Por Miguel Cruz Tejada
NUEVA YORK._ El dominicano Pedro Reynoso, condenado a dos cadenas perpetuas en la cárcel estatal de Graterford en Pensilvania en 1997 por dos asesinatos que mantiene nunca cometió porque no estaba en la escena y demostró en el juicio que se encontraba en la República Dominicana, afirmó en una carta enviada con fecha 22 de junio a este reportero que “estoy en un mundo al que no pertenezco”.
Reynoso, padre de varios hijos y viudo ya que su esposa murió estando él en prisión, donde también fue diagnosticado con cáncer en el estómago, siendo un sobreviviente, lleva 23 años en los barrotes y describe un cuadro desgarrador e inimaginable de lo que ha tenido que enfrentar en las ergástulas.
Recordó que el fiscal del caso, pidió la pena de muerte para que lo ejecutaran en la silla eléctrica en el que un “apagón”, incluyendo a su alma, le vino encima en el tribunal, después que los jurados lo hallaron culpable sin serlo.
Reynoso, relata que lo insufrible que padece en la cárcel, “donde los verdaderos culpables, se tragan sus propias lágrimas y hasta se suicidan”, nadie que no esté en sus zapatos, puede sentirlo.
“Es tanto lo que he sufrido en este lugar que a veces siento que mi alma se sale de mi cuerpo, cuando esto pasa, le pido dirección a nuestro Señor y esto, me ha ayudado a rebasar el dolor”, dice Reynoso en la carta.
Durante su cautiverio, el dominicano ha sabido de las muertes también de tres hermanos, el abuelo y a otros familiares a cuyos funerales no pudo asistir.
Con su difunta esposa, procreó dos hijos y lleva las más de dos décadas que tiene en la prisión, sin poder ver a otros parientes.
A consecuencia del cáncer tuvo que ser sometido a fuertes tratamientos, sin un familiar cercano a su lado, que lo confortara o lo pudiera ayudar.
“Imagínese lo que es ser enjuiciado por un crimen que no cometió y en ese juicio, después de ser falsamente convicto, el fiscal sabiendo que es inocente, sin importarle, pide que se le adjudique la pena de muerte. Esto tuve que enfrentarlo”, agrega Reynoso.
Lamenta también de que no pudo estar al lado de sus hijos pequeños ni verlos crecer para darles el amor y el afecto de padre.
Reseña que tuvo que enfrentarse a la difícil situación en la corte en la que se le acusó falsamente y el juez, el fiscal y el abogado le violaron sus derechos civiles.
“Esto es algo terrible”, describe el dominicano. “Imagínese lo que es estar encarcelado inocente y tener que pensar que quizás nunca vas a salir, porque fuiste falsamente condenado a morir en este lugar”, añade la carta de Reynoso.
“Estos son un sin número de factores que sólo conducen a una persona a sufrir un dolor inigualable físico y mental, es tan así, que por momentos no puedo aguantar el dolor y la desesperación se adueña de mi alma, porque estoy en un mundo al cual yo no pertenezco y todo por causa de una falsa acusación y de una corrupción en las leyes. Necesito ayuda para poder luchar en contra de este monstruo”, concluye la correspondencia de Reynoso.
Hace unos días, en otra comunicación enviada a este reportero, Reynoso pidió el respaldo de las autoridades gubernamentales dominicanas para que lo ayuden a demostrar su inocencia.