Por Roberto Valenzuela
Al crecer en un barrio capitaleño “caliente” (en Villas Agrícolas) sufriendo, como todos los jóvenes, los abusos de la Policía, me sorprendí con lo que vi en el despacho de un general de brigada y subjefe de la PN, licenciado Neivis L. Pérez Sánchez.
A las 8: 30 de la mañana entré a su oficina sin ningún obstáculo. A esa hora, a pesar de ser un personal numeroso, no había nadie en la oficina, todos estaban reunidos con el general Neivis planificando el trabajo del día.
Al entrar a su despacho, en compañía de la periodista Josefina Capellán, vi al frente suyo una biblia abierta que lee en las primeras horas de la mañana antes de comenzar a trabajar e impartir órdenes a su personal. Tiene al alcance de sus manos un grupo de libros de esos que usan los letrados: un grueso Diccionario Larousse que saca y entra a su estuche luego de consultarlo; tiene uno sobre “El Lenguaje Corporal”, esto es, de cómo la gente en un discurso o en su vida cotidiana habla con los ademanes de su cuerpo (manos, pies, hombros, ojos).
El letrado general me dice que aunque consulta frecuentemente el diccionario “en línea” de la Real Academia (www.rae.es), cuando falla la energía eléctrica tiene el impreso.
Entonces, “entrando en materia” sobre la seguridad ciudadana, Josefina y yo le pedimos que, dado el éxito que tuvo el programa sobre “Policía de Proximidad” que él (Neivis) dirigió cuando comandó Santo Domingo Este, debía tratar que esa iniciativa no se descontinuara.
Le explicamos que los representantes de las comunidades que se involucraron en el trabajo con la Policía se quejan públicamente de que con ese programa tenían el control de la delincuencia en sectores como Invivienda, Los Tres Brazos, Los Mina, Boca Chica, La Caleta, Maquiteria. Se involucraron empresarios, religiosos, sindicatos, sociedad civil y grupos comunitarios.
Nos explicó que el director de la Policía, general Ney Aldrin de Jesús Bautista Almonte, está implementando una política de cercanía con las comunidades y también de proximidad con los agentes. Está desarrollando la tesis de que si la Jefatura ofrece un trato humano y mejora la vida de los policías esto se traducirá en un buen servicio a los ciudadanos.
Nos dijo que el director de la Policía desarrolla una audiencia con policías de todo el país. Consiste en que semanalmente recibe a agentes en su oficina para conocer la situación de los cuarteles y de la vida de ellos mismos y sus familiares. Lo recibe a solas (uno por uno), para que no tengan presión de ningún superior. Conjuntamente, Ney Aldrin realiza visitas sorpresa a destacamentos de todo el país.
El licenciado Neivis tenía en su oficina una petición que le había hecho un agente de que le repararan su humilde casa. Ya están trabajando en el arreglo de la deteriorada vivienda. Cuando yo vi la foto de la casa tan humilde de un hombre que tiene toda la vida trabajando honradamente, entendí por qué algunos delinquen. Ojalá no detengan ese programa de mejoría de vida de los policías.
Cuando fueron juramentados el jefe y el subjefe prometieron al presidente Danilo Medina que la Policía no será más un dolor de cabeza para él. De hecho, han comenzado a hacer un buen trabajo: han controlado “las bandas mata policías” y han resuelto casos importantes.
Mas lo he dicho en este diario: el problema no es de cambio de jefaturas –sean buenas o malas– necesitamos una permanente política de Estado que priorice la inversión en seguridad ciudadana, al igual que como se hace con salud y educación.
El jefe y subjefe pueden ser los diablos con cachos, magos (súper-policías), pero si no tienen el apoyo logístico y financiero para elevar el salario mínimo de un alistado a 30 mil pesos e ir aumentando en escala de rangos, están predestinados al fracaso. La Policía puede tener buenas intenciones, mas no puede sola, sobre todo, si es la cenicienta del Gobierno: la critican con muchas maldiciones, se le exige, pero se les da muy poco a sus miembros.