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Este hombre es el blanco favorito de la ira del presidente Donald Trump, es el líder de un canal que la Casa Blanca acusa de difundir “noticias falsas”, y un personaje polémico por cuenta propia que, cuando cubrió a Trump en la campaña presidencial, provocó alaridos por parte de la clase política.
Sin embargo, mientras comía filete miñón en un comedor privado con vista a Central Park, Jeffrey A. Zucker, el presidente de CNN, no parecía muy perturbado.
“Nuestra gente solo está haciendo su trabajo”, declaró Zucker en un almuerzo reciente con periodistas, quienes lo cuestionaron acerca de las críticas que le ha lanzado Trump. “Y portan esos insultos como si fueran una medalla de honor”.
Zucker, de 51 años, es un ejecutivo bien curtido y rara vez ha evitado disputar batallas. Pero nunca se ha enfrentado a un rival como este.
Minutos después de que Zucker había terminado su filete, Trump estaba en las pantallas de televisión de todo el país atacándolo desde la Sala Este de la Casa Blanca. En una conferencia de prensa extraordinaria, Trump dijo que CNN era una máquina de “furia y odio”, y acusó directamente a Zucker de ser parcial.
En una época de hostilidad y desconfianza hacia los medios, quizá no haya una batalla más campal que la de Trump y CNN. El presidente ha tratado de acallar a los corresponsales del canal, publica insultos contra sus conductores en Twitter y convierte epítetos anti-CNN en consignas, con lo cual encendió los ánimos de la multitud en la Conferencia de Acción Política Conservadora al criticar a CCN como la “Cadena de Noticias de Clinton”.
Luego, el reportero de CNN que cubre la Casa Blanca fue uno de los periodistas a los que se les prohibió asistir a un informe con el secretario de prensa de Trump, Sean Spicer, una decisión que el canal calificó como vengativa y que el conductor Jake Tapper, en un monólogo que transmitió, tachó de “poco estadounidense”.
La antigua CNN pudo haberse alejado del conflicto, pero la nueva CNN se ha metido de lleno en la polémica. Aunque alguna vez fue el canal neutral en el mundo de las noticias por cable, CNN —bajo la dirección de Zucker, un exproductor de programas matutinos y deportivos con una marcada preferencia por el bombardeo de noticias— ahora es un agresivo participante en la política nacional de Estados Unidos, y se compromete a que la Casa Blanca rinda cuentas a pesar de que sea reacia a la verdad.
Se trata de una pelea avivada por la relación de altibajos que durante años han mantenido Trump y Zucker, dos adictos declarados a la televisión que alguna vez se entendieron bien. Se conocen desde principios de la década de los años 2000, cuando Zucker puso a Trump en horario estelar como conductor del programa de la NBC The Apprentice, y ambos comparten una obsesión por los índices de audiencia y un amor por el espectáculo.
Aunque en algunas épocas estaban en contacto frecuente, no se han hablado desde diciembre —“no fue una buena charla”, dijo Zucker— y la disputa ha ido más allá de los asuntos relacionados con la cobertura, pues llegó al dominio de la intriga corporativa. Time Warner, la empresa matriz de CNN, se está preparando para convertirse en parte AT&T, lo cual requiere la aprobación del Departamento de Justicia de Trump.
CNN ha experimentado un aumento en sus índices de audiencia conforme sus reporteros obtienen grandes primicias —incluyendo reportajes principales sobre Rusia y la campaña de Trump— y la televisora se esfuerza por promover su actitud rigurosa. La escéptica entrevista de Tapper con la asesora de la Casa Blanca Kellyanne Conway, por ejemplo, se hizo viral.
Sin embargo, Zucker, quien se negó a conceder una entrevista para este artículo, está lo suficientemente preocupado como para encargar un análisis de cómo la reputación de CNN se ha visto afectada por los ataques de Trump (dijo que el estudio había confirmado la credibilidad del canal).
Además, el director de la televisora se encuentra en la posición poco usual de ser blanco de la reprobación de los simpatizantes de Trump, meses después de que algunos demócratas y republicanos lo atacaron por facilitar su ascenso. En un foro en Harvard en diciembre, lo abuchearon por transmitir los mítines de Trump sin editarlos y por contratar al exdirector de campaña del candidato, Corey Lewandowski, como comentarista.
