WASHINGTON — En las próximas semanas Uber empezará un programa piloto de conducción automática en las calles de Pittsburg, el último del creciente número de experimentos que el sector del automóvil está realizando para perfeccionar la tecnología.
Aunque el experimento es de Uber, la compañía que en poco tiempo ha revolucionado el modelo del negocio de los taxis en gran parte del mundo, gran parte de la carga de la prueba la lleva Ford, que a finales de abril formó una “coalición” con Uber, Google, Volvo y Lyft para avanzar en la conducción automática.
Uber utilizará en las calles de Pittsburg un Ford Fusion modificado por la compañía automovilística y el Centro de Tecnologías Avanzadas de Uber para circular sin conductor aunque durante las pruebas el vehículo tendrá una persona al frente del volante por razones de seguridad.
Uber explicó en un comunicado: “En el futuro, creemos que esta tecnología supondrá menos congestión, transporte más asequible y accesible y una reducción en el número de vidas pérdidas en accidentes de automóvil”.
El anuncio de Uber fue el último del creciente número de proyectos e iniciativas que está surgiendo prácticamente cada día en Estados Unidos en torno a la tecnología de la conducción automática.
La misma semana Google patentó un barniz para vehículos de conducción automática para minimizar el daño a los transeúntes en caso de un hipotético accidente. El barniz actuaría como un adhesivo que retendría al transeúnte en el capó del vehículo en vez de lanzarlo por efecto del impacto.
El viernes también se supo que varios antiguos ejecutivos de Google han impulsado un proyecto llamado Otto para aplicar la conducción automática a camiones, un sector que solo en Estados Unidos representa 700.000 millones de dólares al año.
Otto ha empezado a trabajar para modificar los camiones existentes hoy en día con tecnologías de conducción automática que harán innecesarios a los conductores, el principal costo fijo del sector del transporte por camión.
La empresa ya tiene tres camiones realizando pruebas en las carreteras del estado de California.
A principios de mayo, el grupo Fiat Chrysler y Google anunciaron un acuerdo para trabajar de forma conjunta en el desarrollo de la tecnología vehículos sin conductor. Las dos compañías utilizarán una flota de 100 monovolúmenes Chrysler Pacifica para adquirir datos y experiencia.
General Motors (GM) también tiene en marchas varios programas para el desarrollo de vehículos autónomos. GM, junto con Lyft, la rival de Uber, empezarán a probar taxis de conducción automática basados en el eléctrico Chevrolet Bolt a finales de este año.
GM ha adquirido por 1.000 millones de dólares la empresa Cruise Automation, una compañía creada hace tres años para desarrollar vehículos autónomos, para acelerar la tecnología que cree que como muy tarde empezará a estar integrada en los automóviles de venta al público en 2020.
Por supuesto, Tesla, el fabricante de vehículos eléctricos de lujo, ya presume de que su sistema de conducción automática Pilot, que equipa las versiones más caras de sus automóviles, está prácticamente lista para su utilización masiva.
Pero la vertiginosa velocidad con la que las empresas están desarrollando y adoptando la conducción automática, para descerrajar decenas de miles de millones de dólares en ingresos potenciales, también ha despertado preocupación en algunos sectores.
El jueves, Consumer Watchdog (CW), una organización de consumidores, solicitó a las autoridades estadounidenses que imponga más controles en el desarrollo de los “autos robot”.
CW puso como ejemplo la relación “incestuosa” que los fabricantes, las empresas tecnológicas y los reguladores han desarrollado en poco tiempo.
El grupo señaló que al menos cuatro individuos que hasta hace poco eran altos funcionarios de la Administración Nacional para la Seguridad en la Carretera (NHTSA), el organismo del Departamento de Transporte encargado de velar por la seguridad del automóvil, ahora trabajan para el proyecto de vehículo autónomo de Google.
En una carta al Departamento de Transporte, CW advirtió que si las autoridades no ponen coto a estas prácticas, el consumidor tendrá la “problemática percepción que la revisión de políticas sobre vehículos autónomos que se darán a conocer en julio han sido creadas pensando en futuras perspectivas de empleo y no el interés público”