabemos qué hizo de todos los recursos y tampoco pudo darnos explicaciones», añadió.
Servín indicó que lograron persuadir al cacique para que retorne a su comunidad porque meses atrás «recibió mucha ayuda del gobierno», y a fin de cuentas aceptó regresar el miércoles a su pueblo.
Según funcionarios del instituto del indigenismo, desde hace varias décadas los aborígenes están acostumbrados al asistencialismo gubernamental y no a buscar la autosuficiencia.
Sin embargo, el antropólogo italiano Giuseppe Zanardini dijo a la AP que los pueblos originarios de Paraguay «se quedaron sin bosque ante el avance de la agricultura mecanizada, entonces tienen grandes dificultades para mantener su ancestral costumbre de vivir de la caza de animales silvestres».
Otros grupos de mbya guaraní se instalaron enfrente de las oficinas estatales del indigenismo y de Emergencia Nacional.
Servín aclaró que esos individuos llegan periódicamente a Asunción para pedir alimentos y, aparentemente, los adultos obligan a los niños a mendigar por las calles.
«Tenemos una orden judicial para llevarlos a un albergue municipal pero se resisten; prefieren permanecer en la acera», señaló
El funcionario dijo que durante la visita papal muchos grupos mbya retornaron a sus asentamientos y se abstuvieron de reingresar a Asunción, «tal vez por respeto al pontífice, pero la realidad es que el problema del indigenismo no debería ser un asunto exclusivo del gobierno central; deben intervenir otros organismos como las gobernaciones y las municipalidades porque el problema es complejo».
«Los adultos no envían a sus hijos a la escuela y luego tienen problemas con diferentes adicciones. Nosotros les damos comida para uno o dos meses pero en pocos días la consumen totalmente. Necesitan organizarse internamente», acotó.
Paraguay posee una población de 6,6 millones de personas de las cuales 110.000 son indígenas distribuidas en 20 etnias, organizados en 5 familias lingüísticas; guaraní, mataco, zamuco, maskoy, y guaicurú. Los mbya pertenecen a los guaraníes.