SANTO DOMINGO DE GUZMAN, RD.- Falleció este domingo una de las glorias del periodismo dominicano, el doctor Rafael Molina Morillo, a la edad de 87 años, en su residencia en Santo Domingo.
José Rafael Molina Morillo, fue un abogado, periodista, diplomático dominicano, nacido en la provincia La Vega, el 31 de marzo de 1930.
Se casó con Francia Espaillat Franco y tuvo cuatro hijos: José Antonio, Amelia, María Alicia y Silvia María.
Se inició como reportero de El Caribe (1948-1953), hasta llegar al cargo de director ejecutivo del mismo diario (1954-1956). Renunció de ese medio en 1963, cuando se encontró en un dilema ético: la revista ¡Ahora! que ya había fundado, condenó el golpe de Estado de septiembre contra el gobierno constitucional de Juan Bosch, y el periódico El Caribe del cual era ejecutivo, no fijó postura.
En 1962 fundó la revista ¡Ahora!, cuyos talleres y oficinas fueron dinamitados por efectivos del llamado de Gobierno de Reconstrucción Nacional (opuesto a la Revolución Constitucionalista y apoyado por Estados Unidos), para evitar que ese medio de prensa se mantuviera en las calles con sus posiciones a favor de la democracia y la constitucionalidad.
Con 25 mil pesos que le entregó como indemnizacion de guerra de gobierno provisional de Héctor García Godoy, aportes propios y de periodistas que decidieron expresarle sus solidaridad creando un nuevo periódico, fundó El Nacional de ¡Ahora!, el 11 de septiembre de 1966.
Molina Morillo, en 1979 vendió sus derechos de la empresa a José Corripio Estrada, (Don Pepín). Se iniciaron las operaciones del Grupo de Comunicaciones Corripio, al que se integraron otros dos medios escritos: Hoy y El Día.
Hasta la fecha fungió como director del periódico El Día, fue presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) (2005-2006), luego de ser presidente de la Comisión de Libertad de Prensa, durante cinco años (1999-2004) y director del Listín Diario desde agosto de 1997 hasta febrero del año 2000, cuando sale por renuncia, luego de haber creado su sección de “Revistas”.
Nuevamente fue director de la revista ¡Ahora! (segunda etapa) desde marzo del 2000 a la fecha de su cierre en 2004. Don Molina Morillo fue fundador y primer presidente del Centro para la Libertad de Expresión en República Dominicana (2004).
Miembro del Comité Ejecutivo de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP); vicepresidente del Instituto de Prensa de la SIP en 1998 y director de la Escuela de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Católica Santo Domingo, en el periodo comprendido entre 1984-1988.
En el año 2010, obtuvo el Premio Nacional del Periodismo, el máximo galardón que se otorga a un periodista en el país.
Por otra parte, Molina Morillo fue profesor de la Escuela de Periodismo de la UASD y director de la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Católica Santo Domingo (UCSD). Presidente del Consejo Nacional del Premio APEC al Periodismo José Ramón López (desde el año 1986 hasta 1992).
También se desempeñó como miembro fundador y directivo de la Fundación de la Orquesta Sinfónica Nacional desde el año 1984 hasta 1987, así como embajador en Estados Unidos y Canadá (1980-82), embajador Jefe de la Misión Permanente de la RD ante la ONU, en Nueva York (1979-80).
Anteriormente, fue Secretario de la Embajada Dominicana en México (1956-57), cónsul general en Panamá (1957-58) y consejero de la embajada dominicana en México (1958-59).
Publicó los libros La Prensa y la Ley en Santo Domingo; Gloria y Repudio, Biografía de Pedro Santana; Personalidades Dominicanas 1992-1993. De 1948 al presente publicó artículos de interés general en el diario El Día.
Compartimos con ustedes la última columna escrita el pasado viernes por Don Rafael Molina Morillo, titulada: La pobre UASD
Nuestra querida Universidad Autónoma de Santo Domingo, primada de América, reúne más méritos históricos y académicos que otras casas de estudios superiores en este lado del mundo.
Sin embargo, hay otra realidad paralela que se empeña en abrirnos los ojos para que reconozcamos que, por otro lado, estamos encharcados en un lodazal de ineficiencia que nos define como un asco, un descrédito y un despilfarro.
¿Cómo se explica esta contradicción?
Por muchísimos desaciertos cometidos tanto por la politiquería como por la corrupción, por los propios estudiantes y por esa equivocada idea de que en todo hogar debe haber colgando un diploma universitario.
El Estado, por su lado, al creerse responsable de lanzar más y más profesionales a la calle, aunque no sepa de dónde sacar dinero para alimentar a ese elefante blanco que es la UASD.
Como parte de la solución propongo que se establezca un límite de estudiantes que lleguen a la mitad de los que hay ahora.
A estas ideas locas se pueden sumar cientos más. Pero por algún lado hay que comenzar.