Tanto simpatizantes como detractores de Zucker dicen que puede controlar la situación e incluso disfruta estar en el centro de la diatriba mediática. Fue un niño prodigio que estuvo a cargo del programa Today a los 26 años y llegó a ser director ejecutivo de NBC Universal. Ha sobrellevado fracasos personales y profesionales, y consiguió su trabajo en CNN después de que lo despidieran de forma notoria de la NBC y haber vencido al cáncer en dos oportunidades.
“Una de las claves de su éxito”, dijo Andrew Heyward, un expresidente de CBS News, “es que tiene una confianza casi espeluznante en sí mismo, lo cual le permite sentirse superior casi todo el tiempo”.
Zucker acaba de tener un año récord en CNN, pues la campaña presidencial les trajo su más grande audiencia en la historia. Pero MSNBC, que estuvo detrás de CNN el año pasado, ahora está atrayendo a más televidentes al horario estelar con estrellas como Rachel Maddow, quien le habla a los liberales que se sienten alarmados por Trump (CNN dice que vence a MSNBC en el grupo de televidentes de 25 a 54 años, la base de las tarifas publicitarias).
Dentro de la sala de redacción de CNN en Manhattan, los periodistas dicen que la atención presidencial los ha desestabilizado y les ha dado energía, aunque la administración de Trump no permita que los funcionarios con cargos más altos participen en sus transmisiones.
Y dentro de la Casa Blanca, se piensa que CNN quiso atacar al presidente… pero falló. Jared Kushner, el yerno del Trump, se quejó amargamente de la cobertura del canal durante una mesa redonda en diciembre con líderes empresariales de Nueva York, entre ellos Gary L. Ginsberg, un alto ejecutivo de Time Warner.
Parte de la animadversión del presidente es más personal. En el pasado, Trump elogió a Zucker y llegó a decir que era “brillante” en un libro de 2004 y, algo más raro aún, le hizo un cumplido en Twitter. Sin embargo, su relación se ha deteriorado.
“Pregúntenle a Zucker cómo obtuvo su empleo”, le dijo Trump al reportero de CNN, Jim Acosta durante la conferencia de prensa del 16 de febrero.
Trump se refería a una cena de 2012 en el Plaza Hotel, que organizó la Sociedad Turca Estadounidense. Trump estaba sentado al lado de Phil Kent, quien entonces era el director ejecutivo de Turner y el hombre que estaba a cargo de encontrar al próximo líder de CNN.
Como lo reportó The New York Times en diciembre, Trump le había recomendado a Zucker diciendo que era una buena opción para el puesto. Kent, quien ya estaba considerándolo, asintió y no reparó mucho en el asunto. Desde entonces, el actual presidente ha afirmado que Zucker obtuvo ese empleo gracias a él, una aseveración que Kushner ha repetido.
Desde la elección, el ejecutivo ha defendido sus decisiones de programación y prometió que “pondría a la nueva administración bajo la lupa”, aunque concedió que CNN, como otras organizaciones, le ofrecía a Trump demasiada cobertura. Dijo que había contratado a simpatizantes de Trump como Lewandowski para equilibrar la pauta, y argumentó que las críticas provenientes de ambos bandos eran una señal de que CNN lo estaba haciendo bien.
Las personas que han hablado con Zucker recientemente dicen que no le asustan los ataques de Trump, sino que le molesta la saña de un hombre al que antes era cercano.
En el almuerzo con periodistas, Zucker menospreció los ataques del equipo de Trump. “Tienen derecho a decir lo que quieran”, dijo. “Se llama Primera Enmienda. Pero nosotros también tenemos el derecho de hacer lo que queramos”.
Comentó que los reporteros de CNN “no están sufriendo por la intimidación, ni están cediendo”.
Después de todo, hay un presidente que no se pierde sus programas.
“Ayer publicó un tuit y dijo que era ‘casi imposible ver CNN’”, dijo Zucker, con una pizca de regocijo en su voz. “Pero solo pudo haber sabido eso después de ver el canal”.