La osteomielitis es una infección súbita o de larga data del hueso o médula ósea, normalmente causada por una bacteria piógena omicobacteria y hongos. Los factores de riesgo son trauma reciente, diabetes, hemodiálisis y drogadicción intravenosa.
Las infecciones óseas, aún hoy, constituyen un flagelo de muy difícil solución, a pesar de contarse con una amplia gama terapéutica para combatirlas; estas osteomielitis son rebeldes y refractarias a múltiples intentos que se realizan para su curación, (Cruz Velázquez V, Gómez Fernández N, Chacón A); y la escasa vascularidad que posee el sistema esquelético, la pobre fagocitosis que en él se desarrolla y la dureza de su constitución que dificulta en grado sumo la perfusión de los fármacos, ya sea por vía sistémica o por vía local.
Es de recordar que a veces, las bacterias quedan encapsuladas años enteros en el hueso compacto y pueden reactivarse con un traumatismo o en una operación (Ilizarov G. Tratamiento de los defectos de los huesos de la pierna con el aparato de Ilizarov cuando existe una infección purulenta.
Recomendaciones metodológicas. Bol Min Salud Pub Kurgan; 1978); además, es sabido que el antibiótico controla la infección en áreas vascularizadas, pero no las esterilizan en áreas donde la vascularización está disminuida.
El ozono es un gas incoloro en forma líquida, de color azul índigo y constituye un estado alotrópico del oxígeno y a la vez, una forma inestable de éste. La molécula triatómica de dicho elemento que lo conforma le proporciona un mayor poder oxidativo que el oxígeno y una acción sobre los compuestos orgánicos mucho más selectiva, puede reaccionar con algunos de ellos sin afectar a otros;
Los mecanismos de acción del ozono, comprobados en múltiples trabajos realizados al efecto son: microbicida, bactericida, virucida, fungicida, parasiticida, entre otros; se invoca, a la luz de los conocimientos más actuales, que en su reacción con los ácidos grasos insaturados de la membrana fosfolipídica produce una serie de peróxidos hidrofílicos que estimulan la formación de sustancias desoxigenantes, que actúan sobre la oxihemoglobina liberando oxígeno y por lo tanto, producen un aumento del suplemento de este en los tejidos.
Como estimulador de la oxigenación tisular, el ozono es capaz de activar los mecanismos oxidativos celulares de la glicolisis al actuar sobre los sistemas redox-glutation activando el paso pentosa-fostato que incrementa la transformación de la glucosa, además desagrega los eritrocitos haciéndolos más elásticos y permeables; tiene poder analgésico y antiinflamatorio, actúa como inmunomodulador según la dosis empleada, mejora los estados anémicos y de la circulación sanguínea.
La teoría más aceptada en su acción contra las bacterias es que este gas produce alteración de la membrana por ozonolisis de los ácidos grasos insaturados de la pared bacteriana.
Hoy día, la osteomielitis sigue siendo un reto y esta enfermedad o complicación de la ortopedia tiene componentes varios que hacen difícil su tratamiento. El ozono en su basamento teórico presenta propiedades que lo hacen útil en el tratamiento contra las infecciones.
En los resultados del tratamiento en cualquier enfermedad crónica de índole infecciosa, cifras superiores al 50 % de pacientes con buenos resultados es más que alentador; nótese que se habla de una entidad en la cual la cronicidad se plantea que es de por vida en la mayoría de los pacientes aquejados de ella.
Con una aplicación de ozono local y sistémico podemos obtener resultados alentadores de un 73% de los pacientes.
Llamada por Pasteur «forúnculo de los huesos» por producirse la inflamación en su componente conjuntivo-vascular, a pesar de que el término osteomielitis implica inflamación del hueso, aunque no obedezca a gérmenes piógenos, tuberculosis, sífilis o virus específicos, la aceptación universal del término se aplica solamente a la infección por bacterias piógenas, fisiopatológicamente el hueso se destruye por la acción de las enzimas proteolíticas, se necrosa por obstrucción de la corriente sanguínea, se descalcifica por inactividad e hiperemia, se resorbe activamente por los osteoclastos y se reconstruye en forma activa por los osteoblastos.
Si por concepto, el ozono tiene mayor poder oxidativo, se infiere que su poder de oxigenación es mayor y si se acepta que una oxigenación adecuada es favorable para la solución de cualquier cuadro séptico, además de su gran poder germicida, se puede inferir que el uso de la ozonoterapia como tratamiento de la osteomielitis tiene un buen basamento teórico.
Este bagaje teórico unido a los resultados favorables obtenidos en el presente trabajo, hacen ser optimistas en cuanto a la utilización del ozono en sus diversas formas de aplicación, como tratamiento coadyuvante en la osteomielitis.
Su bajo costo de empleo, demostrado en otros estudios, permiten recomendarlo entre la gama terapéutica que puede ser utilizada actuales para mejorar y si fuera posible también, resolver este flagelo de la traumatología ósea.