«Donde Dios no puso, no puede haber»

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Don de Inteligencia
Don de Inteligencia

Por Rolando Fernández

Aunque lo entendemos un dicho proveniente de la cultura popular, basado en las vivencias y observaciones directas de la gente, el mismo encierra una gran verdad, como bien lo destacara a través de uno de los portales de las redes sociales el connotado director de un periódico digital nuestro.

Las demostraciones del gran sentido que envuelve el mismo están siempre a la vista. Por ejemplo, y tomando un importante litoral, el humano, cuando las personas aspiran a ser lo que no se puede, siempre las intenciones resultan fallidas, por consistentes que sean las insistencias. ¡Difícilmente se llegue!; y cuando ocurre, la imperfección, como la mediocridad se advierten a lo lejos.

Las limitaciones y variadas dificultades no son casuales, sino causales. Tienen por lo regular razones que trascienden el mundo de lo manifiesto; que guardan estrecha relación con la verdadera esencia de la especie humana – espiritual -, y con los prediseños de cada corriente de vida en expresión.

Cada entidad espiritual, que es lo que en verdad somos los hombres, viene al plano de la materia densa en busca de experiencias humanas, condicionada en base a la Expresión Divina presupuestada, como a las cargas kármicas asignadas que se deban conquistar durante el tránsito terreno dispuesto, que también es cronometrado (nadie se va en la víspera; tiene su día y momento precisos).

A posteriori, se deberá rendir cuenta sobre los resultados obtenidos, y ser ponderados por los seres divinos que tienen a cargo esa labor, quienes decidirán sobre la continuidad o no del proceso evolutivo correspondiente sobre el planeta Tierra, la gran escuela seleccionada para tal propósito.

Cada ser humano viene a este mundo con dones innatos que le son muy propios, aptitudes, características físicas, y proclividades, incambiables todos por supuesto. Entornos social y familiar en que se deberá interactuar, padres elegidos, y cuánto se requiera para Manifestar, como conquistar las puniciones que se hayan de verificar.

Luego, todo en realidad lo pone Dios, y donde Él no ha puesto, no podrá haber jamás, por más que se persista.

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