Es un honor dirigirme a ustedes en ocasión de la inauguración de la segunda edición de la Feria del Libro de Historia Dominicana. El Archivo General de la Nación hace un año acogió la sugerencia de su investigador asociado Otto Fernández para que en una actividad de este género se canalizase el conjunto de acciones culturales que ha venido desarrollando esta institución desde su refundación en 2004, por iniciativa del presidente Leonel Fernández, lineamiento del Estado que ha sostenido el presidente Danilo Medina. Asimismo, quiero agradecer el apoyo de la Presidencia de la República a través de los señores Lionel Senior y José Bobadilla para hacer posible la publicación de las obras que han sido editadas especialmente para esta Feria.
Es posible que una feria del libro de historia no tenga precedentes conocidos o si existen son muy escasos. Y es que esta iniciativa no es ajena a la filosofía que ha pautado la práctica de no restringir el funcionamiento de la institución a las tareas estrictamente archivísticas, como es común en la generalidad de los archivos históricos y sobre todo de los nacionales. El Archivo General de la Nación (AGN) se ha propuesto contribuir al desarrollo de la cultura nacional a partir del patrimonio documental que se atesora en sus depósitos. Como parte de esta filosofía se amplió el espectro de fuentes que se ha dispuesto conservar, organizar y proyectar hacia la sociedad, en áreas como prensa, libros, impresos variados, fotografías, registros de sonido, fílmicas y testimonios orales expresamente producidos. Todo ello apunta hacia la captura más amplia de la vastedad de expresiones culturales de la sociedad dominicana en la medida en que sobreviven manifestaciones de ellas.
El libro desempeña hasta hoy una función de síntesis de las prácticas culturales de una sociedad. De ahí que se compagine su impulso con el rescate de la pluralidad de expresiones apuntadas de la vida de un pueblo plasmadas en la cultura. En la práctica, el AGN ha procurado difundir informaciones de todo tipo por medios variados, como exposiciones, documentales, programas de radio y televisión, paneles, eventos académicos. Pero sin temor a error, puede aseverarse que esta variedad de recursos desembocan en el libro como síntesis al nivel deseable de la excelencia.
Desde que se constituyó el Departamento de Investigación y Divulgación que tiene a cargo la realización de esta Feria, se procedió a desarrollar un plan de publicaciones centrado en la recuperación de fuentes primordiales de la historia dominicana, entre las cuales sobresalen las existentes en los depósitos del AGN y que incluyen entre otros componentes relevantes la recopilación de textos de pensadores dominicanos de los siglos XIX y XX hasta ahora desconocidos o solo consultados por escasos investigadores.
A la fecha, la colección de libros del AGN supera los 250 títulos, con una diversidad de autores y temas que representan un legado para el conocimiento mejorado de la historia dominicana. Este esfuerzo ha estado precedido de una clarificación acerca de la vigencia del libro en momentos en que se argumenta su final inminente. En todo caso se ha asumido al libro como un foco de concreción de ideas e informaciones sistematizadas, que no tienen que estar delimitadas por nociones convencionales de autor, homogeneidad de contenidos, impresión en papel y otros indicadores por el estilo. En el aspecto primario de la tarea archivística precisamente el AGN se ha orientado desde 2004 por el aprovechamiento de las posibilidades que brinda el desarrollo vertiginoso de la informática. De manera que el interesado tiene acceso a una vastedad inusitada de informaciones gracias a las nuevas tecnologías. Pero lejos de representar una contraposición de opciones la valoración del libro potencia esta disponibilidad sin precedentes de la cuantía de datos que se guardan en un archivo.
En consecuencia, la Feria del Libro de Historia culmina un esfuerzo multilateral en dirección al desarrollo cultural. Debo expresar que este evento carecería de sentido si no hubiese contado con el apoyo de autores, editoras, librerías, instituciones académicas y estatales y otros agentes vinculados al libro. Se trata de conjugar acciones para tornarlos accesibles al público interesado. Esta feria demuestra que por encima de la argumentada crisis de la historia, asociada a nuevos paradigmas culturales en República Dominicana, continúa produciéndose conocimiento en una escala cuantitativa superior a la de cualquier otro tiempo. Lo que debe estar en juego es la potenciación por todos los medios posibles de la utilidad social de los diversos materiales, que tienen en el libro su expresión más elevada, llamados a contribuir a optimizar la conciencia histórica como requisito del ejercicio responsable y fructífero de la ciudadanía.
En lo que toca al AGN debo subrayar el extraordinario trabajo que ha venido realizando el Departamento de Investigación y Divulgación. El área de Publicaciones ha sido la feliz ejecutora de los tantos títulos publicados, entre los cuales, 16 se prepararon para ser lanzados al público en la semana que comienza, incluyendo un disco compacto de recopilación musical con su correspondiente literatura y el número 141 del Boletín del Archivo General de la Nación. Destaco el trabajo valiosísimo del maestro Daniel García Santos, que ha dirigido un equipo de técnicos laboriosos que ha hecho posible el aporte. Menciono entre sus integrantes a Juan Francisco Domínguez Novas, Carolina Martínez, Jacqueline Abad, Yahaira Fernández, Harold Frías, Rafael Delmonte, Olga Altmann y Engely Fuma. Se agregan editores externos entre los cuales me permito destacar el aporte de Andrés Blanco al conjunto de la colección del AGN. Pero además han colaborado decisivamente todos los integrantes del referido departamento empezando por el asesor histórico Raymundo González, su director Álvaro Caamaño, el encargado de divulgación Eliades Acosta, además de Giovanny Brito y Manuel Arias, de Historia Oral. Algunos técnicos se han destacado en tareas de singular importancia, como el estudio documental y las técnicas paleográficas requeridas para la preparación de los corpus documentales, entre quienes destaco a Rocío Devers y Perla Reyes. Y, desde luego, cabe extender este reconocimiento a todo nuestro personal, puesto que el libro no es sino parte de la globalidad de los objetivos deseados.
Es motivo de orgullo que esta Segunda Feria esté dedicada al profesor Emilio Cordero Michel, una leyenda viviente, maestro de generaciones, investigador consagrado que ha contribuido a renovar en muchos sentidos los estudios históricos en nuestra tierra. Sobresale una intención crítica en el balance de los contenidos de su obra, dirigida a cuestionar supuestos arraigados en el pasado y, de tal manera, poner la investigación histórica a tono con la exigencia de los nuevos tiempos. Además de autor de estudios que han tenido connotadas consecuencias intelectuales, nuestro homenajeado ha desplegado una ardua labor como editor de publicaciones periódicas, entre ellas Clío, órgano de la Academia Dominicana de la Historia, en las cuales ha ido recogiendo la producción historiográfica en curso. Como parte de las novedades que trae este evento cultural destaca la recopilación de una gran parte de la obra del profesor Cordero Michel, dos de cuyos tomos serán puestos al alcance del público en el contexto de esta Feria.
26 de octubre de 2015