Solo sin criaderos no habrá mosquitos, ni dengue

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El único modo de disminuir el riesgo de transmisión del dengue es erradicando los criaderos del mosquito y disminuyendo la focalidad, algo a tener en cuenta en estos meses del año, cuando de acuerdo con el ciclo biológico del molesto vector se incrementa su presencia.

Por Lisandra Fariñas Acosta

CUBA.- Aunque algunas hipótesis dan cuenta de que su nombre se deriva de la frase Swahili (africana): Kadinga pepo, que significa enfermedad causada por un espíritu o fantasma, el agente transmisor del virus del dengue está muy lejos de ser un misterio. Que el mosquito Aedes aegypti transmite esta enfermedad, así como los virus del zika, chikungunya y fiebre amarilla, es evidencia científica.

Justo en estos meses del año, desde finales de septiembre hasta inicios de noviembre, es cuando de acuerdo con el ciclo biológico del molesto vector se incrementa su presencia.

Recordemos que es capaz de transmitir los cuatro diferentes serotipos del virus del dengue (Dengv – 1, 2, 3, 4) y se encuentra plenamente adaptado a las condiciones urbanas.

Pero si la prevención y el control del dengue dependen únicamente de las medidas eficaces de lucha contra el mosquito Aedes aegypti, conocer la enfermedad, muchas veces subestimada por falta de percepción de riesgo, es también una manera de protegerse de las complicaciones que, aunque  no son frecuentes, pueden presentarse en las personas infectadas.

El doctor Francisco Durán, director nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública (Minsap), explicó que se pueden dar casos de reinfecciones con los diferentes serotipos y, dependiendo de la secuencia del virus involucrado, la frecuencia y las condiciones al momento de la reinfección, el dengue puede presentarse con síntomas hemorrágicos graves que, de no ser tratados adecuadamente, pueden acarrear serias complicaciones e incluso la muerte.

De acuerdo con los expertos, aunque la población cree erróneamente que los grandes problemas están relacionados con la caída de las plaquetas y los sangrados, no es exactamente así.

En trabajos anteriores sobre este virus, los doctores Osvaldo Castro y Daniel González Rubio, investigadores del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, comentaron a Granma que en la primera etapa, que es la febril, las personas experimentan muchos síntomas que generan gran malestar, como dolor de cabeza y detrás de los globos oculares, mucha fiebre, síntomas digestivos, dolores musculares y articulares, náuseas, vómitos, agrandamiento de ganglios linfáticos o salpullido, por ejemplo, pero no es hasta el final de la etapa febril cuando se define realmente qué va a suceder.

«Coincidiendo con la caída de la fiebre –explicaba Castro– aparecen lo que en la comunidad médica llamamos signos de alarma, que son los que anuncian que el paciente va a agravar».

En ese sentido, el doctor Daniel González señaló que la población tiene que saber que el dolor abdominal intenso, mantenido, de aumento progresivo, es un síntoma de agravamiento del dengue; así como los vómitos reiterados, los desmayos, las fatigas, el sangrado de las mucosas, la irritabilidad, el cansancio extremo y la caída brusca de la fiebre.

«Si somos eficientes en la identificación temprana de estos llamados signos de alarma, podemos tener un tratamiento oportuno y evitar la gravedad en el dengue, condición que es absolutamente prevenible», advirtió por su parte el investigador Castro.

De acuerdo con el doctor Francisco Durán, un elemento común a estas enfermedades es que no hay vacunas, excepto para la fiebre amarilla, que sí cuenta con un inmunógeno de alta efectividad que brinda protección para toda la vida.

Por ello la insistencia de las autoridades sanitarias sobre la importancia de acudir a los servicios de salud. Ante este virus la comunidad médica tiene que estar preparada y brindar tratamientos oportunos y efectivos, pero eso no es posible si la población no identifica los signos y síntomas que hacen sospechar de un dengue, y acude sin demora al médico.

¿POR QUÉ CONTROLAR EL VECTOR?

El único modo de disminuir el riesgo de transmisión de este virus es erradicando los criaderos del mosquito y disminuyendo la focalidad del vector, señaló la doctora Carilda Peña García, directora de Vigilancia y Lucha antivectorial del Minsap.

