Por Eli Heiliger
SANTO DOMINGO DE GUZMAN, RD.- Una de las consecuencias del caso Odebrecht en el país será la renovación del liderazgo político para dar paso a uno modelado por perfiles éticos distintos a los que se exhiben hoy, como demandan grupos de la sociedad desde el 22 de enero pasado con la emergencia del Movimiento Marcha Verde.
La fortaleza de las movilizaciones cívicas y la diversidad de sus participantes potencian este movimiento que rompió el inmovilismo en que estaba sumida la población en los últimos años frente a la corrupción que luce desbridada.
Aunque son diversas las causales de este movimiento, no hay dudas que el caso Odebrecht es una de sus principales palancas impulsoras, aunque en el país las autoridades judiciales se muestran pasivas en las respuestas a un escándalo que ha arrastrado a gobiernos, partidos, empresarios y líderes políticos en doce países tal como ocurre en Brasil, sede de la influyente corporación.
El caso Odebrecht, un mayúsculo e internacional escándalo de corrupción que en República Dominicana implicó el pago de 92 millones de dólares en sobornos a funcionarios de los gobiernos del 2001 al 2014 para la obtención de contratas de obras públicas que luego sobrevaluó, a expensa de las finanzas nacionales, por un monto que aún se desconoce.
Las autoridades dominicanas pretendían seguir su política de “nada es nada”, de mirar todo por el rabillo del ojo, pero entonces surge el Movimiento Marcha Verde, nuevo actor político y social, tras una convocatoria de comentaristas radiales, que apoyados en las redes sociales movilizaron más de 100 mil participantes en la primera actividad.
Se resalta el apoyo se une el apoyo recibido de importantes sectores de la opinión pública, eclesiásticos de diferentes denominaciones, empresariales y otros que demandan el cese de la impunidad.
Algunos se sorprenden del apoyo de la población al movimiento que reclama el fin de la impunidad pese a los francotiradores mediáticos del gobierno, que por cierto están en su nivel más bajo de credibilidad. Pero la fortaleza es producto del hastío ante tantos despropósitos oficiales y por la indisponibilidad de la oposición política para visualizar una realidad que sobrepasa lo meramente electoral.
No debe ser sorpresa la aparición en el escenario política de nuevas figuras, pues el liderazgo de hoy luce agotado y cada vez con menos confianza en la población. El caso cuestiona al liderazgo de los partidos que han estado en el poder desde el 2001 hasta la fecha por lo que muchos estiman que saldrá muy lesionado.
Guillermo Moreno, excandidato presidencial de la coalición integrada por Alianza País y el Movimiento Patria para Todos es de las nuevas figuras políticas que se ha puesto al frente de la demanda de que se haga justicia en el caso de la Odebrecht.
El gobierno y el Partido de la Liberación Dominicana lucen aislados, sin capacidad de dar respuestas a los cuestionamientos que formula el llamado Movimiento Marcha Verde, que ha emergido como un como un actor al cual hay que respetar, y el resto de la sociedad.
Este movimiento ha desplazado a los políticos tradicionales en el cuestionamiento al gobierno con sus movilizaciones cívicas a lo larga de la geografía nacional como acaba de ocurrir con la llamada antorcha verde.
El erosionamiento de la popularidad del presidente Danilo Medina quedó marcado en la encuesta Gallup-Hoy cuya muestra se recogió del 25 al 30 de enero pasado, que señala una disminución de su popularidad de 12 puntos en relación a aplicada en abril de 2016.
La sociedad observa el comportamiento de los dirigentes políticos frente al caso de la Odebrecht, sobre todo de los que eran funcionarios y legisladores en el periodo del 2001 al 2014.
El nuevo liderazgo político que germina amparado en base a las exigencias de la sociedad civil y otros sectores de que se haga justicia en el caso Odebrecht, considerado por muchos como el más importantes hecho de corrupción en toda la historia del país.
El 87.7 % de los consultados en la última encuesta Gallup–Hoy entiende que los funcionarios de Hipólito Mejía, Leonel Fernández y Danilo Medina recibieron sobornos.