Por Juan Cruz Triffolio
La iniciativa de realizar el Primer Foro de la Escuela de Historia y Antropología de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), dirigido a debatir el conflictivo tema “Santana ¿fuera o dentro del Panteón Nacional?”, merece el espaldarazo y reconocimiento positivo de quienes verdaderamente nos sentimos orgullosos en ser dominicanos.
Se trata de una reflexión colectiva de apreciable valor para el entendimiento de importantes estadios, acciones y el protagonismo histórico nacional.
Ha sido una brillante oportunidad para continuar interiorizando la acentuada necesidad de empezar desarrollar un auténtico proceso de reingeniería sobre personajes y hechos trascendentes que han alcanzado notoriedad en el discurrir histórico dominicano.
Debatir el tema “Santana ¿fuera o dentro del Panteón Nacional?” debe constituir una ineludible invitación para que muchos de nuestros historiadores, alejados del submundo de las pasiones, el sentimentalismo y los demás espurios intereses, comiencen a reescribir con serenidad y objetividad lo que verdaderamente ha sido el legado histórico nacional.
Y ha de ser de esa manera, porque de proseguir aquilatando nuestros prohombres y sus acciones, cimentados en una retórica preñada de epítetos y de descalificaciones que rayan en la vulgaridad, no es la vía más expedita para reencontrarnos con la verdad histórica, esclarecedora y edificante.
Persistir en la hiperbolización, la desnaturalización y la mentira al momento de estudiar e interpretar nuestra historia, poco contribuiría a evitar el maniqueísmo y la irresponsabilidad de distorsionar los hechos y sus actores, llegando al extremo que, en el presente, persista la limitante de no poder establecer con certeza quienes han sido nuestros héroes y cuáles son los verdaderos villanos.
Por todo lo anterior, entre otras razones, aplaudimos la decisión de quienes, en un centro caracterizado por el pluralismo y la criticidad como lo es la Universidad Autónoma de Santo Domingo -UASD-, han abierto tan importante escenario para debatir a fondo el espinoso tema de General Pedro Santana y su permanencia o no en el Panteón Nacional.
En vista de que tal realidad también es posible ser observada con otros personajes, en proscenios y épocas diferentes, entendemos pertinente no obviar la necesidad de manejar bien el arte de la prudencia y la objetividad, a fin de evitar que por el interés de mover a alguien de nuestro altar histórico nacional, nos quedemos sin santos a quien reverenciar.
De igual manera, ha de tenerse en consideración que el simple olvido del valor y la trascendencia de muchas de las hoy figuras consideradas prohombres y heroínas nacionales, nunca estará sujeto a la movilidad física deseada o al fanatismo y el rechazo procurado.
Los actores o pseudos protagonistas de la historia no se aquilatan o desestiman con el amor o el odio, se colocan en su justo lugar y alcanzan su real dimensión, siendo estudiados a profundidad y sobre todo, no olvidando que son, esencialmente, el resultado de un contexto social y económico donde es importante tener presente el tiempo y el espacio.
Bajar o subir un personaje histórico del solemne Altar de la Patria de poco serviría si dejamos que, por insidias, voluntarismo, fanatismo o animadversión, permanezca vivo, como paradigma de heroicidad, en la consciencia colectiva nacional.
Cuidado con eso…. Una cosa es la historia que se cuenta y otra, muy distinta, es la real…!!