En Cuba están presentes un grupo de factores que fomentan el incremento del vector, como el clima, las altas temperaturas, elevada humedad, la ubicación geográfica del país, la densidad demográfica y la movilidad de la población; así como el vertimiento de residuales líquidos y sólidos, que generan focos.

Sobre ese escenario trabaja hoy el Programa de Vigilancia y Lucha antivectorial, dijo la especialista, pues no hay una sola región del país que escape de los elevados índices de infestación del mosquito.

«No se necesitan grandes depósitos de agua, basta la que se acumula en una tapa de botella, en la mitad de un cascarón de huevo…, para que el mosquito encuentre condiciones y se reproduzca», apuntó el doctor Durán.

«Después que la hembra pone el huevo en un lugar húmedo, ella requiere agua limpia. Sin embargo, cuando no encuentra esas condiciones, hasta en aguas sucias o en una pared con musgo realiza su ovoposición. Ese huevo, mientras tenga condiciones para seguir reproduciéndose, lo hará. Si no las tiene se deseca y cuando cae en un lugar con agua comienza su evolución y eclosiona el vector», apuntó Peña García.

Según la especialista, es importante señalar que las altas temperaturas propician que el ciclo de vida después de que la hembra pone el huevo disminuya por debajo de los siete días, lo cual es una razón de peso para intensificar la participación comunitaria en las labores del autofocal laboral y familiar, pues se generan mosquitos con mayor rapidez.

Dentro de las características biológicas del vector –agregó– está la capacidad que tiene este artrópodo para huir ante los métodos de control, como el adulticida o la fumigación. «Si no somos capaces de cerrar 45 minutos nuestras viviendas, no cae la microgota sobre el vector –el mecanismo mediante el cual se elimina– y habremos perdido tiempo, esfuerzo y combustible, y seguirán presentes los mosquitos y el riesgo de transmisión».

Si bien como parte del Plan para el control de las arbovirosis –que desde 2016 implementa Cuba– y de las acciones intensivas que este contempla dos veces al año para contener la infestación de mosquitos en el país se intensifica el tratamiento adulticida en las áreas con mayores riesgos, esta medida no bajará la focalidad por sí sola.

La fumigación termina con el mosquito adulto, pero si no hacemos una buena inspección para el focal en los locales, las larvas de los criaderos pueden convertirse en adultos y los huevos en larvas y mantener el ciclo del mosquito, apuntaron los directivos.

Una hembra de este mosquito puede poner alrededor de 400 huevos en su vida. Imagine el riesgo, y ayude en las acciones de prevención y control, porque solo sin criaderos no habrá mosquitos, ni dengue.

En contexto 

Hasta el 13 de septiembre de 2019, según la Organización Panamericana de la Salud (ops), el total de casos reportados en la región (2 384 029) fue superior a los  registrados en 2016, 2017 y 2018, y es probable que, hacia el fin de 2019, el total de casos supere al histórico registrado en el año epidémico 2015. En relación con la proporción de dengue grave, la cifra (0,7 %) ha superado a lo observado en los cuatro años previos.

El zika irrumpió en las Américas en el año 2015, fundamentalmente en Brasil, aunque desde 2014 se reportaron casos en la Isla de Pascua, perteneciente a Chile. Anteriormente esta no había sido una enfermedad que tuviera transmisión en la región. El virus del chikungunya llegó a las Américas en esta misma fecha.

A finales de 2015 se registró un brote importante en Angola de fiebre amarilla, que luego se extendió a Brasil.

El virus del dengue, específicamente una forma hemorrágica, fue introducido en Cuba en 1981, de forma deliberada, por Estados Unidos, como parte de una agresión biológica a nuestro país. La epidemia ocasionó 158 fallecidos, de ellos 101 niños.

Según la ops, el pasado año se reportó transmisión del chikungunya y el zika en 38 países de las Américas, el dengue estuvo prácticamente en todos y la fiebre amarilla afectó fundamentalmente a Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú.

En 2019 la situación en las Américas sigue siendo muy compleja, debido sobre todo a los grandes brotes de dengue que han afectado la región. Se siguen notificando casos de fiebre amarilla.