Por Juan Cruz Triffolio
Sociólogo – Comunicador
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NEW YORK.- Las principales calles y avenidas del Alto Manhattan, sector donde subsiste la mayor parte de los dominicanos residentes en Estados Unidos, se han convertido en un extenso y constante escenario para las más diversas discusiones de los diferentes temas relacionados con el proceso electoral que actualmente vive la República Dominicana.
En cualquier esquina y sin importar la hora, la comidilla gira en torno a quién será el nuevo ocupante del solio del Palacio Nacional y cuáles son los más recientes pronunciamientos y hechos políticos nacionales.
Curiosamente, un espacioso y confortable centro de esparcimiento, ubicado en la parte alta de Manhattan, se ha transformado en un portentoso bunker para la concentración de una significativa cantidad de votantes indentificados con dos reconocidos empresarios de origen dominicano, quienes con sus aspiraciones a Diputados en Ultramar, «se la han puesto dificil» a algunos consideados líderes políticos tradicionales.
Allí, la asistencia de personas vinculadas al actual proceso eleccionario luce ser mayor a la que cotidianamente es observable en los locales de las organizaciones políticas que representan a los candidatos que partcipan en la contienda prevista a concluir el próximo 15 de mayo.
La mayoría de quienes hacen presencia, según exponen con razon algunos analistas callejeros, ademas de estar conformada por miembros de la denominada farándula newyorkina, es probable que concurre al establecimiento comercial en cuestion, esencialmente, a asumir poses y conservar fotografías, disfrutar exóticos tragos y degustar suculentas picarderas o bufetes, sin costo alguno, pero no a dar la debida importancia al contenido de los discursos orientadores y edificantes.
Siendo de esa manera y teniendo muy en consideración que, a pesar de la sonoridad que envuelve el nombre del centro de esparcimiento en referencia, principalmente en los medios audiovisuales, todavía no es el lugar de visita obligada de los hombres y mujeres comunes de nuestra diáspora, y por tanto, lo saludable sería que los candidatos con real interés y vocación de triunfo en la batalla partidaria, se lanzaran con urgencia a las avenidas, calles y vecindarios de la denominada Gran Manzana donde real y efecitivamente se concentra el mayor grueso de los votantes, a fin de evitar saborear el amargo trago de la derrota.
Otra arista que llama la atención en el actual quehacer político electoral de los criollos en La Babel de Hierro es el impresionante surgimiento de múltiples movimientos de adhesión partidaria con siglas sonoras y multicolores donde es innegable que se pretende proyectar una fortaleza y garantía de triunfo, cimentada en el autoengaño que implica el reciclaje de la militancia de algunas organizaciones políticas.
Es un brillante mecanismo para engañarse así mismos tratando de timar a los demás, a quienes suelen considerar tontos inútiles.
No hay dudas de que el laborantismo político electoral de los dominicanos en la considerada Capital del Mundo llama, urgentemente, a que sus principales protagonistas produzcan un cambio sustancial en su visión y accionar a fin de evitar ser infectados por el mugriento y abominable polvo del derrotero.
Olvidar que en política, tal como ocurre en otras faenas, sólo existe un margen impersceptible entre la utopía y el naufragio, no es aconsejable.
Insistir en ese olvido, voluntario o no, la experiencia indica que, al final, sólo subvenciona significativamente al contrario.
Ahora hay tiempo para cambiar el rumbo, dejarlo para luego, es perseverar en las lamentaciones…