Todo estaba dado para que Venezuela asumiera la presidencia pro tempore del Mercosur, un bloque comercial que incluye a Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay.
Sin embargo, por insistencia de Paraguay, los jefes de Estado del Mercosur están considerando bloquear a Venezuela, al menos temporalmente, por la erosión de la democracia en ese país.
Esto demuestra que los países vecinos empiezan a adoptar una línea más dura contra el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, cuyas políticas autoritarias e imprudentes han sumido a su país en una crisis económica y política.
En una audiencia celebrada el mes pasado en la Organización de los Estados Americanos, el secretario general Luis Almagro criticó a Maduro por usar los tribunales, los cuales llenó con aliados, para obstaculizar las decisiones de la Asamblea Nacional, que ahora es controlada por la oposición, y detener arbitrariamente a sus oponentes políticos.
La gobernabilidad democrática es un requisito para ser miembro del Mercosur. El bloque suspendió brevemente a Paraguay en 2012 luego de que el congreso destituyera al presidente Fernando Lugo, ya que algunos líderes de la región vieron esa acción como un golpe de Estado.
Ahora Paraguay sostiene, con razón, que el desconocimiento del gobierno venezolano de los principios democráticos no puede ser pasado por alto.
“Usted puede ser elegido democráticamente pero, con el paso del tiempo, puede perder legitimidad por sus acciones”, dijo el canciller de Paraguay, Eladio Loizaga Caballero, en una entrevista. “No podemos tolerar ninguna acción que silencie a las voces disidentes a través de procesos judiciales” que son injustos.
La creciente condena internacional del gobierno de Maduro se da mientras los miembros de la oposición tratan de realizar un referendo para acortar su mandato. El presidente parece decidido a bloquear esa consulta.
En lugar de abogar por un acercamiento con la oposición y trabajar en conjunto para enfrentar la creciente inflación y el aumento de la pobreza, Maduro sugirió a fines del mes pasado que podría disolver la Asamblea Nacional.
“¿Qué hicieron en seis meses?”, preguntó Maduro en un discurso televisado en el que se refirió a los legisladores electos en diciembre. “Destruir. Asamblea Nacional, prepárate para despedirte de la historia que tu hora va a llegar”.
Mientras tanto, las autoridades venezolanas han pospuesto indefinidamente la audiencia de apelación de Leopoldo López, el prisionero político más conocido de la nación, quien cumple una sentencia de 14 años por cargos falsos.
Maduro suele descalificar a sus críticos diciendo que forman parte de una conspiración de la derecha, pero resulta claro que le preocupa el estatus de paria que tiene su gobierno.
Recientemente, expresó su deseo de mejorar las relaciones con Estados Unidos, que suele ser el chivo expiatorio de sus acusaciones.
Es difícil saber si la creciente presión internacional hará que Maduro sea más responsable y conciliador. Pero podría ser un impulso para los venezolanos que luchan por un cambio pacífico.
Los líderes del Mercosur y sus gobiernos aliados pueden hacerle un llamado a Maduro para que tome medidas básicas y así evitar un mayor escarnio internacional.
Estas acciones podrían incluir la liberación inmediata de todos los presos políticos, permitir que el referendo se realice este año y coordinar la entrega de ayuda humanitaria para las zonas afectadas por la escasez de alimentos y medicinas.
Una posición firme y con principios beneficiaría a todo el hemisferio.