Cada vez más se hace lógico entender, que nada cuánto ocurre sobre el planeta Tierra se produce por casualidad o accidente; que todo obedece a causas reales, muchas veces apreciables a simple vista, aunque en otras no. Y, que se reservan sus momentos de aparición propicios, dependiendo de los objetivos.
La gran sequía, probamente con pocos precedentes históricos, que se verifica en la actualidad a nivel de muchas latitudes mundiales, tiene motivos diversos muy conocidos. Quizás otros no, por la presente humanidad, debido a los tiempos transcurridos.
Las provocaciones para el mal de referencia presente, han venido de los mismos hombres, producto de la inconciencia que por lo regular se ostenta, como de las burlas y los irrespetos derivados hacia los recursos que les proporciona la Madre Naturaleza, para usufructo de todos, no de grupos seleccionados.
Muy pocos seres humanos son los que se preocupan por saber sobre sus bases existenciales, los divinos servidores que se encuentran fuera del Universo manifiesto, que proporcionan a la especie las vestiduras corporales que utilizan, el agua que requiere, comidas alimenticias, aire que se respira, la Tierra para habitar, y demás suplementos necesarios. Se les conoce a ésos, esotéricamente hablando, como el “Reino Elemental”.
Los Seres de los Elementos (salamandras-fuego), (ondinas-agua), (silfo y las hadas-aire), (gnomos-tierra), fueron creados para servir a los hombres con Amor; pero, con demanda de reciprocidad por parte de esos últimos en el mismo orden (Amor, Gratitud y Bendiciones), según el Plan Divino previsto para los ellos. No obstante, ese deber humano, por lo que intuye, muy poco se honra.
Sí, la ingratitud y los malos pensamientos de los hombres terrícolas son los que más se advierten, promoviendo el que esos Seres Elementos se atormenten, y se resientan, al extremo que procuren en ocasiones “deshacerse de la impureza y la discordia que el hombre ha impuesto sobre ellos durante millones de años”, dicen los que saben mucho sobre el particular.
Lo hacen de ordinario a través de fenómenos naturales de gran consideración que se experimentan: tornados, huracanes, maremotos, terremotos, etc. “En los pensamientos y sentimientos propios de la humanidad se encuentran las causas de todas la expresiones destructivas de estos Elementales”.
En esta ocasión, en que una inmensa sequía se viene dejando sentir sobre una gran parte de la faz de la Tierra, para todo el que ha dedicado algo de su tiempo a investigar sobre lo aquí tratado – Los Elementales -, que es el móvil principal de esta opinión, inducir a que se haga, concibe como muy lógico, el descontento y expresión de las ONDINAS (Elemento agua), a través de la extrema escasez que se verifica con relación al preciado líquido, necesario para todo.
Que esa es la causa fundamental del problema, amén de los aportes materiales con que los hombres han contribuido: deforestación a nivel de las montañas, depredación arenera de ríos y mares, contaminación de la atmósfera, entre otros males causados a la Madre Naturaleza.
Las atrocidades de los humanos han llegado al extremo de utilizar el Elemento Agua para extinguir vidas de sus congéneres, y animales también, lo cual acarrea puniciones de consideración. Se habla de sequías excesivas, inundaciones súbitas, falta de precipitación del agua, como de esa que en estos momentos tanto se anhela, asociadas con las mismas. Se clama a lo divino para que las lluvias se produzcan lo antes posible.
Las ONDINAS están facturando a la humanidad por los comportamientos de desamor e ingratitud observados. ¡A tratar de saber sobre el Reino Elemental, sin el cual la subsistencia humana sería imposible! ¡A reflexionar sobre ellos, al tiempo de agradecerles por sus valiosos servicios, bendecirles, y reciprocar su amor!
Los Elementales siempre expresan la Voluntad de Dios, pero por su naturaleza propia, reflejan lo que ven y sienten con respecto a la humanidad. De ahí se entiende el origen de las tantas situaciones catastrófica por las que han tenido que pasar los seres terrícolas durante los siglos.
Si les amamos tal ellos a los hombres, y les expresamos nuestra gratitud, siempre tendremos: fuego, como representación del Fuego Sagrado para la “purificación en el plano físico de la basura y de los cuerpos humanos, lo cual permite a los elementos regresar al Sol para ser repolarizados”.
Pero además, agua suficiente como “el gran agente limpiador, y también es uno de los factores claves en el equilibrio de las condiciones atmosféricas y producción de cosechas”; aire en abundancia, para “mantener la atmosfera de la Tierra lo suficientemente purificada, y que la humanidad pueda vivir en su superficie”; y la Tierra como confortable hábitat, escuela en la cual se habrá de adquirir de la experiencia humana por parte de la entidad espiritual que cada quien encarna, objetivo en todo viaje transitorio hacia el plano de la materia densa, que es lo que en realidad somos los hombres (general).
¡Mucho oído, para lo que saben escuchar, y reflexión sostenida para los de mentes claras!
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