¿Por qué llaman cueros a prostitutas?

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Descubrimiento de América

Por Maguá Moquete Paredes*

Cristóbal Colón, Cristóforo Colombo en italiano o Chritophorus Columbus en latín (Génova, 31 de octubre de 1451-Valladolid, 20 de mayo de 1506), fue un navegante, cartógrafo, almirante, virrey y gobernador general de las Indias Occidentales al servicio de la Corona de Castilla.

Después de este episodio histórico, seguimos con estos destellos de la ganadería bovina de esa época, donde no existía en el continente americano, hasta el segundo viaje de Cristóbal Colón en 1493. Los ganaderos que no residían en Santo Domingo tenían que transportar sus reses a La Vega, Santiago de los Caballeros y Cotuí, donde eran imposibles los hatos.

El transporte del ganado se constituía dificultoso, peligroso y más caro que la exportación del cuero o lo que significaba el coste del viaje y el sacrificio eran irrentables al negocio.

A los marinos de la embarcación española les pagaban el sueldo con cueros que vendían o intercambiaban a su llegada a los puertos de la península, uno que otro, buscaba alguna mujer para sus relaciones extra maritales, y como no tenían otro medio de pago que ofrecer, las “señoras” aceptaban de buen gusto un pedazo de cuero; que luego ellas negociaban para obtener dinero.

Por tanto, a esas damiselas que se dedicaban ofrecer los servicios, la población o los clientes comenzaron a llamarlas: Los Cueros.

Cuando las tropas de la primera ocupación estadounidense a República Dominicana se produjo entre (1916 y 1924). Fue una de las numerosas intervenciones en América realizadas por las fuerzas militares.

Entonces existía una barriada capitalina donde era común ver mujeres de vida alegre, ejerciendo su oficio, los marinos de la infantería de los Estados Unidos de América en pos de diversión o acción sexual, al descubrir ese ambiente permanecían siempre en el lugar.

Un día, uno de los militares ebrio le dijo a otro: “This looks like Brooklyn, Borough Hall” (Estos se me parece a Brooklyn, Borough Hall), y desde ese momento ese barrio de la capital es conocido como Borojol.

Marines que buscaban sexo en puertos a donde llegaban pagaban a las prostitutas con cueros.

Haciendo un diseño topográfico, la ciudad intramuros para subir, tenía una muralla al nordeste al final de la avenida Capotillo (hoy, avenida Mella). Ésta puerta de salida conocida como Galindo, que era una franja de terreno que llegaba hasta la calle 17. Debo destacar, que en esa época surgieron dos zonas de tolerancia, próximo al Puerto de Santo Domingo; El solar de la piedra, El Lido de París.

Lolita Chicón, era famosa por las hermosas féminas traídas de Puerto Rico y Cuba, la oficialidad de la infantería de marina era constante al lugar. Un lugar efímero: La Chambelona, cercano a la Iglesia Santa Bárbara (hoy, Plaza Santa Bárbara, después de su restauración en la Ciudad Colonial).

Borojol era un centro de atracción citadina, dicen que allí se originó el son criollo. En los bares y cafetines el costo para bailar con una mujer en 1920, era RD$0.50 centavos por la noche completa. Una botella de ron, RD$0.15 ó RD$0.35. Refrescos RD$0.10 centavos. Borojol acogía a todas las clases sociales, en sus diferentes lugares, se destaca El blanco y negro, un bar espléndido.

En 1930 visitó el Trío Matamoros, de Cuba. Regresó en 1947 el músico y compositor de esa agrupación Miguel Matamoros, Daniel Santos (Daniel Doroteo De los Santos Betancourt); conocido como, El jefe.

El inquieto anocabero, cantante tropical portorriqueño: anocabero, significa en la lengua africana ñáñoga, diablillo. Benny Moré (Bartolomé Maximiliano Moré Gutiérrez), con los renombres, El bárbaro del ritmo y El sonero mayor de Cuba, cantante y compositor cubano.

Borojol, simplemente es un cuartel general de la alegría en Santo Domingo. La posada Trocadera, con los expendios de freidurías. En 1950, década de la decadencia epocal de Villa Consuelo. Sólo el rumor alborozado de una escala musical que inspira al más alado compositor y poeta dominicano escribirá unas líneas pletóricas de emociones para el alma citadina.

Borojol en el Distrito Nacional, igualmente, es el abrazo de una historia que pinta en el horizonte los colores mágicos de luces y brumas. Es ante todo los capítulos que despuntan cada mañana llena de esperanza y fe en Dominicana duartiana.

  • El autor es periodista, analista social y geopolitólogo.