Los dardos imperiales enfilan ahora a la transportación aérea y al intercambio normal de pasajeros entre Estados Unidos y Cuba
LA HABANA, CUBA.- Cosa de locos esquizofrénicos pudiera parecer, si detrás de las muchas sanciones del Gobierno estadounidense contra Cuba no se escondiera un odio visceral del imperio yanqui hacia todo lo que huela a revolución, socialismo, solidaridad, justicia social y voluntad irrenunciable de todo un pueblo de no someterse a sus designios.
La más reciente de las medidas de la administración Trump enfiló sus dardos a otro de los sectores estratégicos: la transportación aérea, con el avieso propósito de asestar un golpe más a la economía nacional y originar disgustos en la población, ante la imposibilidad de mantener el servicio habitual dentro del país y hacia otros destinos.
A ello se suma otra de sus macabras decisiones, esta vez dirigida a suspender, a partir del 10 de diciembre próximo, los vuelos regulares de varias de sus compañías aéreas desde el territorio de Estados Unidos hacia nueve destinos en Cuba, bajo el pretexto de un supuesto castigo por su solidaridad y colaboración con Venezuela.
Quiere decir que tras la fecha mencionada se prohíben los vuelos a los aeropuertos internacionales Ignacio Agramonte, en Camagüey; Jardines del Rey, en Cayo Coco; Vilo Acuña, en Cayo Largo; Jaime González, en Cienfuegos; Frank País, en Holguín; Sierra Maestra, en Manzanillo; Juan Gualberto Gómez, en Matanzas; Abel Santamaría, en Santa Clara, y Antonio Maceo, en Santiago de Cuba.
Tal decisión, sin embargo, perjudicará no solo a los residentes aquí, sino también a los cubanoamericanos que visitan a sus familiares en Cuba, buena parte de los cuales habían restablecido en los últimos años sus vínculos afectivos con la tierra que los vio nacer y con sus seres queridos.
De modo que esta nueva escalada agresiva que intenta estrangular la economía nacional y hacer claudicar a la Revolución daña por igual a todos los cubanos, residan en la Isla o en Estados Unidos, afectados por una política irracional de enfrentamiento que, lejos de ceder, profundiza más su hostilidad y espíritu de venganza.
CUBA MÁS ACOMPAÑADA QUE NUNCA
Solo por el aeropuerto internacional Abel Santamaría Cuadrado, de Santa Clara, arriban 15 vuelos semanales de las aerolíneas American Airlines y JetBlue Airways, sin contar otros viajes que se producen en vuelos chárter, según la explicación brindada por Omar Andrés Gil Ramos, director de la terminal santaclareña.
Si se tiene en cuenta que el número de pasajeros por vuelos, en ida y retorno, es de unas 120 personas, entonces podrá entenderse la magnitud del daño, explica el directivo, quien añade que el perjuicio será mayor teniendo presente que la medida entra en vigor el 10 de diciembre, en plena temporada alta del turismo en nuestro país.
Al respecto, Omar Andrés Gil señala que, para solucionar el problema de venir a visitar a sus familiares en Cuba, los cubanoamericanos tendrán dos opciones: la primera, venir por La Habana, con las molestias que pueda causar trasladarse luego hacia la región central; o, de lo contrario, arriesgarse a venir en vuelos chárter, con precios mucho más elevados que los establecidos por las aerolíneas tradicionales.
Consultado sobre el asunto, el santaclareño Ruperto Machado, quien tiene un hijo residente en Estados Unidos, manifiesta su inconformidad con la medida anunciada por el presidente Donald Trump para complacer a la mafia de Miami, la que considera injusta y sin sentido, al afectar la relación normal entre familias de ambos lados del estrecho de la Florida.
Asimismo, Iraida López de Castro, quien tiene a su nieto en el país norteño, no entiende cómo puede haber tanta crueldad en la mente del inquilino de la Casa Blanca, quien al tomar medidas para castigar a Cuba daña también a personas inocentes.
«El orgullo de Julio (que es como se llama el nieto) es venir a mi cumpleaños y, como van las cosas, ni eso podrá hacer gracias a la impopular medida tomada por Trump», reconoce Iraida, quien piensa que hay que denunciar esa felonía y enfrentarla, porque ella es violatoria de un derecho humano fundamental.
Por su parte, Rafael Almanza, residente en Miami y de visita en Santa Clara, expresa su preocupación por lo que sucederá a partir del 10 de diciembre, cuando verá limitado su derecho a viajar a ver a sus padres, debido a la impopular decisión.
«Esa gente solo piensa en el dinero y en sus intereses, sin tener en cuenta a sus ciudadanos», refiere Rafael, quien añade que si en verdad son tan democráticos como dicen, debían dejar que los estadounidenses viajen libremente a Cuba sin tantas restricciones y trabas absurdas.
Referente a si esta medida aislará a la nación caribeña del mundo, el director del aeropuerto internacional Abel Santamaría precisa que, contrario a lo que algunos piensan, la venidera temporada alta del turismo será la mejor en cuanto al arribo de vuelos por Santa Clara y, para demostrarlo, informa que se incorporan muchas aerolíneas procedentes de Europa.
«El hecho de que recibamos cuatro vuelos cada siete días procedentes de Rusia será algo inédito, a lo que se suman otras aerolíneas que ya están establecidas aquí, como Lufthansa y Blue Panorama Airlines, por solo citar algunas», señala Omar, quien añade que para febrero se prevé la llegada de entre 96 y 101 vuelos a la semana, lo que evidencia que, lejos de estar aislada, Cuba está más acompañada que nunca.
GENTE PERVERSA SE EMPEÑA EN SEPARARNOS
Los hijos de María Cristina Ferreiro Rosal, residentes en Estados Unidos durante largo tiempo, están entre los cubanos beneficiados con parte de los 2 344 vuelos directos realizados por las compañías JetBlue Airways y American Airlines a Holguín desde septiembre de 2016 hasta el 30 de octubre de este año.
Pero esta mujer, ama de casa, confiesa que ahora está abatida y sus pupilos tristes: «Ellos me han dicho que también se sienten mal con la decisión de Trump de suspender esos vuelos. Uno de los muchachos ha estado viniendo dos veces al año y el otro cada mes y medio o dos meses.
«No se trata de que me traigan algo material cuando vienen, sino de la oportunidad de verlos, de disfrutarlos. Almorzamos y comemos juntos, salimos a pasear, los acurruco, los beso. No será igual de ahora en adelante.
«Trump se ha encarnado con Cuba y con eso está haciendo mucho daño a las familias. Mis hijos son los seres más cercanos que me quedan y ese señor me afecta con su posición. Tengo una amiga, que está en mi caso, y ha caído en una depresión profunda, porque su hijo reservó pasaje para finales de año y ya no le servirá. Le contestó que no sabe cuándo se encontrarán. Conozco mucha gente que se siente mal con las medidas tomadas por ese hombre».
La joven Yenisenia Almarales, trabajadora por cuentapropia, asegura que el fin obligado de las operaciones aéreas de ambas aerolíneas en esta región golpea a las familias que se han mantenido unidas en medio de los matices complejos de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.
«En la nuestra, dice, estamos realmente indignados porque mis tíos, quienes tienen más de 70 años y viven en Miami desde hace unos 20, ahora mismo se encuentran desesperados, buscando la posibilidad de venir antes de diciembre, pues una vez que se suspendan los vuelos regulares y dependan de los chárter, no saben con seguridad cuándo nos visitarán.
«En los últimos dos años les era más cómodo viajar directamente. Cuando cesen los viajes de ambas compañías, tendrán que venir por La Habana, lo que encarece el traslado y ambos son pensionados. El daño es para ellos, no para la Revolución».
El paso de los años ha hecho más sensible a Orlando Rodríguez, ya jubilado. Vivió apegado a sus sobrinos, quienes decidieron marchar hacia Estados Unidos, lo cual no ha sido obstáculo para que en los últimos tiempos, unas tres veces al año, vengan a Cuba, donde pasan ratos agradables.
«Han estado volando de Miami a Holguín de forma rápida. Llegan al aeropuerto, me visitan en la casa, compartimos y luego van para Las Tunas, donde tenemos otros familiares. Eso va a cambiar para mal con el fin de los vuelos directos diarios. Solo tenían que aprovechar los días libres y comprar pasaje para la fecha apropiada.
«A partir de diciembre, sus visitas dependerán de vuelos chárter, que no tienen programación fija, o de las líneas aéreas que viajan entre Estados Unidos y La Habana. Si vienen por esta vía tendrán más gastos y menos tiempo para compartir con nosotros. Los cubanos queremos normalizar las relaciones con Estados Unidos; lo necesitamos, entre muchas cosas, para conservar lazos familiares, pero hay gente perversa empeñada en que no sea así».
Alicia Carrasco cuenta que dos nietos, en compañía de la madre, vinieron desde Estados Unidos dos veces durante el último año. «Una vez fueron derechitos a mi casa; la otra, para Bayamo, donde residen los abuelos maternos. Fue muy cómodo, pero dentro de poco es probable que primero tengan que volar a La Habana, con todas las dificultades que trae el traslado hacia Holguín y Granma.
«En la Florida, comenta la abuela, hay personas que no parecen cubanos y hacen todo para echarnos a perder la felicidad de los que estamos en este país, aunque le vendan el alma al diablo. Y usted sabe bien quién es el diablo hoy».